El Hombre Elefante.

Basada en la historia real de Joseph Merrick (1862) quien se piensa estaba afectado por el Síndrome de Proteus, que según Orpha “es un trastorno complejo de sobrecrecimiento hamartomatoso muy poco frecuente, que se caracteriza por un sobrecrecimiento progresivo a nivel de esqueleto, piel, grasa y sistema nervioso central”. David Lynch cuenta la historia de un niño tratado de monstruo al que a la muerte de su madre, al más puro estilo Disney, arroja a un mundo incapaz de tolerar la diferencia. Este mundo concreto acaba siendo un Londre (al más puro estilo Dickens) envuelto en niebla y claroscuros. Creciendo y desarrollándose en la medida de lo posible en distintos trabajos, acaba siendo mostrado como un animal más en un circo ambulante. Nos muestran a su “dueño”, la persona que le roba su libertad y por tanto su condición de ser humano, pues este decide que sea tratado como un monstruo

El negocio circense parece ir viento en popa ya que atrae a la masa de gente ansiosa de morbosidad. Entre todos ellos, un día encontramos al Doctor Treve quien le admira con la curiosidad médica y decide liberarlo de su cárcel y, además de tratarlo con dignidad, mostrarlo a sus colegas médicos bajo una tela de tolerancia y clase.

Poco a poco el personaje se va dejando conocer sorprendiéndonos con su bondad y dulzura e inevitablemente haciéndonos sentir egoístas e enfermos a nosotros mismos ¿Qué es lo que hace que su personalidad sea como se presenta? En un primer momento pensaríamos que tratado cruelmente solo nos puede devolver rabia y frustración. Nuevamente ¿Qué valor tienen los demás en la construcción del yo? ¿Somos algo diferente a la imagen que tienen de nosotros? Por supuesto también hay una parte de autoobservación, de hecho, en la propia película vemos una de las escenas más dantescas que concluye mostrándole al protagonista su propio reflejo, consecutivas burlas del resto de asistentes y el horror en el aire. Hemos asistido a la observación propia, que se acompaña de una comparación del propio yo con el resto. Si los demás apreciaban un monstruo ¿Cómo me veo yo? Como seres cívicos que estamos obligados a ser, la película ahonda en esa relación del propio ser con la sociedad como conjunto. Una sociedad que hace su papel perfectamente desarrollando su raquítica moral.

Creamos una sociedad de inadaptados, donde quien no se siente así es porque no se lo plantea y quien si lo hace solo ve la mitigación de la propia insatisfacción en el cargo ajeno. Es realmente improbable crear una sociedad con bases y sentimientos nobles cuando nuestra lucha empieza y acaba en el yo. ¿Eres consciente de la crueldad humana cuando no te ataña a ti? En un momento concreto de huida de Merrick, este lanza un grito desesperado “Soy un ser humano”. Por supuesto, un ser humano capaz de humanizar al resto de seres que te rodean. Brutal y terapéutica película. Gracias Lynch.

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