EL ACORAZADO POTEMKIN DESDE EL PATHETISMO

Las olas del mar ajetreado chocando con velocidad al grado de cubrir un cumulo de rocas al tiempo que el agua se eleva y salpica a distancia es la primera imagen que se muestra en El acorazado Potemkin. Se percibe desde el inicio de la película se sitúa en un contexto hostil, las olas del mar contra las rocas, un enfrentamiento natural.

Partiendo de ahí, la organicidad de tipo general que desarrolla esta obra posee como objetivo crear pathos con discurso de expectación de emociones tristes, de cólera, de rebelión, expresando aspectos denigrantes hacia la humanidad.

Como sucede en “Hombres y gusanos”, darles de comer carne con larvas de mosca, a la tripulación pese a que el médico del barco la inspeccionó y lo corroboró, su aportación no fue benéfica para ellos, originó descontento y división entre los niveles de jerarquía dentro del barco.

En primera instancia uno pensaría que los tratos poco o escasamente amables o humanos, por el background personal, que son parte de los “gajes del oficio” de ser militar, pero en seguida, por el desarrollo de la película, cambia la óptica hacia el lado humano, ese contexto bélico, y las condiciones en que duermen los marineros visto previamente.

La organicidad que lleva El acorazado Potemkin es compleja debido a que cada uno de los elementos vistos desde la óptica de un conjunto, muestra una complicidad para causar emociones, el orden es parte de la composición que determina las subidas y bajadas de pathos para quien ve la película, incluso, es una de los aspectos atractivos de esta obra ese juego de imágenes, música y emociones.

Ejemplo de ello es la imposición del capitán del barco quien de forma arbitraria, como militarmente su posición le permite, exige la presencia de toda la tripulación en la cubierta del barco para cuestionar la lealtad hacia sus ordenamientos y lineamientos en el lugar donde su jerarquía no debe ser refutada.

La construcción del discurso crea en el espectador una sensación de impotencia ante las órdenes del capitán, tal emoción se agudiza cuando los fusiles están apuntando hacia los marineros.

El desborde de emoción de la segunda parte “Drama en el golfo de Tendra”, o como en el libro lo llaman, Drama en el Alcázar, los tripulantes se encuentran en peligro de muerte debido a que en primera instancia los amenaza con hacerlos ahorcar y después la orden de fusilamiento, con la frase “los matare como a perros”.

La rebelión del grupo de fusilamiento contra el capitán y, por supuesto, el asesinato del primer marinero que se reveló (Vakulinchuk) contra la injusticia. Es la muerte de este la que contiene un enlace con el capítulo siguiente lo que la hace parecer una crónica.

Haciendo un paréntesis a lo anterior, es cierto lo que menciona Eisenstein en el libro respecto a la forma en que el espectador ve el filme, el contexto en que se encuentra y sobre todo la distancia de tiempos en que suceden los hechos; la lejanía o cercanía y la apreciación son factores para lograr un pathos.

Quizá las personas que han estado expuestas a este tipo de injusticias tengan un sentimiento más arraigado y la exaltación sea mayor, a quienes nos encontramos ajenos a ello lo experimentamos de otra forma.

Retomando la segunda parte, la confrontación que se da en la cubierta del barco, unidos los marineros y la tripulación que iba a fusilarlos, es uno de eso cambios que contiene esta organicidad, esa variación inesperada de los sucesos. En lo personal me causa una tajante pausa en la continuidad a ese hecho, pensé en la obviedad de escuchar disparos, no por querer ver sangre o por seguir las reglas, en realidad fue la inesperada hermandad o empatía hacía con los marineros en el momento preciso.

Tal vez uno espera que en ese tipo de contextos de milicia, los rasgos de afinidad, hermandad y empatía se pierdan, en especial si tomamos en cuenta que los soldados, marinos y aviadores están entrenados para seguir con estricto apego la orden de sus superiores.

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