Comercio en las sociedades antiguas.

El comercio está presente desde el principio de la civilización, presente en todas estas, México no es la excepción. El comercio sin duda es un menester diario del ser humano en una vida civilizada; Este se da por medio una organización social, en las grandes llanuras semideserticas del norte de México se desarrollaba un tipo de vida semisedentaria formada por grupos de 25 a 30, eran sociedades igualitarias en las que cada individuo desempeñaba una tarea en específico dependiendo de sus características personales, se especializaban en la explotación exhaustiva de los recursos que el medio ambiente ofrecía.

En pueblos más civilizados para enfrentar los problemas que generaban el cambio de la agricultura de auto subsistencia por una agricultura de tipo comercial los indígenas comenzaron a crear organizaciones de producción reinvirtiendo sus ingresos hasta lograr una capitalización mínima que les permitiera pensar en proyectos aún mayores, su pequeño capital lo complementan con financiamientos de organizaciones no gubernamentales nacionales y extranjeras, y también de instituciones del gobierno estatal y federal.

Como parte de su estrategia económica, la mayoría de las organizaciones tiende a diversificar sus actividades, así los cafetaleros pueden tener proyectos hortícolas o artesanales. Y en buena medida han incorporado trabajos de tipo cultural revalorando el uso de la lengua materna.

En el posclásico tardío la economía de los tarascos fue mixta basándose principalmente en la agricultura, cultivo de maíz, frijoles y calabaza; practicaron pesca, cacería y recolección de frutos y semillas, la organización económica se caracterizó por la división del trabajo y la formación de especialistas en cada aspecto.

Por largo tiempo el maíz funcionó como el sustento de la economía familiar y comunal y proporcionó las condiciones para la reproducción de la cultura de la etnia.

El maíz, el frijol y otros productos son conservados en graneros construidos por unidades familiares.

Los comerciantes o pochtecas fueron los verdaderos artífices de la actividad que cambiaría durante la época mexica. Ellos trazaron rutas comerciales que los comunicaban con todos los territorios ricos que componían el imperio. Estos pochtecas regresaban a México-Tenochtitlán cargados de diversos productos, destacaban los valiosos atriculos suntuarios, que solo los nobles podía adquirir y lucir orgullosamente: pieles de venado y jaguar, copal, jade, turquesa, oro y plata, diferentes tipos de concha y sal traídas desde las costas, así como plumas preciosas de aves que sobrevolaban en esos tiempos los cielos mexicanos.

Por otra parte México-Tenochtitlán impuso a través de la guerra un férreo sistema de tributaje a las provincias sometidas. De esta forma llegaron a la “Ciudad de Huitzilopochtli” enormes cantidades de maíz, frijol y granos varios, como la muestra del documento conocido como la “Matricula de Tributos, cabe mencionar que desde el Soconusco chiapaneco arriaba el preciado cacao usado también como moneda.

Fueron el tributo y el comercio los sólidos

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