El Ángel Exterminador

El Ángel Exterminador

Luis Buñuel

A veces sólo basta tener una sensación para que se deje de querer actuar. Lo inexplicable, irracional, imaginario y grandemente latente son los adjetivos predilectos para esta historia. Es prácticamente indescriptible la sensación que produce la trama de esta película en el espectador, que no hace sino esperar, precisamente: ansiedad, me atrevo a decir, es lo que se siente durante y después de terminada la película. Luis Buñuel, de manera simple, logra generar una trama lo suficientemente fuerte e interminable que nos sumerge completamente en la idea que se desarrolla: el apocalipsis.

Un solo escenario: un cuarto, muchas personas que acuden a una cena de burgueses; los protocolos de aquel tipo de sociedad, presentes. Un poco de música, una rica cena; pero una importante desaparición antes de comenzar el lío por parte de los sirvientes de la casa. La trama comienza sin mucho objetivo al cual llegar, nos parece que sólo es una parte de tantos escenarios que se van a ir presentando paulatinamente. La gente llega a casa de los Nóbile a cenar, cuando de pronto, cuando el cansancio y sopor los alcanza, deciden que prefieren quedarse a descansar por la noche en la casa. Sin embargo, al llegar la mañana, intentos no forzados de querer retirarse resultan en fracaso. Incluso pequeños detalles como un café para despertar, hacen que la gente simplemente permanezca en la sala.

De pronto – el giro es repentino – nos encontramos dentro de esa sala sin poder salir. La explicación es inexistente, pero la gente no se atreve a salir. A uno como espectador, comienza a entrarle la duda, y posiblemente comienza a establecer hipótesis acerca de ello. La situación es que ni los personajes, ni el que está viendo la película, puede enterarse del por qué, porque no existe. Incluso dentro de la película se menciona: “Tan fácil es salir de aquí como entrar. La puerta está abierta. Pero nadie se atreve a salir” (no es cita directa, pero el diálogo es similar).

Los de dentro de la casa no se mueven, y para recortar la trama, que se desarrolla en llegar a extremos de desesperación y pérdida de la cordura por parte de los personajes, los de adentro realizan esfuerzos sobrehumanos por sobrevivir dentro de una casa de la cual se puede salir; y los de afuera, no pueden atravesar la barrera desconocida para entrar. La casa es declarada en cuarentena, los alimentos se terminan, la muerte de personajes aparece, y no hay solución aparente para salir de la situación. El seguir el hilo de esta historia puede resultar en convertirse en uno más de los de adentro, o incluso en un tercer tipo de personaje que ve desde fuera de la historia tanto a los de adentro de la casa, como a los de afuera, pretendiendo que los primeros caigan en la cuenta de su irracional situación y que los segundos entren, ¡por el amor de Dios y ya!

Me parece que fuera de cualquier tipo de etiqueta de “surreal”, “metafórico” e “ilógico” que pueda tener este filme, el desarrollo en sí presenta una historia que está por demás descartada de nuestras carteleras actuales. Una trama tan lenta, y sin embargo tan cautivante, parecen fuera de todo aquello que conocemos. Sin embargo, ver esta historia es una experiencia de desesperación y miedo para todos que deja secuelas inmediatas al terminar. Incluso atravesar una puerta resulta difícil. El final de la película, de nuevo causas al parecer inofensivas para no poder salir, generan una segunda trama gemela que es totalmente inexplicable y desesperante por lo mismo.

Habiendo visto pocas películas, que como les llamamos, son “en blanco y negro”, puedo decir que son aquellas que me han dejado con más cuestiones que pensar y que analizar – incluso sentir – sobre sus tramas. Al inicio de todas, el audio y los movimientos de los actores pareciera más de teatro

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