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Pacto De Silencio


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2013  •  2.418 Palabras (10 Páginas)  •  246 Visitas

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“El pacto de silencio” y la necesidad de recobrar la memoria histórica.

La historia de España y su gente está indeleblemente marcada por la Guerra Civil, explosión y culminación sangrienta de las diferencias de un pueblo. La dictadura establecida por el General Francisco Franco trajo consigo la abolición de las instituciones de cultura del país; profesores y periodistas fueron destituidos y maestros de escuelas encarcelados y ejecutados. Los sindicatos y partidos políticos fueron prohibidos y el Estado estableció un efectivo aparato represivo contra oponentes y disidentes. Como si esto fuera poco, Franco hizo uso de mano de obra esclava para reconstruir las ruinas que dejó la guerra y erigir el Valle de los Caídos, un enorme monumento a la victoria nacional, donde se encuentran, entre otros, los restos del Dictador y de José Antonio Primo de Rivera.

En 1939, al finalizar la Guerra Civil con la victoria de los nacionales, comienza una etapa de transición entre las fuerzas emergentes y los colaboracionistas. España estaba profundamente herida y el pueblo necesitaba unirse para poder sanar. Así, de manera tácita, surge el llamado “pacto de silencio” o de “no agresión”; un acuerdo que nació sin la necesidad de firmar documentos o promulgar leyes, en el que la gente acordó, casi de forma espontánea, callar y olvidar el pasado, para poder concentrarse en el fortalecimiento del presente y la construcción del futuro. Sirvió para apaciguar la culpabilidad de un grupo (los que de una u otra forma habían sido colaboradores de Franco), y darle a los vencidos un “respiro” liberador. Todos parecían estar de acuerdo en que no era el momento para hablar de lo ocurrido y se desarrolló un lenguaje “alternativo” en el que, por ejemplo, al “caudillo” se le llamaba “general” y a la “dictadura”, “el régimen anterior”; en fin, es como si la Historia le hubiera concedido una tregüa al franquismo.

¿Pero, que pasó con el sobreviviente que regresó de la guerra a adaptarse a una nueva vida dejando muertos y destrucción atrás? ¿Qué pasó con el familiar de ese hijo, de ese hermano, de ese esposo que nunca volvió? ¿Qué pasó con ese amigo, esa madre, esa esposa que ni siquiera tuvo el consuelo de enterrar a su muerto?

La memoria no perdona y el pasado no se puede olvidar. El ser humano necesita cerrar de alguna manera los procesos que han quedado inconclusos y han sido traumáticos, para poder seguir adelante con su vida; el ser humano necesita llorar a sus muertos y este “pacto” propuso tapar la herida sin que esta hubiera sanado.

A los sobrevivientes que fueron derrotados en la Guerra Civil no se les permitió vivir un duelo; tampoco a sus familiares. Ese necesario proceso de adaptación a una nueva situación que propone el contacto con el vacío de la pérdida y la importancia de vivir el sufrimiento, el dolor y la frustración que esta conlleva, no les fue concedido. Los sobrevivientes tuvieron que callar su dolor, taponar sus heridas y ahogar sus quejidos. España contó la historia de los vencedores, más no la de los vencidos.

Para el mundo la Guerra Civil culminó en 1939, pero, para mucha gente, aún no ha terminado, y no terminará hasta que puedan narrar su historia.

Las nuevas generaciones conocen sólo una versión que les fue contada por los vencedores, pero existe una necesidad intrínsica y pujante de conocer la historia que no se contó, la que fue censurada, la que sólo ha llegado a sus oídos por los “cuentos” de un familiar o conocido.

Han pasado más de 70 años desde 1939 y más de 30 desde la muerte de Franco y todavía, no se conoce con exactitud el número de víctimas de la represión política; miles de familiares siguen sin saber dónde están los restos de sus muertos y, hasta ahora, no se han realizado investigaciones para encontrar a los responsables o encausar a los sospechosos de tantos crímenes.

Frente a esta situación, España reclama su pasado para poder seguir caminando hacia el futuro y el arte, como expresión de los sentimientos humanos e instrumento de denuncia, ha tomado parte en esta búsqueda de las raíces del desencuentro del pueblo español, alimentando la investigación y exposición de este momento histórico que es necesario revivir para que pueda, de una vez y por todas, descansar en paz.

Es así como cineastas y escritores españoles siguen recurriendo a los eventos de la Guerra Civil y el franquismo, en un esfuerzo por devolverle a la historia, un trozo que le fue robado.

“Soldados de Salamina” , escrita por el periodista Javier Cercas, es una clara y vívida expresión de este proceso tan universal y, a la vez, tan español. La narración es sencilla y poco pretenciosa, pero es, ante todo, humana. Defiende el bien moral y nos lleva a emprender un viaje a través de la memoria y su valor .

Cercas “tropieza” con la historia nunca contada de Rafael Sánchez Masas, quien se encuentra con un militante del ejército enemigo y este, le perdona la vida. Cercas hace un estudio exhaustivo para dar con la verdadera historia de este hecho humano y anecdótico. Entrevista a sobrevivientes de este acontecimiento y a sus familiares. Redime un pedazo de la historia desde un punto de vista humano y personal; la historia del militar que no fue capaz de matar a otro ser humano aunque fuera, supuestamente, su enemigo; la historia de Sánchez Masas, rescatado de la muerte por este “amigo” sin nombre al que nunca olvidará; y la historia de los héroes desconocidos, los que dieron su vida por una causa que muchas veces, ni siquiera comprendían y que han sido desterrados de la memoria del país, sobreviviendo sólo por el recuerdo de quienes los amaron, y de escritores como Cercas que han logrado inmortalizarlos a través de la palabra.

Esta novela fue llevada al cine por David Trueba quien, conmovido por este relato, nos dio su versión de los hechos y le puso caras a estos protagonistas desconocidos.

La trama, en la película, se inclina hacia la de la escritora (Cercas, en su novela) que busca, como los héroes de la guerra, ser rescatada del anonimato.

Una de las ventajas que nos ofrece la cinematografía es, precisamente, la parte visual. Claro ejemplo es una escena en la que un joven soldado, abstraído por un instante en los versos de un paso doble, baila con su fusil mientras tararea “Suspiros de España”, logrando darle un toque de poesía a este mundo crudo y desgarrador.

Ambos planteamientos nos presentan esos protagonistas grises de la guerra. Al final es una historia de amor, donde los sentimientos humanos del bien prevalecen.

Otro de los muchos escritores que han abordado este tema es Sanchis Siniestra, con su obra de teatro: “¡Ay, Carmela!”, llevándonos a recordar las dos Españas

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