Análisis Libro El Ejecutivo Al Minuto
Enviado por abnerrig • 12 de Agosto de 2011 • 4.649 Palabras (19 Páginas) • 14.806 Visitas
Análisis del Libro
“El Ejecutivo al Minuto”
Introducción
El libro “El Ejecutivo al minuto” nos permite analizar y ver a forma como los ejecutivos deben guiar su accionar en el proceso administrativo de los recursos humanos. Mediante este análisis observaremos la importancia de las acciones que un ejecutivo debe poner en práctica a la hora de dirigir a un grupo de personas. Este documento nos hace referencia y énfasis en las maneras y comportamientos que debemos considerar para poder ser un buen líder y a la vez tener buenos resultados en la empresa.
En resumen nos muestra tres puntos importantes los cuales se debemos seguir para que los empleados y también los líderes se sientan a gusto al realizar el trabajo:
a) La previsión de los objetivos donde se examinan los objetivos, se comprueba el rendimiento y se adecua el trabajo con las tareas.
b) Los elogios de un minuto donde nos habla acerca de que cada empleado debe recibir un elogio por su trabajo ya que esto hace que la actitud de la persona se sienta bien y feliz por sus resultados, también que va por el buen camino y así habrá comodidad para las próximas tareas y la empresa tendrá buenos resultados.
c) Las reprimendas de un minuto donde el autor nos explica que toda persona comete errores, lo importante a saber es cómo reaccionar a la hora de verlos sin causar enojo ni malas enfrentamientos siendo el ejecutivo al mando.
Este libro enseña técnicas y prácticas de gestión empresarial que muestran cómo métodos aparentemente sencillos resultan de la mayor eficacia, que han ayudado a miles de ejecutivos a aumentar su productividad, a apreciar el trabajo bien hecho y a crecer como personas.
I. La búsqueda
Había una vez un joven despierto e inteligente en busca de un director ejecutivo eficaz para quien trabajar y, a largo plazo, poder emular en su sabiduría.
Su búsqueda le había llevado a lo largo de los años por todos los rincones del planeta. Se había entrevistado con altos cargos de la administración, generales de muchos ejércitos, ejecutivos de grandes corporaciones y decanos de universidades. Empezaba a vislumbrar todo el abanico de métodos existente para dirigir a las personas. Sin embargo, a pesar de todo lo que había conocido, no estaba satisfecho con nada de ello.
A lo largo de su periplo había encontrado dos tipos de ejecutivos: los autocráticos “duros” y los democráticos “bondadosos”. Pero ambos estilos de liderazgo le parecían sólo parcialmente eficientes. “Es tan solo como ser medio ejecutivo”, pensaba, y con esa conclusión regresó por fin a casa cansado y descorazonado. Hacía ya bastante tiempo que habría podido desistir de su empeño, pero contaba con una gran ventaja: sabía claramente lo que estaba buscando.
Al poco tiempo de volver a su hogar llegaron a sus oídos noticias de un ejecutivo peculiar que, casualmente, vivía en una ciudad cercana a la suya. Oyó decir que a la gente le encantaba trabajar con aquel hombre y que colaborando entre todos obtenían unos resultados muy meritorios.
Lleno de curiosidad, llamó a la secretaria de tan singular ejecutivo para intentar conseguir una entrevista con él. La secretaria le pasó inmediatamente con su jefe y el joven le preguntó cuándo sería posible visitarlo.
“En cualquier momento de la semana, excepto el miércoles por la mañana. Escoja usted el día y la hora que mejor le convengan”.
El joven sonrió para sus adentros al oír la respuesta de aquel ejecutivo del que había oído contar maravillas; sin duda, debía de estar un poco chalado. Pues ¿qué gran ejecutivo podría disponer de tantísimo tiempo libre? En cualquier caso, ya había sucumbido a la fascinación y se presentaría para hablar con él.
II. El Ejecutivo al Minuto
Cuando el joven llegó al despacho del ejecutivo, después de las presentaciones de rigor, lo primero por lo que se interesó fue por si mantenía encuentros regulares con sus subordinados.- Sí, los tengo: el miércoles de cada semana, entre las nueve y las once de la mañana. Por eso le dije que no podríamos vernos en ese momento. – ¿Qué se hace en esas reuniones? –preguntó el joven. Presto atención a cómo mis empleados examinan y analizan lo que han realizado durante la semana anterior, los problemas que encuentran y lo que aún les queda pendiente de llevar a término. Luego evaluamos los planes y estrategias para la semana siguiente. - Las decisiones que toman en esas reuniones, ¿les responsabilizan tanto a usted como a su personal?
- Bien, entonces es usted consciente de lo importante que es la productividad. Podríamos decir que está usted más orientado hacia los resultados que hacia el personal –sugirió el joven. ¡No! –gritó el ejecutivo, sorprendiendo a su visitante-. Oigo decir esas cosas demasiado a menudo. ¿Cómo podría obtener resultados si no fuera gracias a mis colaboradores? Me preocupo por mi personal y por los resultados. Ambos caminan juntos.
Al cabo de unos instantes, prosiguió: - Ahora, joven, mire esto –el ejecutivo señaló un rótulo-. Lo tengo sobre mi mesa para que me recuerde una gran verdad.
“Las personas que se sienten satisfechas de sí mismas obtienen buenos resultados”
Mientras el joven leía estas palabras, el ejecutivo aseveró: - El mejor modo de conseguir una productividad de los empleados, es decir, lograr de ellos un fruto excepcional, tanto en cantidad como en calidad, es contar con su colaboración.
El interés del joven iba in crescendo, así que le preguntó: Bueno, ya me ha dicho que no es usted un ejecutivo participativo. ¿Cómo se definiría entonces? i- De manera muy fácil –respondió sin vacilación-. Soy un Ejecutivo al Minuto.- Dice que es usted... ¿un qué? –preguntó asombrado el joven.
- Soy un Ejecutivo al Minuto. Me llamo a mí mismo de esta forma porque necesito poco tiempo para conseguir un trabajo excelente de mi personal. No me cree, ¿verdad? –deduciéndolo por la cara de sorpresa del joven-. Le voy a decir una cosa: si quiere saber realmente qué tipo de ejecutivo soy, lo mejor será que hable con mis colaboradores.
Se inclinó entonces sobre la mesa y llamó por el interfono a su secretaria, que al momento entró en el despacho y le entregó un papel.
III. El primer secreto: la Previsión de Objetivos de un Minuto
Cuando llegó a su oficina, se encontró con un hombre de mediana edad que lo recibió con una sonrisa: - Bueno, me he enterado
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