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Mi Vida Es Mi Vida


Enviado por   •  3 de Octubre de 2014  •  1.160 Palabras (5 Páginas)  •  362 Visitas

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MI VIDA ES MI VIDA.

Tarnation (2003), de Jonathan Caouette.

Contarse a uno mismo, armarse como un rompecabezas con piezas que apenas encajan, recuperar la propia memoria. Todo eso es Tarnation, el autodocumental de Jonathan Caouette que pone en debate cuestiones como la democratización de las nuevas tecnologías, el uso de las home movies y la privacidad puesta a consideración de todos. En épocas del elogio de lo cotidiano y de la intimidad como relato, la película lleva al extremo todas las potencialidades del artificio retórico de las imágenes como arma de resistencia.

Tarnation es, además, un animal exótico, un dispositivo construido en el pasado para explicar el presente, un caso desmesurado que corre los límites del llamado trauma cinema. Este catálogo de complejidades filmadas en casa y relatos personales ensamblados por su director para reponer los vacíos espaciotemporales de su propia vida, deviene necesariamente en collage siniestro al estilo del unheimlich freudiano.

Puro exhibicionismo, la película es un juego de multiplicidades en el que Caouette (autor, narrador, personaje) hace un show de sí, oscilando todo el tiempo entre regresos y regresiones. El de su protagonista, un retorno improbable hacia las ruinas de una infancia herida por el abandono y la desolación. La de Reneé, su madre, a quien una enfermedad mental in crescendo la transforma en una niña vieja y trágica. Así es Tarnation, una suerte de diario éxtimo que sirve de pretexto para revisitar vínculos familiares atravesados por la marca de todas las ausencias posibles.

Del otro lado, el yo-espectador, un voyeur a la inversa, un mirador mirado. Jonathan sabe de golpes a la mandíbula y su film golpea con la belleza de la destrucción y la cadencia frenética de todas esas imágenes montadas y musicalizadas con oficio de campeón. Mientras tanto, permanecemos ahí, como monstruos fascinados por la degradación y el asco de este muestrario de emociones. Nosotros, los destinatarios y constructores de Tarnation, corriendo siempre un poco más allá los límites de la intimidad a medida que miramos.

La película sólo se explica en la era de la tematización del yo, de los borramientos entre lo privado, lo público y lo íntimo. Diez años atrás, cuando el joven Jonathan Caouette irrumpe con su relato anómalo y disfuncional, con esa falla en el sistema que significa Tarnation, la noción de cibercultura y redes digitales está en ciernes. Corre el 2003, la novedad son los blogs y los videos de YouTube y pasará tiempo hasta que la hiperconexión permita conocer, en tiempo real, la vida de los otros: Facebook, Twitter, Flickr, Instagram, el infinito. Las fotos y los videos que solían permanecer en el ámbito familiar, ahora se comparten y se viralizan en cuestión de segundos.

A nuevos accesos, nuevos procedimientos formales. Tarnation opera en los bordes, como síntoma de su época. Lejos de toda convención estética del género, no es documental estricto ni videoclip extendido, pero a la vez sí lo es. Su metodología para la construcción del relato es simple: el montaje de una gran variedad de materiales que el director arrastra consigo: películas en super 8, fotos escaneadas, actuaciones a cámara de un Jonathan adolescente, canciones que contextualizan la diégesis y componen los pequeños episodios de la vida que nos quiere contar.

Tarnation es hija formal de su época. Más allá del presupuesto de realidad proveniente de los mecanismos (auto)biográficos que la película contiene, Caouette le quita a su narrativa el componente de pudor y se corre del estereotipo de expectativas del documental como género. Las imágenes se alternan

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