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El Inmortal Que Sigue Entre Nosotros


Enviado por   •  1 de Julio de 2013  •  1.821 Palabras (8 Páginas)  •  419 Visitas

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Verenice Alfaro Hernández

El inmortal que sigue entre nosotros

A cabo de darme cuenta que lleva 56 años de muerto y me ha enamorado, hay que decirlo, los años de él no se reflejan en la pantalla ni siquiera al cambiar de película o con un close up.

Por algo su figura popular le dio el status de mito, de leyenda del inmortal Pedro Infante. Es probable que sus múltiples facetas no sean muchas, de “dicen que soy mujeriego no lo puedo yo evitar”, a ser un sacerdote, militar, indio, de ser el “yo sí le pego a mi mujer, yo sí soy hombre”.

Infante se vuelve un personaje dotado siempre de las mismas características de honra, de bohemio, justo y épico en el amor.

Encasillado en el cine ranchero, el actor se vuelve el símbolo de la idiosincrasia mexicana; así cada una de una de sus acciones se justifica película a película y cómo diría Sara García en Dicen que soy mujeriego, “si no te quisiera tanto condenado”, no te habrías convertido en ídolo.

No serías al día de hoy, el actor que México no ha vuelto a tener jamás, como escribiría Carlos Monsiváis “un film fracasa cuando ya no se continúa exhibiendo en la mente del espectador”, y en eso las cintas que protagoniza el sinaloense poseen el poder de una permanencia que sería imposible tratar de negar al reconocer el grito de “torito” o bien al soltar un par de silbidos después de entonar “yo tengo tentación de un beso”, como ocurre en Nosotros los pobres.

Por un lado los papeles que llevó a la pantalla grande, lo situaron siempre en los extremos, como un Pedro González en Un rincón cerca del cielo, desaforado, desdichado, al cual luego de morírsele el hijo por no tener para comprar las medicinas, encuentra que la miseria no es ser pobre porque la verdadera “es está que traigo cargando en el corazón”.

En el caso contrario los personajes ejecutados por él, resaltan en su mayoría por ser tipos de clase alta, vestir de ranchero, ser seguidos por un peón y cuando de fiestas se trata el traje negro de galán o el atuendo de mariachi lo acompañan.

Además las interpretaciones de Pedro Infante tratan de convertirlo en el prototipo de hombre de todas las mujeres pero ideal para una sola, es decir, puede ser él mil amores, el bandido de Martín Corona, una especie de Robin Hood, hombre solo de una mujer.

O incluso es la pareja de la mujer que justamente no lo merece, en Angelitos negros, él encarna al padre de una niña negra que sufre el menosprecio de su madre.

Son pocas las temáticas fuera de lo ranchero, las que muestran a un actor en cámara alejado de las botellas, la parranda y los duelos, en el caso de la anterior película, el tema de la discriminación racial logra un efecto conmovedor, ¨píntame angelitos negros, que también se van al cielo todos los negritos buenos”, interpreta al piano el mismo Pedro Infante “por qué desprecias tú color”, con lo anterior, el mito que construye al Pedro Infante Cruz, se deriva de las sensaciones producidas en los espectadores.

Al ver cualquiera de las más de 60 cintas, donde participa él también cantante, debe de notarse, que lejos de repetir el tema o el hilo conductor que concluye con un final evidente, debe notarse un factor, el papel de la mujer.

Las compañeras de créditos de Pedro Infante no gozan solo al igual que él, un perfil atractivo o condiciones sociales similares para ejemplificar en la historia.

Las mujeres en este tipo de películas cumplen con la función de enaltecer, al mismo ídolo, ellas tiene las mismas cualidades, su labor e enamorarlo, hacer que las seduzca para luego, tras el atrevimiento de él y robarles un beso ellas terminen a sus pies.

La figura de la mujer, es denigrada, él va a poseerlas y tomarlas en el momento que le parezca indicado, incluso aunque desde el inicio de la historia se planea quién es la mujer destino, lo machista de sus personajes, lo vuelven un juguetón para él cual la pena máxima son un par de bofetadas.

En lo que se refiere a los antagonistas o rivales, los va a conocer mejor en la parranda, cuando tienen algunas copas de por medio o un juega de cartas, en el cual; se entiende la confrontación porque a manera de un doble sentido uno y otro darán indicios para que el menos tolerante se levante, deje la mesa y suelte en primer puñetazo.

Siendo una figura de respeto dondequiera, el también cantante, resuelve las riñas a puños limpio, él no ataca por la espalda; en duelo como sucede en Los tres García con los López, donde se vacían las pistolas unos a otros.

Sin embargo, en múltiples actuaciones él se topa con que el rival a vencer es alguno de sus vicios, de modo que para salir ha de usar su pericia. Es decir,

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