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11 de septiembre de 2001


Enviado por   •  11 de Abril de 2014  •  Ensayo  •  1.356 Palabras (6 Páginas)  •  417 Visitas

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El 11 de septiembre de 2001 marcó el inicio de la transición a un nuevo periodo en la política internacional o, por lo menos, alertó a Estados Unidos y a algunos de los países occidentales sobre la existencia y progresión de una nueva era ya en curso. En la década previa a esos eventos trágicos, el sistema internacional estaba en una etapa de conversión de la estática estructura bipolar de la guerra fría en otra en la que el fracaso del estado, los conflictos nacionalistas y étnicos y las luchas por la autodeterminación devenían cada vez más comunes y problemáticos. Al mismo tiempo, los procesos de globalización aceleraron la integración económica y la desigualdad estructural bajo los principios del neoliberalismo occidental.

La década también resultó ilustrativa acerca de la realidad de un orden mundial unipolar. Aunque en ocasiones ambivalentes sobre su poder, Estados Unidos consolidó su rol como única fuerza hegemónica mundial, conduciendo los asuntos internacionales en un cierto número de áreas políticas y económicas clave. Desarrollos recientes en Oriente Medio han servido para subrayar ese cambio estructural.

Los planificadores políticos respondieron a los acontecimientos del periodo de la posguerra fría de una forma dispareja y hasta incierta. La intervención humanitaria y de pacificación, por ejemplo, pasó a ser un cometido de la seguridad nacional, pero cuando tuvo lugar la más catastrófica matanza étnica en décadas, la de Ruanda, la comunidad internacional guiada por Occidente no hizo virtualmente nada. El orden internacional de la posguerra fría fue finalmente, como muchos aseguran, un tipo de “desorden”.

Al examinar el sistema internacional y la seguridad internacional del post-11/S, un cierto número de elementos clave de cambio y continuidad emerge en el laberinto. En términos de continuidad, el Estado permanece como la espina dorsal de la política internacional y del apuntalamiento de la sociedad internacional. Bien que modificado por los procesos de globalización y cuestionado por las nuevas formas de guerra, el Estado territorial permanece como la forma preeminente de la organización política global en la conducción de los asuntos internacionales (incluyendo el hecho de ser el blanco, y a veces el patrocinador, del terrorismo), y sigue siendo la meta final para un cierto número de actores no estatales (v.gr. la Organización para la Liberación de Palestina). En esta continuidad reside la ininterrumpida importancia del poder estatal -tal y como lo ha ilustrado la reciente guerra de Estados Unidos contra Irak-, así como la proyección de la identidad colectiva, en particular el nacionalismo.

En concomitancia con el Estado moderno y sus tradiciones en las relaciones internacionales están las fronteras políticas territoriales. En tanto que demarcaciones socio-políticas de diferencia y zonas históricas de respuesta, los confines internacionales siguen siendo claves, pese a las afirmaciones de algunos hiperglobalistas de que las fronteras nacionales están desapareciendo (ver en especial Ohmae, 1995). Aun cuando su importancia en términos de capital, información, y bienes y servicios haya ido disminuyendo, se mantienen como marcas esenciales de identidad nacional y como objetos a asegurar -sobre todo contra personas (inmigrantes, terroristas, redes criminales)- por el Estado nación. El estudio que incluimos ilustra este punto en la frontera Estados Unidos-México.

Mientras que el terrorismo por sí mismo es un fenómeno político de larga duración, en el período de transición es único en el sentido de que puede ir a lomos del lado más obscuro de la globalización: las mismas redes de comercio, transporte y comunicaciones que fácilmente atraviesan las fronteras nacionales pueden también ser utilizadas por las redes terroristas transnacionales para organizar y conducir la violencia política (Jervis 2002). Al Qaeda, como indica Smith (2002), representa en particular el nuevo modelo de terrorismo transnacional con sus múltiples células.

Alimentada por la desigualdad creciente, el

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