La Musica
Enviado por chiquilula • 1 de Julio de 2012 • 1.629 Palabras (7 Páginas) • 683 Visitas
La música es una de las expresiones más singulares e identificadoras del Paraguay. La misma apareció como creación del criollo, a mediados del siglo XIX. La Polca, que adoptó el nombre de un ritmo europeo, es la forma más típica y tiene sus versiones ligeramente distintas en la Galopa, el Kyre’ÿ y la Canción Paraguaya. Las dos primeras son más rápidas y alegres que la polca convencional y la tercera, un tanto más lenta y melancólica. Otras formas populares constituyen el Purahéi Jahe’o y el Compuesto, que cantan generalmente historias tristes, amorosas o épicas.
El paraguayo es un alma musical. Su característica en esta manifestación es que no canta en grupo. Canta solo. Lo que demuestra que el paraguayo es fundamentalmente un músico no porque es cierta aquella anécdota de que con la música los misioneros atraían a los indígenas, sino por la aparición espontánea de cantores solistas y conjuntos allá en los rincones perdidos de su tierra. Cada pueblito ha dado nacimiento a innumerables músicos. Anteriormente la manifestación más ordinaria del canto era del dúo. Pero la música se guarda para los acontecimientos sociales. El paraguayo difícilmente canta solo o a solas. Prefiere silbar, el silbido melodioso. Pareciera que el silbido es la manera más silenciosa y meditativa de hacer música. No distrae, no produce un ruido perturbador. El paraguayo se deleita con la música mientras se abstrae de lo que sucede alrededor, especialmente en sus viajes solitarios, silbando melodías propias.
La melodía de la música paraguaya responde a la preponderancia de cierto sentimiento moderadamente nostálgico, sea en ritmo de polka o de la guarania, de rasguido doble, de balseado o de chamamé, sea en los ritmos más rápidos y de interpretación más vivaz del “kyre´y” o la llamada “litoraleña”.
El paraguayo tiende a un ritmo lento. No es que se cambia al 6x4 ó 6x8. Lo que sucede es que las notas se alargan, toman más tiempo del que se le asigna según el significado de los signos musicales. Lo que deseo expresar es que el paraguayo tiende, por ejemplo, a convertir las semicorcheas en corcheas, las corcheas en negras y las negras en blancas y las blancas en redondas, pero sin perder el ritmo básico. Cuando se trata de la música religiosa sí que es el colmo cómo alargan las notas.
Dentro de la realidad de la expresión musical del paraguayo, la polka “yahe´ó” no es nada extraño. No se requiere ideologización para comprenderla. Sin mayor esfuerzo y sin mayor perspicacia musical se descubrirá el proceso de decadencia de la música paraguaya. No sé si faltan valores creativos o si se debería a la popularización de la música. Desaparecieron o dejaron de abundar los músicos inspirados con la sublimación de la música del pueblo. Es probable que ya en notables músicos folklóricos se hallen ya pronunciados los vestigios de esta tendencia.
A partir de algunos músicos proliferan los compositores muy populares que carecen de una inspiración suficientemente sólida para imprimir sublimidad a la expresión musical del pueblo. Componen con toda tosquedad de la mano callosa del agricultor. Ya no se liman sus obras y se le impone el estilo del alargamiento de los sonidos de las notas musicales. La polka “yahe´ó” no es un producto social sino que es, diríamos, la música paraguaya originaria. Las circunstancias trágicas nunca han dado origen a expresiones musicales luctuosas y desesperadas en el paraguayo. Ni siquiera la hecatombe del 70. Considerase el Campamento Cerro León, por ejemplo.
En cuando a expresión del alma del paraguayo predomina la nota mayor que da a la música paraguaya una nostalgia muy propia. Es muy diferente, por ejemplo, de la del Altiplano en la que predomina la nota menor resultando una música triste, casi desesperante. Pienso que la visión anonadante de la Cordillera de los Andes y otros fenómenos quizá sociales del pasado hayan impreso en el alma incaica la tristeza de la vida. Escuchando su música da la impresión de una etnia dominada, entregada, sin esperanza.
La tragedia para el paraguayo es un accidente de la vida: nunca podrá marcar su alma. Por eso carecemos de música de protesta propiamente dicha. Ni siquiera las letras son de real protesta a excepción única quizá de las Teodoro S. Mongelós. No se me escapa que en las décadas del 60 y 70 se han importado muchas letras de protesta y también música. Pero desaparecieron porque el paraguayo no soporta la tragedia. No condice con su identidad. Si la acepta, al poco tiempo verá destruida su alma quitándole el optimismo de la vida como hemos observado en tiempos de las ligas agrarias, dominadas por extranjeros con alma llena de amargura tal vez, del fracaso de sus propias tierras.
La lentitud de la melodía y cierta moderación en el tono responde al carácter contemplativo. Todo lo fuerte y lo rápido va directamente contra la contemplación, que requiere lentitud para contar con el tiempo de ponerse frente a las cosas o acontecimientos o las personas. La contemplación conlleva cierta paz o necesita una cierta dosis bastante alta de paz. Lo estrepitoso que hiere la interioridad anula a la contemplación. El paraguayo se aturde con lo estrepitoso.
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