Desarrollo Industrial En Mexico

El desarrollo industrial de México es necesario para garantizar que la estructura económica permita superar los desafíos sociales que enfrenta la nación. Contar con un aparato productivo competitivo permite aprovechar los recursos con los que cuenta el país.

Un objetivo fundamental es alcanzar un desarrollo equilibrado, que fortalezca tanto al mercado interno como la capacidad exportadora de las empresas nacionales. Una nueva estrategia para fortalecer el mercado interno debe favorecer la creación de empresas, éstas generan la inversión y el empleo que se necesita.

El impulso al sector empresarial y al empleo permitiría abatir de manera sustentable el problema de pobreza. La razón radica en que, sin aumentar impuestos ni presionar a las finanzas públicas, los desequilibrios se solventarían mediante una mayor riqueza, la cual se distribuiría mediante empleo, mejores remuneraciones y prestaciones sociales.

Una nueva etapa de industrialización abriría la posibilidad de propiciar nuevos equilibrios regionales. Una estrategia industrial no únicamente beneficia a las empresas ya establecidas, también crea unidades económicas en estados y municipios en donde no se cuenta con un número adecuado; en donde las personas se ven obligadas a migrar, vivir en pobreza o dedicarse a actividades de bajo valor agregado. La industrialización también tiene vinculada al desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías y procesos administrativos, es decir, trae consigo a la innovación. También permite desarrollar nuevos sectores productivos, un elemento que propiciaría la creación de diferenciales en donde se integran las industrias ya establecidas para que sean la base sobre la que se sostenga empresas que apliquen tecnologías innovadoras y con ellas produzcan nuevos productos y servicios.

La competitividad y productividad generadas por el desarrollo industrial abre nuevos mercados, tanto por la alta calidad y bajo precio de los bienes nacionales, como por el incremento de la capacidad para satisfacer las necesidades de potenciales consumidores, tanto a nivel nacional como en otros países.

El aumento de la producción repercute en una recaudación fiscal mayor: propicia más pagos por impuesto sobre la renta y el incremento del empleo y los salarios conlleva a mayor consumo y con ello a una tributación superior por IVA. Todo ello modificar impuestos. De igual manera lo descrito evita que se requiera aplicar alzas a los precios de los combustibles y energéticos. Para lograr la consecución de lo anterior es prioritario que se apliquen transformaciones que no necesariamente involucran reformas estructurales. En primera instancia deben impulsarse modificaciones que fomenten la productividad del país. Una de las fundamentales es evitar que el precio de los energéticos se incremente por determinaciones de política económica. Mejorar la infraestructura del

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