Once De Septiembre

Dos reporteros de Reuters viajaron con George W. Bush el 11 de Septiembre de 2001, en lo que en un principio se trataba de un viaje a Florida para promover la educación.

Éstos son algunos de los recuerdos de ese día, y los que siguieron, mientras ellos eran testigos de la evolución de Bush como líder de un país que disfrutaba de paz y prosperidad a un presidente en tiempos de guerra.

Arshad Mohammed:

"Señor presidente, ¿es usted consciente de los informes que apuntan a que ha habido un accidente de avión en Nueva York?"

Le hice esa pregunta a Bush en el aula de Florida sin saber que acababa de enterarse de que la segunda torre del World Trade Center había sido alcanzada por un avión.

Aquellos minutos en la escuela Emma E. Booker Elementary ilustran las bendiciones y frustraciones que proporciona estar dentro del grupo de medios que acompaña al presidente en sus viajes oficiales.

Por un lado, somos testigos de la historia en tiempo real pero por otro el flujo de información no deja de estar controlado y no siempre nuestras preguntas son respondidas.

Nosotros sabíamos que la primera torre había sido golpeada pero no la segunda y tampoco sabíamos quue el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Andrew Card, se lo había dicho. Desconocíamos, por tanto, lo que podría suceder a continuación.

Bush restó importancia a mi pregunta y salió un poco más tarde de la biblioteca de la escuela para decir: "Hoy hemos tenido una tragedia nacional. Dos aviones se han estrellado en el World Trade Center en un aparante ataque terrorista en nuestro país".

Soprendido por los ataques, Bush dio una respuesta vacilante en un principio y se pasó el resto del día volando por todo el país en el avión presidencial huyendo de un enemigo invisible en lugar de regresar a Washington. Unos movimientos que levantaron suspicacias sobre su liderazgo en el tumulto de la crisis.

Sólo unos días después, cuando visitó los restos aún humeantes de lo que un día fueron las torres del Worl Trade Center volvió a recuperar el equilibro con un dramático discurso improvisado.

Según el informe de la Comisión del 11 de Septiembre, el presidente se enteró del ataque al Pentágono de camino al aeropuerto y aceptó a regañadientes el consejo del Servicio Secreto para que no regresara a Washington.

Antes de volver a subir al avión, un equipo de agentes de seguridad y perros rastreadores realizó un nuevo control a los miembros de los medios que acompañaban al presidente. Una medida inusual, teniendo en cuenta que ya habían pasado otro, pero que sugería que el Servicio Secreto no quería correr riesgos.

Cerca de las escaleras traseras, un funcionario de la Casa Blanca, en una rara muestra de emoción, comenzó a gritar si todo el mundo

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