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LA IMPORTANCIA QUE LA ELITE ILUSTRADA CONCEDIA A LA EDUCACION


Enviado por   •  14 de Junio de 2015  •  2.153 Palabras (9 Páginas)  •  287 Visitas

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LA IMPORTANCIA QUE LA ELITE ILUSTRADA CONCEDIA A LA EDUCACION.

El presente ensayo aborda temas importantes en la historia de la educación donde en esta época existieron grandes cambios; un ejemplo claro es que se impartieron otras materias además de la religión. Para lograr algunos cambios fue necesaria la actuación de los siguientes personajes influyentes en la elite ilustrada, me refiero a Lorenzo de Zabala, José María Luis Mora y Valentín Gómez Farías.

Este último personaje fue uno de los congresistas que intervinieron activamente en la Constitución de 1824. Ahora, en 1833, ocupaba la vicepresidencia de la República y, por ausencia temporal de Santa Anna, se encontraba en ejercicio del Poder Ejecutivo. Con Gómez Farías tuvo lugar una reforma radical legislativa. Él objetivo central de esta revolución ideológica del liberalismo es modernizar a México. Esto significa dotar a sus nacionales de un instrumental ideológico que permitiese, por un lado, el establecimiento de instituciones políticas liberales, y por el otro, de un instrumental material que permitiese la industrialización. Como exponente de estos puntos de vista, Mora es un precursor del positivismo mexicano, considerado en un momento culminante. El primer paso que ha de darse, en opinión de Mora, es orientar la educación por los caminos que deben corresponder a una nación que anhela estar a la altura de su tiempo. Es preciso, para la estabilidad de una reforma -dice Mora-, que sea gradual y caracterizada por revoluciones mentales que se extiendan a la sociedad, y modifiquen no sólo las opiniones de determinadas personas, sino las de toda la masa del pueblo. Cambiar la mente de los mexicanos, cambiar sus ideas, deberá ser la principal meta de los reformadores mexicanos. Mora, como todo el grupo liberal, considera como ciencia básica para esta transformación las llamadas ciencias sociales. Acusa a España de haber impedido la difusión de estas ciencias en sus colonias para mantener a sus vasallos en la más profunda ignorancia de su situación y sus derechos:

Tanto la educación monarca como la educación militar servían a los intereses de los grupos de los cuales eran formadores. Ni en una ni en otra instrucción se desarrollaba el espíritu de libre empresa; ese espíritu práctico que permite al hombre enfrentarse como individuo a la multitud de problemas que la vida cotidiana le presenta. El conjunto de preceptos, ejemplos, documentos, premios y castigos que constituye la educación de los colegios, no sólo no conduce a formar los hombres que han de servir en el mundo, sino que falsea y destruye de raíz todas las convicciones que constituyen al hombre positivo. Nada de lo que se aprende en estos colegios sirve al individuo en la vida práctica, con lo cual los que reciben esta educación no hacen otra cosa que ver cómo se acomodan en sus respectivos cuerpos para obtener dentro de ellos los privilegios que les ahorren esfuerzos para los que no han sido educados. El que se ha educado en colegio -agrega Mora- ha visto por sus propios ojos que de cuanto se le ha dicho y enseñado, nada o muy poca cosa es aplicable a los usos de la vida ordinaria; que ésta reposa bajo otras leyes que le son desconocidas, de que nada se le ha hablado, y que tienen por bases las necesidades comunes y ordinarias que jamás son objeto del estudio, y se hallan, por lo mismo, abandonadas a la rutina. Por un lado está la teoría y por el otro la práctica. En los colegios sólo se forman hombres teóricos, ajenos a su realidad. Hombres incapaces de enfrentarse a los problemas que la misma podía presentarles. Este tipo de educación no puede formar sino individuos enemigos de todo cambio, de todo adelanto y progreso. Individuos conservadores incapaces de transformar su realidad. Individuos apegados a viejas tradiciones o costumbres sin criterio alguno para, al menos, examinarlos y adaptarlos a las nuevas circunstancias.

Mora, consideraba necesaria una correspondencia entre la educación y los ideales a realizar por el Estado y la nación. El Estado no puede ser sino el realizador de algo que está por hacerse, y no el protector de algo que aún no existe. La libertad de enseñanza no puede ser protegida si previamente no se ha logrado. y ésta no se logrará mientras no se arrebate el monopolio de la educación a las fuerzas que la habían tomado en la Colonia. Es necesario, dice Mora, que el sistema de un gobierno se encuentre y marche de acuerdo con los principios educativos.

Gómez Farías comprende perfectamente lo que la nación necesita para establecer un régimen de gobierno que esté fuera de la influencia del clero y de los elementos reaccionarios.

Educación, no como una de tantas funciones del Estado, ni mera transmisión de experiencias universales, de una generación a otra. Antes bien, rebasando su contenido pedagógico y convertido en el instrumento esencial de las reformas sociales. La creación de la Dirección General de Instrucción Pública para el Distrito y Territorios de la Federación, significa toda una nueva manera de concebir las actividades pedagógicas del Estado.

El 26 de octubre de 1833, se previno el establecimiento de dos escuelas normales, una para varones y para mujeres la otra.

Las reformas de 1833, según atinado resumen de don Justo Sierra, perseguían tres fines: destruir los fueros eclesiásticos, hacer entrar los bienes de manos muertas (los que no podía enajenarse) en la circulación de la riqueza general y transformar por medio de la educación el espíritu de las generaciones nuevas; sin eso -comenta dicho historiador- no se podría llegar a la libertad religiosa o de conciencia, base de las demás.

El programa de la administración de Gómez Farías para mejorar la condición moral de las clases populares, suponía la destrucción del monopolio del clero en la educación y un gran impulso, tanto a la educación elemental como a la superior. Se instaló la Comisión del Plan de Estudios, que después fue

Dirección General de Instrucción Pública, con la misión de ocuparse fundamentalmente de examinar el estado de los establecimientos educativos. La Comisión determinó tres principios rectores: 1º Destruircuanto era inútil o perjudicial a la educación y enseñanza; 2º Establecer ésta en conformidad con las necesidades determinadas por el nuevo estado social; y 3º Difundir entre las masas los medios más precisos e indispensables de aprender. El gobierno, para alcanzar estos fines, solicitó al Congreso autorización para el arreglo de la instrucción pública y con ella procedió inmediatamente.

Por ley el 12 de octubre de 1833 se extingue el Colegio de Santa María de Todos Santos. Por ley de 19 de octubre

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