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Del campo a la ciudad. El crecimiento urbano en el siglo XX

marco_boss30217 de Abril de 2015

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Universidad Autónoma de Sinaloa

Facultad de Historia

Maestría en Historia

Del campo a la ciudad. El crecimiento urbano en el siglo XX

Materia: Historia del Siglo XX

Responsable: Dr. Rigoberto Arturo Román Alarcón

Alumna: Sandra Luz Gaxiola Valdovinos

Fecha: Enero de 2010

Del campo a la ciudad. El crecimiento urbano en el siglo XX

Índice

I.- Introducción 3

II.- Una población en crecimiento 3

III.- La población en movimiento. Del campo a la ciudad 7

IV.- Las implicaciones de la transformación del campo y la ciudad 11

V.- Conclusiones 13

VI.- Bibliografía 14

I.- Introducción

El crecimiento poblacional fue uno de los fenómenos característicos del complejo siglo XX, salvo en los períodos de guerras y en aquellos países que estuvieron implicados, la población no sólo se incrementó, sino que también se produjo un movimiento masivo de población emigró del campo a la ciudad. Dicho fenómeno impactó de manera directa en el crecimiento urbano no sólo de las principales urbes, sino también de las ciudades que se encontraban en el interior de los países.

II.- Una población en crecimiento

Entre los muchos y diversos fenómenos que hicieron notable al complejo siglo XX destaca el crecimiento que la población mundial presentó en dicho siglo y aunque era un fenómeno que ya se venía presentando desde el siglo XIX, e incluso desde antes, la diferencia fue la aceleración con que se presentó dicho crecimiento. Si bien, durante la primera mitad del siglo se presentaron altibajos debido a las dos guerras mundiales sufridas en Europa o a las guerras que se vivían al interior de algunos países como México; en cambio, la segunda mitad del siglo se caracterizó por un crecimiento poblacional sostenido en todo el mundo.

En lo que se refiere a primera mitad, como ya mencionaba, el crecimiento de la población en Europa presentó altibajos debido a las dos guerras mundiales, que dejaron una población diezmada tanto por la guerra, las hambrunas y las enfermedades en los distintos países implicados. Se trató de una población que disminuyó durante los conflictos bélicos pero que se repuso una vez que estos pasaron, con subidas en los años de entreguerras cuando la situación económica de los países beligerantes mejoró un poco.

En cuanto al caso de Estados Unidos, el desarrollo de la Primera Guerra Mundial no presentó obstáculos al crecimiento de la población, pues no tuvieron una participación importante o que representara un riesgo al país en la Primera Guerra Mundial, salvo el de convertirse en el más importante proveedor de las países en guerra resultando de esta manera en el más beneficiado, sin embargo, el crecimiento se desaceleró en los años en que la Gran Crisis de 1929 y los subsecuentes años hasta que la recuperación económica brindó una nueva época de bonanza.

En el caso de América Latina, Alfredo E. Lattes en su trabajo “Urbanización, crecimiento urbano y Migraciones en América Latina” señala que el crecimiento demográfico y urbano de América Latina inició su apogeo en las décadas de los treinta y cuarenta, con la aplicación del modelo de “crecimiento hacia adentro”, pues junto a una importante industrialización se generó también una extraordinaria redistribución rural-urbana de la población.

Esta afirmación de Alfredo Lattes coincide con la de Rosemary Thorp quien señala que el crecimiento de la población en América Latina, a partir de la década de 1930 experimentó un crecimiento demográfico elevado, y que para mediados del siglo fue el continente con mayor crecimiento, ello tuvo que ver con el incremento de la tasa de natalidad y una disminución de la tasa de mortalidad relacionada, pero no determinada, con la inversión que los gobiernos comenzaron a realizar en el área de la salud pública.

En el caso de México Gustavo Garza coincide con los anteriores autores pues señala que el crecimiento de la población y la urbanización de México de 1900 a 1940 fue de baja a moderada, sería a partir del segundo lustro de los años treinta, cuando el país se estabilizó y comenzó una reactivación económica que posibilitó un mayor crecimiento poblacional y urbano. En el caso particular del estado de Sinaloa, en 1910 Sinaloa contaba con 232,642, en 1921 con 341,265 y en 1930 su población había ascendido a 395,618. Vemos, que aunque en la década de mayor conflicto la población presentó apenas un pequeño crecimiento, en la siguiente el incremento fue de cerca del 15 por cien de la población.

Volviendo al ámbito internacional, ya en la segunda mitad del siglo XX, una vez que pasó la Segunda Guerra Mundial y en el contexto de un nuevo conflicto que ya no se dirimiría por medio de las armas sino por medio de la mutua amenaza entre las dos superpotencias que se erigieron tras la gran guerra -Estados Unidos y Rusia-, se caracterizó por una edad de oro que duraría hasta mediados de la década de los setenta y por el crecimiento sostenido de la población mundial producto de una economía mixta.

Una vez que inició el período de reconstrucción y se alcanzó cierta estabilidad en la mayor parte de los países, comenzó también un período de prosperidad que permitieron un cierto grado de desarrollo económico y posibilitaron el avance de la ciencia y la tecnología en los países más adelantados, ciencia y tecnología que posteriormente sería llevada a los países menos desarrollados.

La aplicación de esta ciencia y tecnología, motivada en mucho por la carrera armamentista y por un clima de incertidumbres que se prolongaría hasta la caída del socialismo real, impactó en diversos sectores de la sociedad. Los avances de la ciencia y la tecnología no sólo ayudaron a crear nuevas y mejoradas armas de destrucción masiva, también impactaron favorablemente en diversos sectores, en lo que se refiere a la biología y a la química permitieron avances en la industria farmacéutica que junto con la inversión que los gobiernos hicieron en materia de salud pública, ayudaron a que la esperanza de vida de la población no sólo aumentara sino que también mejorara considerablemente, pues enfermedades que antes no tenían cura y generaban mortandad ahora podían atenderse.

Los avances en la tecnología también impactaron de manera positiva en la generación de alimentos en cuanto a que ayudaron a generar una mayor producción de los mismos; la aplicación de la de tecnología en la agricultura con el uso de tractores y novedosa maquinaria agrícola, hicieron posible el sueño de una mayor abundancia de los agricultores. Ello permitió una mayor disposición de alimentos en el mercado como nunca antes se había visto en la historia de la humanidad, pero eso sólo fue una cara de la moneda porque del otro lado acarreó consigo efectos que modificaron el mundo rural y urbano a ritmos alarmantes.

III.- La población en movimiento. Del campo a la ciudad

Para Eric Hobsbawm, el cambio social más drástico ocurrido en el siglo XX fue la muerte del campesinado, fenómeno que se presentó sobre todo a partir del último tercio del siglo, pues a excepción de países como Inglaterra y Bélgica en los que su población rural ya había disminuido hacía algún tiempo, hasta bien entrado el siglo XX la población rural continuaba representando cerca de una cuarta parte de la población. En Francia, Suecia y Austria todavía representaban el 35 y 40 por cien de la población.

Las cifras que Hobsbawm nos brinda ofrecen una imagen clara de lo que realmente significó este cambio social: menos de cada tres ingleses o belgas se dedicaban a la agricultura; la población rural de Estados Unidos cayó en el mismo porcentaje; ningún país situado al oeste del muro tenía una población rural superior al 10 por cien, salvo el caso de Irlanda; en 1950 España y Portugal la población rural constituían la mitad de su población, al cabo de treinta años se había reducido 14.4 y 17.6 por cien, respectivamente; en Japón, se redujo del 52.4 por cien de la población al 9 por cien en 1985. En América Latina, el porcentaje de población rural se redujo a la mitad en veinte años en Colombia, en México y en Brasil; y cayó dos tercios en República Dominicana, Venezuela y en Jamaica.

Una situación similar se vivió en los países islámicos occidentales: Argelia redujo su población rural del 75 por cien al 20 por cien del total; Túnez del 68 al 23 por cien en poco más de treinta años; la pérdida de la mayoría de Marruecos se hizo en menos de diez años; Siria e Irak aún tenían a media población trabajando en la tierra a mediados de los cincuenta, pero al cabo de unos veinte años Siria había reducido este porcentaje a la mitad e Irak a menos de un tercio; en Irán los campesinos pasaron del 55 por cien a mediados de los años cincuenta al 29 por 100 a mediados de los ochenta.

Sólo hubo tres regiones que continuaron con una población mayormente rural: el África sudsahariana, el sur y sureste del continente asiático y China. Más del 90 por 100 en Nepal, el 70 por 100 en Liberia, o del 60 por 100 en Ghana o, incluso, cerca del 70 por 100 en la India. Pero incluso estas zonas tuvieron que enfrentar el embate del desarrollo económico.

Por primera vez después de miles de años en la historia del hombre, la mayoría de la población se encontraba

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