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PELICULAS


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2014  •  1.750 Palabras (7 Páginas)  •  164 Visitas

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El film permite reflexionar no sólo sobre el uso que de la tecnología se hace, sino también como el hombre busca mitigar la falta, la castración, la pérdida con la misma.

Me pregunto qué pasa a nivel del cuerpo de un sujeto, de las marcas en quien ha sido traído al mundo sólo para ser un puro cuerpo biológico- orgánico, un donante en vida. Y sobre todo, qué pasa en esa subjetividad cuando en la mirada de la madre no encuentra amor, sino que esta ve en su hija un puro instrumento que le permitirá no confrontarse con la pérdida de otra hija. Una hija por otra, es lo que esta en juego. Una hija demandada, en el lugar de objeto reparador tal como menciona la autora del trabajo, por una hija deseada que ocupa el lugar de la falta en la madre. El cuerpo de Anna es lo se demanda, lo que la madre demanda.

Dos versiones sobre el cuerpo podemos encontrar en el film. Dos versiones de por sí divergentes, la concebida por la anatomía y fisiología, y la del psicoanálisis que hace ruptura con el enfoque puramente biológico. Para el anatomista se trata de los órganos visibles y disecables, y que remiten al modelo de un cuerpo muerto, al modo de un cadáver. A esta visión del cuerpo podríamos asemejar el uso que se hace del cuerpo de Anna, como si fuese un cuerpo muerto sin un sujeto que lo habite, una pura carne.

Desde la perspectiva del psicoanálisis, el cuerpo es simbólico; es un cuerpo representado. Freud, nos lo presentaba en su estudio de las parálisis histéricas, donde las pacientes presentaban dificultades en la locomoción, dolores en la pierna al modo de Elizabeth von R. Estas alteraciones en la funcionalidad del cuerpo no correspondían a una configuración anatómica y organización fisiológica de un cuerpo/organismo. Es decir, que existe una independencia entre el funcionamiento del cuerpo de un sujeto y la anatomía. En consecuencia, el sujeto tiene una representación psíquica de su cuerpo.

Las marcas en el cuerpo son huellas que desde el deseo del Otro van marcando simbólicamente esa pura carne. Cuerpo que adviene, al ser atravesado por el lenguaje, en cuerpo subjetivado. Las marcas del Otro en el cuerpo son huellas de su presencia deseante. Estas inscripciones van haciendo a la estructuración subjetiva, al armado del cuerpo subjetivo. Ya no será un puro organismo, sino un niño con “un cuerpo”, cuerpo que le pertenecerá siempre y cuando no intervengan factores que perturben este advenimiento.

Si el cuerpo le pertenece al sujeto, podrá ser un instrumento del sujeto para hacer algo o llegar a donde él desee. Podrá imprimirle su singularidad más allá de los determinantes orgánicos que podrían estar en juego o de otro que se sirva del cuerpo en tanto orgánico, como instrumento.

Podemos pensar, si en Sara hubo deseo de un hijo respecto a esta niña. Esta madre en su función, ¿ha podido otorgarle un lugar simbólico diferente al de la limitación físico-funcionalidad? Otorgamiento simbólico desde el que será posible que se haga presente un sujeto que habrá construido de sí, una representación sana.

Esta imagen del cuerpo que el sujeto tenga, tendrá que ver con cómo ha sido mirado, libidinizado por esos padres. Sabemos que esta imagen del cuerpo se constituye en aquella virtualidad que Lacan ha conceptualizado como Estadío del Espejo. Me pregunto qué habrá pasado en Anna respecto a la constitución del cuerpo. Si el niño al nacer, nace con prematuración, con incompletad en la mielinización del sistema nervioso, vive su cuerpo de manera dispersa, no unificada. De manera anticipada, la unificación se logra, al identificarse el niño a una imagen que no es él. La unificación que reconoce el niño no es en el orden de la maduración orgánica, sino desde la mirada de aquel Otro que al libidinizar la imagen con la cual se identifica, produce un efecto estructurante. Esta realidad del cuerpo unificado tiene existencia más allá de lo orgánico.

Aquello que el niño ve es el rostro de la madre, como ella lo ve, así se verá relfejado. Me pregunto cómo se ve reflejada Anna en ese espejo que es su madre. ¿Como un cuerpo a ser cortado? ¿Un cuerpo a ser donado y desarmado al modo de un rompecabeza? ¿Como la salvadora?

Y pensemos que si lo que el niño ve reflejado es su propia imagen, en la que leerá si responde o no al ideal de la madre, Anna con qué ideal se encuentra en esa madre? Podemos pensar que el ideal de esos padres, en especial de la madre, es que su hija sea donante y salvadora de su hermana.

Interpretamos que Anna subjetivamente ha podido construir de sí misma una imagen del cuerpo más allá de las pretensiones de esta madre sobre su cuerpo orgánico, puesto que ha podido pasar de ser un cuerpo a tenerlo. Por eso podrá reclamar el derecho de autonomía sobre su cuerpo.

Mensaje de Mariana Pacheco » 7 de noviembre de 2011 » marian.pache@gmail.com

La decisión más difícil

Lo interesante del trabajo son los distintos puntos que aborda, y que dan la posibilidad para seguir pensando. Me refiero a:

La clíncia de niños como “suplemento”. En la práctica de la clínica de adultos, no puede soslayarse este “suplemento” al que hace referencia Estefanía.

Dicho rápidamente, la posición desde la que habla el paciente, es la posición de hijo. Claro está, que no estoy haciendo coincidir hijo con infantil.

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