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Ensayo Economia


Enviado por   •  11 de Octubre de 2014  •  8.354 Palabras (34 Páginas)  •  285 Visitas

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. INTRODUCCION.

En este trabajo realizaremos una investigación y posteriormente una análisis acerca de lo que es la crisis económica en México en la actualidad, sus orígenes, consecuencias que provoca en el sector industrial-económico y como afecta la vida diaria de los mexicanos.

Para empezar cabe mencionar que la crisis financiera internacional ha traído muchas consecuencias negativas para México, entre ellas, un alto desempleo y mayores quiebras en empresas de todos los tamaños.

"El comercio internacional se va a caer, se va a caer el empleo va a haber mucho desempleo como no teníamos noticia en nuestra vida personal, solamente en los años 30", dijo el empresario en el marco del Foro México ante la crisis.

Así mismo, uno de los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes, agregó que el Producto Interno Bruto (PIB) de México se va a desplomar y será negativo, aunque "no sabemos cuánto dure pero va a ser muy fuerte el efecto". "Se van a quebrar las empresas, muchas chicas, medianas y grandes, van a cerrar los comercios, va a haber locales cerrados por todos lados, los inmuebles van a estar vacíos".

La realidad en la que se encuentra México es en gran parte provocada por la crisis, y como podemos ver los expertos no le ven un futuro muy alentador al país, pero si bien la economía es la parte que sufre más daño, no podemos decir que es el único ámbito que se ve afectado, ya que como veremos a lo largo de este trabajo, la sociedad mexicana también se ve afectada en su educación, en su alimentación, y aumenta los niveles de inseguridad en el país.

En el trabajo también se hizo un sondeo para conocer como los mexicanos están siendo afectados por el aumento de precios y el desempleo que se vive actualmente, así como para saber de qué forma se sostienen.

DESEMPLEO.

Los años 80, caracterizados por graves problemas macroeconómicos y de estancamiento productivo y un entorno internacional desfavorable, son considerados como la década perdida. Todos los sectores, sin excepción, sufrieron las consecuencias de la crisis. La industria cayó a un ritmo de 2% anual, retrocediendo todas las ramas manufactureras (autos, siderurgia, papel, plásticos muebles, vestimenta, calzado, entre otras). Así, en 1990, la industria producía un 1,7% menos que en 1970.

El campo y el sector energético también se vieron afectados. La producción de granos, sujeta a la política de retenciones a las exportaciones, se estancó, resultando la campaña 1988-89 la más baja de la década. La producción de petróleo cayó en forma permanente y, a pesar de reflejar cierta recuperación a fines de los 80, esta era en 1989 un 7% más baja que en 1980. El ritmo de la inversión era insuficiente, con años donde hubo destrucción neta de capital. En 1990, la inversión bruta representó apenas el 13% del PBI, nivel alarmante para el sostenimiento de la actividad productiva. En estos años, la Argentina perdió en forma permanente posiciones en el mercado internacional, alcanzándose en 1987 el mínimo histórico de participación de nuestras exportaciones en el comercio mundial, con sólo el 0,27%.

En este contexto de fuerte retroceso productivo, se crearon, sin embargo, más de 2 millones de empleos. Este hecho explica por qué, a pesar de la crisis, la tasa de desempleo creció apenas del 2% al 7% a lo largo de esta década. Pero esta dinámica no debe hacer pensar que en la década del 80 no hubo problemas de empleo. Los hubo y muy graves.

Si el Producto Bruto cayó a un ritmo del 1% anual, y todos los sectores de la producción evidenciaron notorias disminuciones en sus niveles de actividad, ¿quiénes generaron los nuevos puestos de trabajo? La respuesta a este interrogante es impactante y muestra a las claras el colapso de la estructura laboral de esa época. Del total de 2 millones de nuevas ocupaciones, 550.000 fueron empleos públicos, más de 300.000 trabajadoras del servicio doméstico y alrededor de 1.200.000 empleos no asalariados, especialmente cuentapropistas.

Durante la década del 80, el sector privado fue un destructor neto de empleos asalariados. Recordemos, por ejemplo, que la industria destruyó alrededor de 400.000 puestos. El desempleo era un flagelo reprimido. La desocupación se mantenía artificialmente baja a través de la creación de empleo ficticio en sectores alejados de la estructura productiva. O sea que la mayoría de los empleos creados en los años 80 fueron de muy baja productividad -cada trabajador era un 25% menos productivo en 1990 que en 1980- y, por ende, de difícil sostenibilidad en el tiempo. En este escenario, el fenómeno del desempleo encubierto resultó notorio. Estimaciones recientes calculan que la tasa real de desempleo a fines de los 80 era del 23% y no del 7% medido para esos años.

La alta inflación, junto a los magros salarios de empleos cada vez menos productivos, provocaron una caída del 57% en el ingreso de los hogares más humildes, reflejándose la caída más abrupta en 1987 -el ingreso de los pobres cayó 30% después del fracaso del Plan Austral- y en los años 1988 y 1989, en los momentos previos y durante la hiperinflación de 1989.En los años 90, la tasa de desempleo pasó del 7% al 16,1% en la actualidad.

El ordenamiento macroeconómico, la mayor vinculación con la región y el mundo y la racionalización del sector público, condujeron a la destrucción de gran cantidad de empleos improductivos y de muybaja calidad. Al mismo tiempo, la mejora en las condiciones económicas provocó el aumento en la cantidad de personas que, alentadas por las perspectivas más favorables, comenzaron a ofrecer sus servicios en el mercado laboral.

Simultáneamente, la productividad del trabajo se incrementó en el orden del 33% y el ingreso de los hogares más pobres creció un 51%, recuperando parte de lo perdido en los años anteriores.

La profunda crisis de empleo de los 80, con las actividades productivas de una economía cerrada y estancada financiando la creación de ocupaciones no genuinas en la administración pública y en el sector informal, provocó inevitablemente el aumento del desempleo a lo largo de los años 90, cuando la nueva organización económica vigente desactivó este perverso mecanismo de empobrecimiento del conjunto de la población.

Durante la presente década, no se creó aún la suficiente cantidad de puestos de trabajo necesarios para evitar el crecimiento de la desocupación. Pero de los 1.200.000 nuevos empleos generados entre 1990 y 1997, la mayor parte fueron empleos asalariados en el sector privado, creados en un contexto de aumento de la productividad. En el último año, se crearon casi

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