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Reseña del concierto OFUNAM.


Enviado por   •  2 de Mayo de 2016  •  Reseña  •  737 Palabras (3 Páginas)  •  449 Visitas

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CONCIERTO. (OFUMAN)

Iván Cortés, de Cuba, dirige la Orquesta Filarmónica de la UNAM, en un concierto global esplendoroso, donde brilló el chelista mexicano Carlos Prieto.

Richard Wagner (Obertura “La prohibición de amar”); Joaquín Gutiérrez Heras (“Fantasía concertante para violonchelo y orquesta”), y, Piotr Ilich Tchaikovsky (“Variaciones sobre un tema rococó para violonchelo y orquesta”), en la primera parte. Y en la segunda la maravillosa “Serenata número 1 en Re Mayor”, completa con sus seis movimientos desde el allegro molto hasta el rondó. Exquisita. Hay un instante en esta pieza, cuando el melómano deja volar la imaginación, algún conocimiento histórico de la vida del autor, que me hizo pensar, seguramente si Johannes Brahms se la hubiera tocado a la viuda Clara Schumann, ésta lo habría aceptado. Disquisición aparte.

Los directores, a mi juicio, suelen concitar los ánimos en ambos sentidos: o hipnotizan al público por su carisma y personalidad o los devora la orquesta o el solista en ciertos casos. La juvenil presencia de Iván Cortés tiene un magnetismo arrobador. Su estilo personal: sobrio, con una batuta en estricto control de movimientos, gestual transmite la grandeza de su interpretación. Con la característica de atender puntual a cada grupo de instrumentistas.

La sincronización de sus manos indica el instante preciso del acorde a destacar. Los alientos, las percusiones y la entrada exactos del chelo excelso del solista Prieto en ambas piezas: “La fantasía”, del mexicano Gutiérrez Heras, bella, intensa transportándonos con arrobamiento a nuestro propio mundo “de fantasía”. A mí me sucede eso con frecuencia, abstraído y absorto me separo del lugar y voy a mi propio mundo de evocaciones.

Como el primer acorde de la “Obertura” de Wagner justamente con un cascabeleo mágico con ese título inquietante “La prohibición de amar”. El pandero en las manos también juveniles del maestro percusionista de la OFUNAM, inserta al espectador en la magia de Wagner, relacioné aquella imagen del actor Robert Duval, cuando desde el helicóptero lanza el estruendo wagneriano en “Apocalipsy Now”, del musical previo al bombardeo contra el vietcong (que me perdone Wagner).

Carlos Prieto, nuestro chelista, nos deleitó hasta la hipnosis. La ovación en ambas piezas. En la del mexicano, estando en la sala lo llamó ante el merecidísimo aplauso para ambos: ejecutante y autor. Y luego el encore: Jiga de Bach.

El final del concierto apoteósico. Un Brahms maravilloso en  la  interpretación  de  Iván  Cortés, quien posee un estilo –otra vez a mi juicio-, ortodoxo y bellamente académico, con una austeridad en su batuta que atiende puntual a cada segmento orquestal.

Aquí hago un paréntesis. Juan Arturo Brennan, autor de las eruditas y bien consultadas notas del programa de mano, critica a la distancia, sin que éste se pueda defender a Eduard Hanslick (crítico vienés), quien escribió en el periódico Freie Presse, respecto del estreno de la pieza de Brahms: “El primer movimiento nos pareció la perla de toda la obra y es quizá el movimiento más bonito escrito por Brahms hasta la fecha. El color instrumental y la gracia de la melodía le dan la cualidad de la música nocturna, y está llena de luz de luna y el aroma de las lilas”. Pues sí, es todo eso y más. Aunque nos tachen de “subjetivos y cursis”, como dice Brennan

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