En América Latina alcanza la cúspide en la década de 1880 cuando se duplica las vías férreas en Argentina, así Argentina y Brasil absorbían 300 mil inmigrantes por año.

        En América Latina alcanza la cúspide en la década de 1880 cuando se duplica las vías férreas en Argentina, así Argentina y Brasil absorbían 300 mil inmigrantes por año.
Lo que a los economistas y hombres de negocios preocupaba, era la Prolongada depresión del interés y una depresión de los beneficios, se ponía en juego la rentabilidad.
En este periodo, la agricultura de esa disminución de los beneficios constituyendo el sector mas deprimido de la economía, cuyos descontentos tenían consecuencias sociales y políticas inmediatas y de más alcance. No era una buena época para ser agricultor en el mercado mundial, no obstante, las dos respuestas mas habituales fueron, la emigración masiva protagonizada por aquellos que carecían de tierras o que tenían tierras muy pobres y la cooperación fundamentalmente por los campesinos con explotaciones potencialmente viables.
        Ningún periodo fue mas deflacionario que el de 1873-1896, cuando los precios descendieron en un 40% en el Reino Unido, esta deflación hizo que disminuyeran los beneficios. Otra dificultad radicaba en el hecho de que los costes de producción eran más estables que los precios a corto plazo, pues al tiempo que las empresas tenían que soportar la carga de importantes cantidades de maquinaria y equipos obsoletos, se tardaban más de lo esperado en amortizar, esto complicaba en otros países por la caída del precio de la plata y de su tipo de cambio con el oro.

        Una solución consistía en una especie de monetarismo a la inversa, un sistema basado en oro y plata mineral cada vez más abundante, sobre todo en América podría elevar los precios a través de la inflación monetaria. La libertad de comercio parecía indispensable pues permitía que los productores de materias primas de ultramar intercambiaran sus productos por productos manufacturados británicos, reforzando la simbiosis entre el Reino Unido y el mundo subdesarrollado, el cual era la base de la economía británica. El Reino Unido, continuó mostrándose partidario del liberalismo económico y al actuar aí, otorgo a los países proteccionistas la libertad de controlar sus mercados internos e impulsar sus exportaciones

        El liberalismo era lo contrario a la burguesía y en el, no había lugar para el Estado, pues el Estado como factor económico sólo existía como una interferencia en el funcionamiento autónomo e independiente del mercado. Por una parte parecía razonable pensar que lo que permitía esta economía evolucionara y creciera eran las decisiones económicas de sus componente fundamentales. Por otro lado, la economía capitalista era global, y no podía ser de otra forma. El ideal de los teóricos de esta corriente, era la división internacional del trabajo que aseguraba el crecimiento más intenso de la economía.

        El único equilibrio reconocido por la teoría económica liberal era el equilibrio a escala mundial. Sin embargo en la práctica ese modelo resultaba inadecuado. La economía capitalista mundial en evolución era solida y fluida.

        Sea cual fuese el origen de las economías nacionales que constituían esos bloques, las economías nacionales existían porque existían los estados-naciones. Pero el mundo desarrollado no era tan sólo un agregado de economías nacionales. La industrialización y la depresión hicieron de ellas un grupo de economías rivales, donde los beneficios de una parecían amenazar la posición de las otras. No solamente competían las empresas, sino también las naciones. Como consecuencias podemos aceptar como cierto que un exceso de proteccionismo generalizado, que intenta perpetrar la economía de cada estado-nación perjudica el crecimiento económico mundial. Demostrado en el período de entre guerras. Pero en 1880-1914, el proteccionismo no era general ni riguroso y quedó limitado a los bienes de consumo y no afectó al movimiento de mano de obra y a las transacciones financieras internacionales. En conjunto, el proteccionismo industrial amplió la base industrial del planeta, que crecían a un ritmo vertiginoso.

        Si el proteccionismo fue la reacción política del productor preocupado ante la depresión, no fue la respuesta económica más significativa del capitalismo a los problemas que le afligían. Radicó en la combinación de la concentración económica y la racionalización empresarial que comenzaba ahora a servir de modelo, los trust y la gestión financiera. Pero el control del mercado y la eliminación de la competencia eran sólo un aspecto más general de concentración capitalista y no fueron ni universales no irreversibles. La concentración avanzó a expensas de la competencia de mercado, las corporaciones a expensas de las más pequeñas y que esa concentración implicó una tendencia hacia el oligopolio.

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