Keynes Hayek
Enviado por LolaMalcovich • 12 de Abril de 2014 • 3.412 Palabras (14 Páginas) • 411 Visitas
Postulados Básicos del Análisis Macroeconómico
El sistema económico capitalista ha estado sujeto en el pasado a severas fluctuaciones económicas
caracterizadas por situaciones alternadas de gran prosperidad en el nivel general de vida, seguidas por
períodos de baja producción y crónico desempleo. Esta realidad que no podía escapar a los ojos de los grandes
teóricos de la Economía, formados en la escuela del pensamiento económico clásico, necesitaba una
explicación, que ciertamente había que buscarla recurriendo a un enfoque más realista de los procesos
económicos de producción, distribución y consumo del régimen capitalista. Los problemas de baja
producción, desempleo, sobreproducción e inflación, y sobre todo, la gran crisis económica de la década del
30, obligaron a revisar los postulados del análisis económico clásico.
Fue el economista británico John Maynard Keynes quien, rompiendo decididamente con la escuela
clásica del pensamiento económico, de la que él mismo era producto, lanzó una nueva teoría que habría de
producir lo que más tarde se ha conocido como la “revolución keynesiana”. Su obra, publicada en 1936 bajo
el título de Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, fue recibida con gran escepticismo por
muchos (los antikeynesianos); pero no tardó en crearse una escuela de pensamiento económico (los
keynesianos) que se dio a la tarea de estudiar y revisar críticamente los postulados esbozados por Keynes, con
miras a adaptarlos al estudio de los problemas de estabilidad e inestabilidad del sistema económico.
Keynesianos y antikeynesianos terminaron por aceptar como punto de partida que los cambios ocurridos en la
estructura económica de la sociedad capitalista moderna exigían un reexamen de los viejos postulados
económicos. En el afán de Keynes de buscar una explicación a los graves problemas económicos, creados por
las continuas fluctuaciones en los niveles de producción, ocupación e ingresos, surge la Teoría General.
La aparición de la Teoría General constituyó un ataque frontal contra los postulados clásicos,
produciendo un marcado debate entre los defensores de las doctrinas clásicas y los que acogieron
eufóricamente el nuevo enfoque, sugerido por Keynes, de los problemas del desempleo y la inestabilidad
económica. El debate dividió a los economistas de dos escuelas claramente definidas. De un lado los clasistas,
que apegados al esquema teórico elaborado por la Escuela Clásica, se negaron a recibir los postulados de la
Teoría General. Los clasicistas se aferraron a la idea de que el sistema económico era capaz de alcanzar y
mantener los niveles de ocupación deseados sin necesidad de la intervención del gobierno.
La Nueva Economía, como luego se llamó al conjunto de doctrinas comprendidas en la Teoría general,
negaba toda posibilidad de que el libre juego de las fuerzas económicas pudiera alcanzar el nivel de ocupación
plena y con ello eliminar las continuas fluctuaciones económicas. Para mejor comprender las bases de la
abierta discrepancia entre clasicistas y keynesianos, conviene que hagamos un breve análisis de los postulados
básicos en que se apoyaba la teoría de la ocupación de la escuela clásica, y examinar en qué medida discrepa
de los postulados básicos del análisis macroeconómico moderno.
Teoría Clásica de la Ocupación, Equilibrio General
El punto de controversia entre la teoría clásica y el análisis keynesiano puede resumirse en los
siguientes términos: ¿Es el sistema capitalista capaz de alcanzar y mantener el nivel de ocupación plena de los
recursos económicos y evitar las fluctuaciones caracterizadas por la inflación y la depresión? La noción
prevaleciente entre los economistas clásicos, por lo menos hasta la aparición de la Teoría general, era de que,
mediante el mecanismo de precios, el sistema capitalista tendía hacia un equilibrio general con ocupación
plena de los recursos productivos. Se aceptaba la posibilidad de pequeñas fluctuaciones de corta duración;
pero se sostenía que cualquier desviación del nivel de ocupación plena, era prontamente corregida en forma
automática por el mecanismo de precios. Se descartaba rotundamente la posibilidad de un desequilibrio
general causado por el posible desequilibrio entre la producción y el consumo.
Insistentemente se negaba la posibilidad de una congestión general de los mercados como
consecuencia de una deficiencia del consumo o exceso de producción. John Stuart Mill, uno de los más
vigorosos defensores de las doctrinas clásicas, negó la posibilidad de un desequilibrio entre la producción y el
consumo, esgrimiendo en su apoyo el principio generalmente aceptado de que “Los vendedores son de
manera inevitable compradores”. Si pudiéramos duplicar la producción”, sostenía Stuart Mill, “duplicaríamos
la oferta en mercancía en todos los mercados, pero al mismo tiempo duplicaríamos la capacidad para
comprar”.
El problema de la sobreproducción o consumo como factor de desequilibrio quedaba así eliminado. El
mecanismo del precio funcionando libremente aseguraría un equilibrio general de fuerzas económicas que en
el largo plazo corregiría los posibles trastornos económicos y aseguraría la ocupación plena de los recursos.
La idea clásica de un equilibrio general de largo plazo con ocupación plena, se apoyaba en dos
supuestos básicos de general aceptación entre los economistas de la época. El primero de estos supuestos se
refiere a la famosa Ley de Mercados de Say, atribuida al economista francés del siglo XIX, Juan Bautista Say. Y
en segundo lugar, y como factor complementario de la ley de Say, la teoría clásica se apoyaba
fundamentalmente en el supuesto de un mecanismo absolutamente flexible de precios y salarios.
Ley de los Mercados de Juan Bautista Say
La Ley de los Mercados de Say, ampliamente difundida en los textos de la época, expone simplemente
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