Desarrollo Empresarial Y Gobierno Corporativo.
Enviado por victorias • 3 de Diciembre de 2012 • 2.408 Palabras (10 Páginas) • 631 Visitas
Desarrollo empresarial y gobierno corporativo.
Debido a las grandes crisis y quiebras que empezaron a surgir en los diferentes sistemas y corporaciones, se da la necesidad de transformar las practicas corporativas de los negocios; creándose así el gobierno corporativo que llega a tratar de normalizar el funcionamiento de los mercados, especialmente los mercados de capital, ya que en este mercado es donde se presentan los mas grandes fraudes de la economía, por falta de una información financiera transparente, confiable y de una alta calidad.
Con el gobierno corporativo surgen un conjunto de normas y directrices que tratan de regir el ejercicio de las entidades, para que funcionen adecuadamente los mercados de capital, ya que estos dependen del proceso total de presentación de reportes financieros. Dichos estados a nivel internacional deben ser presentados y revelados según los estándares internacionales de contabilidad y las normas internacionales de auditoria, pero también deben ser elaborados por contadores públicos que satisfagan los estándares internacionales de contaduría2. Basados en la transparencia, objetividad y compromiso tanto en la asignación como en la administración de recursos, maximizando así el valor de la empresa a través de un buen manejo financiero y del cumplimiento de las obligaciones legales y contractuales, tratando balancear los poderes y de cubrir los diferentes intereses de las personas que integran la empresa (inversionistas, administradores, accionistas, propietarios y terceros).
Debido a que entre los administradores e inversionistas existen grandes diferencias respecto a los intereses sobre la entidad, el gobierno corporativo crea un conjunto de mecanismos principales que son:
• Estándares internacionales.
• Auditoria.
• Control interno.
Con estos mecanismos se define la importancia del gobierno corporativo entendiendo los desacuerdos que existen entre los administradores y los inversionistas, y el objeto del gobierno corporativo que es proteger principalmente a los inversionistas de los accionistas y de los administradores, ya que estos cuentan con la información realmente importante, la cual puede ser manejada y cambiada, presentando problemas en cuanto a la veracidad de la información, viéndose afectada la inversión hecha por ellos.
Por esto las compañías deben redescubrir las virtudes de la transparencia y el comportamiento ético. "Teniendo
en cuenta que ninguna empresa puede ser exitosa, ni competitiva, si la opinión publica desconfía de sus negocios".
También podemos observamos que los problemas de gestión se deben a la diferente estructura de propiedad del país; ya que si el problema se presenta en un país de propiedad concentrada la preocupación será por establecer y proteger los derechos de los accionistas minoritarios. En cambio, si se presenta en un país de propiedad muy fragmentada la preocupación será por convenir los intereses de los accionistas y de los ejecutivos.
Ética en la política y la administración pública.
Aunque muchos afirman y así se constata, que la ética está de moda, que el tema está en el tapete. La prensa la reclama, la ciudadanía la extraña y los políticos la prometen. Pienso, sin embargo, que probablemente no estamos de acuerdo en lo que estamos solicitando u ofreciendo.
Es evidente que quienes hayan sido los proponentes de este título para mi ponencia sabían que me obligaban a iniciar por el debate pautado por Leonardo Boff (2006) entre el significado de “ética en la política y la ética de la política” y su pregunta: ¿Qué ética va a prevalecer? Aunque aparenta ser una sutil distinción, es claro según la oferta propuesta, porque en nuestros contextos latinoamericanos y en especial, en el que nos ocupa, el de nuestro país, prevalece la visión de la ética en la política que predica la importancia de que existan políticos con virtudes morales personales, al margen del desarrollo del accionar político de su partido, compañeros o gobierno.
Nos recreamos en señalar a los virtuosos desconectando su mundo de adornos morales reales de las muchas prácticas políticas de partidos, gobiernos y personas que reniegan del bien hacer. Dirá Boff que esa es la privatización de la ética” y yo agrego: la negación de la ética de la política.
Durante años se han discutido los aparentes desencuentros entre la ética y la política planteándose inclusive, que no es posible hacer prevalecer la primera en el campo de la segunda o que quizás se puede llegar a explicar que es una ética especial y diferente la que le acompaña.
El referente de estas afirmaciones viene contestado por la importancia de la gobernabilidad y cómo ella pone condiciones que riñen con la ética, pero se hace “en aras de preservar el beneficio de las mayorías”. A este tipo de racionalidad se le conoce con el nombre de “el principio de Caifás” (“Vosotros no sabéis nada, ni os dais cuenta de que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca toda la nación”).
En el modelo que aborda las éticas de máximos y mínimos nos deja claro que los máximos son aspiraciones de vida buena que pertenecen al espacio de lo privado. Una oferta política, de la que a diario hacen los políticos, que ofrezcan ilusiones capaces de satisfacer todas las expectativas de todos los ciudadanos suena hueco. Las construcciones de vida buena se concilian con las propuestas de felicidad y es evidente que los políticos no pueden satisfacer a todos sus propias construcciones de felicidad, esto corresponde al espacio de lo privado y a la construcción individual de las aspiraciones personales.
La ética en la política se inscribe en este litoral de ofertas de máximos, ofreciendo todo lo que se les ocurre y que saben que ni pueden ni les corresponde ofrecer, porque son propuestas propias del espacio de lo privado, pero que los políticos saben también que si no las ofrecen no consiguen los votos, porque no hay una educación ciudadana al respecto.
Es un tema de educación ciudadana en valores que acumula un largo déficit y que tiene unas raíces más profundas que lo que aparenta.
Existe una gran confusión sobre la vinculación del mundo de los valores con el mundo de la política. Esta percepción entiende que ambas cosas no deben ni tienen por qué mezclarse, de ahí que, por un lado, ofrezcan pan, trabajo, educación, pero, por otro lado, no lo relacionen con un quehacer ético, porque hacen una disección donde entienden la acción como el acto político (hechos), y la ética la dejan al carisma de sus líderes y funcionarios estrellas que sacan la cara por el resto. Esto explica que en el mismo ámbito donde están los próceres
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