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Enviado por   •  21 de Noviembre de 2012  •  Tesis  •  631 Palabras (3 Páginas)  •  302 Visitas

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Cuando uno está en conflicto con sus propios principios y costumbres, el mundo gira de manera vertiginosa ante cada suceso que se presenta. La sensación que precede ante el inminente ocaso de malestares ocasiona que todo lo que culmina en una nueva forma de ver las cosas se convierta en un simple ruido entre las mentes que no se oponen.

Hay muchos que necesitan del sustento de sentirse parte de algo, algo que consideran más grande que ellos mismos, con el propósito de saber que son importantes colectivamente ya que individualmente no han tenido la osadía de volverse presentes. La humanidad se ha caracterizado por mantenerse unida para arreglar conflictos aún a costa de crear nuevos conflictos. Las guerras, las luchas y las imposiciones no tendrían sustento si se tuviera consciente en cada uno de los que se manejan como humanos una presencia crítica y un individualismo colectivo, porque a fin de cuentas, la colectividad puede ocasionar graves problemas si se maneja por las pasiones más profundas de esa psique colectiva, basta que alguien pronuncie unas cuantas palabras que afecten a los corazones sensibles pero carentes de opinión para estimular fibras nerviosas y consolidar mentes que al final no sabrán porque hicieron las cosas y solamente se unieron a las causas porque no querían sentirse solos, desplazados o haberse perdido la oportunidad de ser algo más grande que ellos mismos.

La nobleza de una mente humana no radica en seguir ideas que otros han formulado y que pretenden inculcar que son las únicas formas para lograr los cambios. La nobleza humana radica en tener la convicción de defender posturas cuando la crítica dentro y fuera de los sucesos y las causas se ha agotado y se advierte que no hay mejor forma de emprender las situaciones adversas. Muchas de las grandes catástrofes en las que ha incurrido nuestra humanidad se deben a la falta de compromiso racional que cada uno debe de tener, pues es más fácil seguir con la marea de las masas que ir a contracorriente.

Nuestros ideales de revolución, de modificación y cambio de paradigmas en su mayoría no se han creado por la mayoría, sino por unos cuantos, unos cuantos que han tenido la osadía de manifestar su perspectiva aún a costa de sus propias vidas, a costa de su tranquilidad social y en detrimento en algunas ocasiones de su propia imagen. Hablamos todos de unión pero no cuestionamos cómo deben de darse las uniones, seguimos patrones de seguridad puesto que una sola vida puede morir por una noble causa y no ser tomada como tal, mientras que varias vidas acaecidas por diversas causas pueden manejarse como causas nobles. Aún tenemos miedo, no a las consecuencias abstraídas por nuestras decisiones afectadas por la manipulación en conjunto, sino miedo a dar voz a nuestras discrepancias ante la notoria voz de los que se han dejado consentir por el ardor de las masas.

Queremos el cambio, pero el

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