Crítica Shortbuss

Shortbus pasa de ser una película en la que la sexualidad deja de ser morbo, para convertirse en solución; las personas que llegan a este lugar, llegan porque lo necesitan; las relaciones personales, la sexualidad y la búsqueda de una solución se encuentran en el mismo lugar.

Lo que sucede en un inicio con lo que se nos permite ver, se explica posteriormente, un orgasmo fingido, un homosexual que no encuentra salida, una prostituta que necesita más amor que dinero y que a lo largo del film se van relacionando, se encuentran porque necesitan una solución y porque el sexo resulta ser la respuesta o el problema principal, donde los personajes de las tres historias principales, acuden al club en busca de solución a sus conflictos emocionales, que obviamente se ven ligados a sus represiones sexuales y viceversa.

Nos invita a reflexionar que realmente el sexo puedes ser la solución a todo, el camino a la felicidad, que los prejuicios sólo son barreras y que no existe represiones; los desnudos, que son bastantes, aparecen de la manera en la que o tienen que hacer, sin ser escenas morbosas o excitantes, porque a pesar de aparecer relaciones sexuales sin censura, el espectador se fija más en el problema, en la situación y en su contexto, se involucra tanto con los personajes que ve junto con los personajes al sexo como su solución, esperando en todo momento que así sea, o en momentos realmente cómicos, como el canto del himno estadounidense.

Es cierto que Shortbus contiene demasiadas escenas explicitas, que bien se puede pensar que ese es precisamente su anzuelo, pero no son exactamente las necesarias, las que desarrollan los problemas y las soluciones, porque también es cierto que a estas alturas, nada nos escandaliza y este tipo de películas nunca están de más si son sólidas en todos sus aspectos, hablando de lo visual y por supuesto del guión.

Shortbus está tan bien dirigida que lograron que no sea 'porno'; su intención no es la de excitar y el sexo se utiliza para hablar de sentimientos, soledades e inhibiciones.

No se trata vender con el sexo, ni de atraer público por lo mismo, las escenas no están hechas para verlas con morbo, sino todo lo contrario, incluso la escena del yoga, donde podemos pensar que es un pervertido sexual, nos damos cuenta al instante que no es placer, es un inmenso vacío, un reprimido más que está al borde de suicidio; me parece fascinante como el sexo puede dar tanto, como puede provocar estas situaciones y me pongo de pie con el director, que logro justamente o que quería y que jamás su objetivo se desvió, siempre fue claro y profundo, tanto como así lo quiso.

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