Reseña de "La rosa blanca"

La rosa blanca - Ignacio López Tarso

La película nos muestra al personaje principal, el señor Jacinto Yáñez y a personajes secundarios como lo es su familia. Por otra parte tenemos al villano de la historia, la compañía petrolera Condor.

La trama de la película gira en torno a La Rosa Blanca, un rancho que se encuentra entre propiedades con potencial petrolero, por lo que resulta de múltiples intereses poseer la propiedad. Ante la negativa de Jacinto de vender, la compañía hace lo impensable por conseguirla.

El señor Yáñez no codicia riquezas, así como los nativos americanos se extasiaban con la belleza de la naturaleza, encontraban en ella un sentido de pertenencia y veían en ella un destello de divinidad, así Jacinto con esas tierras Veracruzanas. De nuevo, la mano avara del capitalismo llegó a exprimir la abundancia para convertirla en ganancias, así como muchos indios americanos fueron despojados de su tierra en el proceso de conquista norteamericana.

El nulo sentido de respeto por la dignidad humana se refleja cuando Jacinto es llevado a Los Ángeles con mentiras donde, de nuevo, se niega a vender su rancho. Esta vez los empresarios traman el deceso de Jacinto, luego falsifican firmas y trámites legales y, por fin, consiguen lo que tanto habían encaprichado.

La familia logra llegar ante el gobernador de Veracruz, quien se compromete a buscar alguna falla en el proceso de compra-venta, sin embargo es necesario que desalojen la propiedad. Decenas de personas se ven obligadas a dejar sus trabajos y sus hogares. La compañía establece torres de extracción donde los campesinos, como última opción, acceden a trabajar.

Esta no es la primer injusticia que recibe el pueblo, los sueldos de los obreros no eran recíprocos a su trabajo, las condiciones laborales eran injustas. Todo estalla cuando mueren unos trabajadores en un accidente. La compañía se niega a pagar indemnización o a mejorar la seguridad. Entonces se dan manifestaciones, huelgas y expresiones de inconformismo por parte de la clase obrera.

Al parecer sus voces son escuchadas. El 18 de marzo de 1938, el entonces presidente, el general Lázaro Cárdenas del Río, declara expropiada la industria petrolera en el país. Obviamente esto generó descontento internacional, pero no se retractó dicha decisión.

Las muestras de injusticia se hacen más que evidentes. Lo que no es evidente (a juzgar por la especie de letargo en la que se encuentra el pueblo mexicano) es cómo exigir el derecho. Por toda la historia los poderosos pueden oprimir a los humildes, esto acaba cuando el descontento se acumula, se unifica la sociedad y las voces se levantan unísonas hacia un mismo horizonte: revolución.

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