Los Olvidados

Los olvidados cuenta una historia trágica y realista sobre la vida de unos niños en un barrio marginal de la Ciudad de México. Ilustra, particularmente, la relación de vasallaje establecida entre Pedro, un adolescente imprudente, y Jaibo, un delincuente sin escrúpulos. Efectivamente, trata de unos niños, más o menos abandonados, en México DF, que se han organizado en una banda para vivir. Escapado de un reformatorio, Jaibo ha tomado la dirección del grupo que empieza sus malas actuaciones en el sector, golpeando, para robarlo, a un mendigo músico y ciego. Jaibo, que había sido denunciado por Julián, lo mata delante de Pedro, el único testigo, que no dice nada. Rechazado por Marta, su madre, Pedro intenta recobrar su estima comenzando a trabajar, pero sus buenas intenciones son frustradas por el comportamiento de Jaibo que comete un robo del que acusan a Pedro.

Otro niño, que ha sido abandonado por su padre en la ciudad, Ojitos, entra al servicio del ciego como lazarillo, que ejerce de curandero en casa de Meche, una turbadora adolescente de la que el ciego se quiere aprovechar.

Detenido, Pedro se encuentra en el reformatorio del que viene Jaibo. El director de la institución, confiando en el chico, le da cincuenta pesos y le manda a un recado, pero Jaibo le roba el dinero. Pedro entonces le denuncia como asesino de Julián, y Jaibo se venga matándolo en el gallinero de la casa de Meche. Esta y su abuelo arrojan su cadáver a un muladar. Entretanto, Jaibo es abatido por disparos de la policía. Se trata de una doble muerte de Pedro y Jaibo que traduce que ni el bien ni el mal escapan a ella.

Conformemente con el titulo de la película, «olvidados» son todos sus personajes: Ojitos, que es abandonado por su padre en la gran ciudad para librarse de una boca que alimentar; Pedro, a quien su madre le niega el afecto y aun el sustento; esta, a su vez, repudiada y vejada por su marido, y luego abandonada; Jaibo, de orfandad total, que ha tenido que sobrevivir en la calle, e incluso el ciego, desasistido de beneficencia, por lo que tiene que mendigar en la calle, desvalido como el hombre-tronco, que se desplaza sobre un carrito con ruedas, y del que los chicos se burlan quitándole su medio de locomoción y tirándolo calle abajo.

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