Aniceto, De Favio
Enviado por abusignani • 11 de Junio de 2014 • 549 Palabras (3 Páginas) • 232 Visitas
El inicio de la película: Una introducción al universo fantástico de Favio y sus reglas
El relato de Aniceto (2008) se inicia con los títulos de la película impresos sobre un fondo negro, acompañados por una música histriónica de baile con cierto aire tanguero. Ella nos retrocede en el tiempo debido a su calidad de reproducción, ya que el sonido se asemeja al emitido por una vieja radio analógica o al de una moviola. Luego, la imagen se actualiza en el plano entero de un automóvil que se mueve en el lugar, un Fiat 600 (nuevamente, un elemento del pasado), tomado de perfil e iluminado en contraluz, cubierto de neblina e inmerso en un medio artificial que no termina de reconocerse espacialmente. Tampoco podemos reconocer a su conductor, que forma una silueta delineada por el contraluz. El auto tiene un altoparlante en el techo por donde suponemos sale la música que había comenzado con los títulos, y se reproduce junto a una grabación de voz que anuncia un baile en el “club social y deportivo municipal”. El vehículo no avanza, sino que se menea en el lugar, como si fuese un juego de feria, accionado con una ficha. El plano tiene una duración extendida, sin cortes o cambios, y se concentra exclusivamente en ese elemento, el auto.
Luego de esta imagen, el montaje produce un salto de raccord y se evidencia a sí mismo al mostrar dos planos abiertos y consecutivos que contienen el mismo elemento (el auto), primero tomado de perfil y luego de atrás, pero esta vez avanzando por una calle de tierra y desapareciendo bajo una leve colina. A un costado de la calle por donde pasa el auto, vemos una acequia, y escuchamos el ruido del agua que fluye por ella y cae formando una pequeña cascada. Ahora la atención pasa del auto al agua, cuyo sonido cobra protagonismo frente a la música del altoparlante del auto que se desvanece a la distancia. La mirada (y el oído) se focaliza en este elemento (agua) y la cámara se le va acercando progresivamente hasta mostrar su detalle material: primero reparamos en un plano general de la acequia y de la calle, después vamos hacia un plano más cercano de la pequeña cascada que forma la caída del conducto y, finalmente, vemos su textura líquida ondulante. La imagen deviene puramente plástica y contemplativa. Nuevamente, el tiempo se extiende indefinidamente sobre un mismo elemento, sin avanzar, retardando la presentación de las acciones, conflictos o personajes. Sobre la base visual y tranquilizadora del flujo del agua, poco a poco, empezamos a escuchar sonidos que nos introducen en el espacio, es decir, los sonidos del pueblo: perros ladrando, grillos y pájaros; además escuchamos diálogos en un lenguaje ininteligible, de una gitana que pareciera llamar a una niña, continuados por un cántico, en ese mismo idioma gitano, ejecutado por un hombre.
El relato procede lentamente, seduciendo al espectador, sin mostrarle todo, con avances, retrocesos y negaciones sistemáticas
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