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Cómo cambiar y tener éxito en condiciones adversas


Enviado por   •  10 de Octubre de 2011  •  Monografía  •  10.154 Palabras (41 Páginas)  •  746 Visitas

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Nuestro témpano se derrite

Nuestro témpano se derrite

Cómo cambiar y tener éxito en condiciones adversas

John Kotter

Holger Rathgeber

Prefacio

A primera vista, este maravilloso libro parece ser una sencilla fábula fácil de leer y entender; pero ésa es exactamente la punta del prover¬bial iceberg.

Al trabajar con John Kotter en la Escuela de Negocios de Harvard, me di cuenta de que él sabe más sobre el cambio en las organiza¬ciones que cualquiera en cualquier parte del mundo. Líderes y gerentes en todas par¬tes han leído su muy respetado libro Leading Cbange y descubierto que utilizar sus Ocho Pasos es la mejor manera de asegurar que el cambio organizacional se dé con éxito.

Qué tiene eso que ver con la mayoría de no¬sotros?

Pues bien, gracias a Nuestro témpano se derrite, todos los que trabajan en cualquier tipo de or¬ganización - y eso quiere decir la mayoría de la gente-pueden ahora descubrir cómo utili¬ zar los Ocho Pasos y disfrutar de más éxito en estos tiempos cambiantes.

El profesor Kotter y su igualmente creativo coautor, Holger Rathgeber, nos permiten ver cómo un grupo de pingüinos en condiciones adversas utilizan los pasos, sin aparentemen¬te saberlo.

Trabaje usted en un negocio, o en el negocio de la vida, desde el presidente de una empre¬sa hasta estudiantes de secundaria podrán de¬rivar lecciones de esta historia.

Una pregunta que todos pueden hacerse es: 11 ¿Cuál es mi 'témpano', y cómo puedo poner en práctica lo que he descubierto en este re¬lato?"

Después, ¿por qué no compartirlo con sus compañeros de trabajo? Al fin y al cabo, las cosas generalmente resultan mejor cuando todos van en pos de un mismo objetivo.

Bienvenidos

El que acierte a manejar bien el cambio pros¬perará grandemente; el que no lo sepa mane¬jar correrá un riesgo.

Con demasiada frecuencia las organizaciones no ven la necesidad del cambio. No identifi¬can correctamente qué deben hacer, o qué ha¬cer para que suceda, o para que se mantenga. Esto les ocurre a las empresas; a las institucio¬nes educativas; a las naciones.

Hemos estudiado el desafío del cambio du¬rante décadas. Conocemos las trampas en que aun la gente más inteligente puede caer, y también conocemos los pasos que pueden asegurar el éxito del grupo. Nuestro propósito es mostrar lo que hemos encontrado.

Nuestro método es mostrar, más que dar ins¬trucciones, y lo haremos utilizando el método de la fábula, que a través de los siglos ha de¬mostrado ser la manera más eficaz de impartir enseñanzas.

Las fábulas pueden tomar asuntos graves, complejos y amenazadores y hacerlos claros y comprensibles.

Las fábulas pueden ser memorables, a diferen¬cia de la mayor parte de la información que hoy nos bombardea por todas partes y que mañana se habrá olvidado. Pueden estimular el pensamiento, darnos valiosas lecciones e inspirarnos, a todos -jóvenes y viejos- para servirnos de ellas. En nuestro mundo moder¬no de alta tecnología es fácil pasar por alto esta sencilla pero profunda verdad.

La historia que se cuenta a continuación trata de la vida en un mundo cambiante. Todos en¬contramos en ella las cuestiones básicas, pero en la vida real encontramos con mucho me¬nor frecuencia maneras de resolver bien tales cuestiones.

Si el lector sabe mucho sobre el escenario en que hemos situado nuestra historia -la Antár¬tida- verá que, como sucede siempre en las fábulas, la vida no es exactamente como se presentaría en un documental de la National Geographic. Si cree que una historia diverti¬da sobre los pingüinos tiene que ser para niños de corta edad, o por lo menos de mucho menos experiencia que la suya, pronto verá que este libro trata problemas que a todos nos dan mucho trabajo.

Para el que quiera leer algo acerca de la histo¬ria de este libro y qué relación guarda con el tradicional "libro Kotter" o cómo puede ayu¬darle en una era de cambio, hemos colocado ese material en seguida de la historia, a partir de la página 123.

Si esto no le parece necesario, busque una si¬lla cómoda y siga leyendo.

Nuestro témpano de hielo jamás se derretirá

Érase una vez una colonia de pingüinos que vivían en la helada Antártida, en un témpano de hielo flotante, no lejos de lo que hoy lla¬mamos el cabo Washington.

Hacía muchos, muchísimos años que el tém¬pano estaba en ese sitio. Grandes muros de nieves perpetuas se erguían en la superficie y daban abrigo a los pingüinos contra las rudas tormentas de invierno. El mar que lo rodeaba era rico en alimentos.

Hasta donde llegaba la memoria de cualquie¬ra de los pingüinos, la colonia siempre había vivido en ese témpano. "Este es nuestro ho¬gar", decían si alguien llegaba a descubrir su mundo de hielo y nieve. También decían, con buena lógica desde su punto de vista, "y será siempre nuestro hogar".

Donde vivían, el desperdicio de energía mata. En la colonia todos sabían que tenían que per¬manecer estrechamente unidos para sobrevi¬vir, y habían aprendido a depender los unos de los otros. Se comportaban a menudo como si fueran una gran familia (lo cual, desde lue¬go, puede ser bueno o malo).

Los pájaros eran realmente hermosos. Se lla¬maban pingüinos emperador. Constituían el más numeroso de los diecisiete tipos de ani¬males de la Antártida. Parecen estar perpe¬tuamente vestidos de etiqueta.

Doscientos sesenta y ocho pingüinos vivían en la colonia. Uno de ellos era Fico.

Fico se parecía a los demás de su especie y actuaba más o menos como ellos. Se podría caracterizar, o bien como "gracioso" o bien como "respetable", a menos que a uno en rea¬lidad no le gustaran los animales.

Pero Fico era distinto de los demás pingüinos por un aspecto muy importante: era extraor-dinariamente curioso y observador.

Otros pingüinos se iban a cazar criaturas del mar, cosa muy necesaria puesto que en la An¬tártida no había nada más que comer. Fico pescaba menos y estudiaba más el témpano de hielo flotante y el mar.

Otros pingüinos pasaban gran parte del tiem¬po con sus amigos y parientes. Fico era buen esposo y padre pero dedicaba menos tiempo que otros al trato social. A menudo se iba solo a tornar notas de lo que observaba. Se diría que era un pájaro raro, tal vez un pingüino en cuya compañía sus congéneres no se sentían muy a gusto. Pero no era así. Fico

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