Volver a empezar, una vez más Pablo Bustos

Volver a empezar, una vez más

Pablo Bustos

El artículo de Bustos focaliza en el desarrollo de la crisis económica derivada de la falta de respuestas de la dirigencia política. Para ello realiza una descripción histórica de las circunstancias vigentes desde la década de los ´90 a la caída de la Convertibilidad en 2002.

Explica que en los ´90, en un contexto de reorganización económica basado en el Plan de Convertibilidad y reformas estructurales (como ser la apertura económica, privatización de empresas estatales, desregulazión de mercados, reforma tributaria e intensificación del regionalismo en base al MERCOSUR), la Argentina aparentaba estar encaminada en la senda del crecimiento sin inflación (estabilidad de precios y moneda) y con un importante flujo de financiamiento externo. Se cumplían los objetivos macroeconómicos que no se lograban desde los ´70.

Sin embargo, desde mediados de la década se comenzaron a verificar factores estructurales y coyunturales internacionales de desestabilización que afectarían al Plan de Convertibilidad (1991-2002), cuya rigidez monetaria y cambiaria sólo admitía la emisión de pesos contra reservas del Central. Mientras la Argentina se mostraba cada vez más vulnerable a cuestiones externas, también comenzaba un amplio  proceso regional de apertura con la implementación de la Unión Aduanera (1995). Como resultado, se verificó una distorsión de los precios relativos que afectó a los bienes exportables, alentó el crecimiento de las importaciones con la consecuente entrada de capitales que favoreció el aumento de las reservas, la emisión monetaria y la expansion del crédito y demanda privadas. Ello facilitó dos fases económicas expansivas entre 1991-1994 y 1996-1997. No obstante, el modelo demostraría su vulnerabilidad ante shocks externos.  

El Efecto Tequila (1994-95), la crisis regional en Asia (1997) y la devaluación brasileña (1999) incrementaron la inestabilidad y profundizaron la crisis económica que devendría en política ante la falta de respuestas: la Argentina no volvió a crecer y el desempleo, la pobreza y la marginalidad avanzaron. Se profundizó el círculo vicioso creado por la Convertibilidad: atento el crédito disponible era dependiente de la entrada de capitales externos, con la crisis del Tequila comenzó una fase económica caracterizada por la depresión, fuga de capitales, incremento de la tasa de interés y caída del flujo de divisas y crédito interno. Este contexto negativo sería coadyuvado por la baja tasa de ahorro interno, que se venía supliendo con el ahorro externo hasta que las condiciones fueron adversas.

En 1999 De La Rúa asumía como presidente para renunciar en el corto plazo, siendo elegido Duhalde (quien se había posicionado en segundo lugar electoralmente) por el Poder Legislativo. Ninguno de los dos estaría a la altura de las circunstancias para sobrellevar el problema. Para 2001 la falta de adaptación institucional de la dirigencia socio-política extendió la crisis al plano social: profundizó la inequidad y la falta de productividad y de competitividad internacional. Continuó la recession agravada por un superavit comercial sustentado en la baja de las importaciones y no en la suba de las exportaciones, se frenó el ingreso de capitales y el crédito externo. El colapso se concretó con la cesación de pagos: el default de la deuda pública. La Argentina se presentó al mundo como un modelo de lo que no se debía hacer.  

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