La Sociedad Se Ha Hecho Ingobernable A Consecuencia De La Dirección
Enviado por kesaf7 • 16 de Diciembre de 2012 • 17.340 Palabras (70 Páginas) • 539 Visitas
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Tomado de: ”Mintzberg y la Dirección", Henry Mintzberg. Díaz de Santos, S. A., 1991,
Madrid, págs., 395-440.
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La sociedad se ha hecho ingobernable a consecuencia de la dirección
El título es una frase de una charla que di en 1982 en un simposio que tuvo lugar en St.
Gallen, Suiza. La charla era una diatriba contra todas las cosas que me habían desconcertado
acerca de la dirección y las organizaciones. La audiencia formada por hombres de negocios y
estudiantes la recibió bastante bien, según me pareció. Pero nunca la publiqué, a la espera,
supongo yo, del momento adecuado. Parece que es éste. La cuestión, la integración, el tono,
todo parece adecuado justo aquí, para cerrar y rematar este libro.
Es interesante el hecho de que una charla sobre los problemas de la dirección y las
organizaciones reuniera tantos trabajos míos. Pero así es: prácticamente todos los temas
importantes que he desarrollado a lo largo de estos últimos veinte años se integran aquí por
alguna razón. Mi propósito no era ése; simplemente ocurrió de forma natural al entrelazar una
serie de ideas. Una consecuencia de ello es que aquí encontrará algunas cosas repetidas. En
la revisión y edición del discurso, decidí conservar algunas de esas repeticiones, incluso la cita
poco habitual de que me sentía merecedor de que se me releyera, porque este último capítulo
no sólo pretende subrayar lo que creo que son las cuestiones críticas de nuestra sociedad sino
también resumir los temas de este libro.
También he conservado a propósito el tono dialogante de la discusión. Puede parecer
informal en algunos sitios, pero creo que sirve para conservar el ritmo de la presentación y el
dinamismo con que se elaboran los temas. Puede que usted prefiera pensar que esto es la
licencia literaria de un autor en el capítulo final de su libro.
Lo que tengo que decir aquí puede que le parezca pesimista. Creo que es así
necesariamente. En mi opinión, la dirección tal como se practica en la actualidad y las
organizaciones tal como se dirigen en la actualidad, las dos juntas en una sociedad de grandes
instituciones, plantean graves problemas para todos nosotros. Prefiero exagerar mis
observaciones para llamar más la atención hacia ellos. Está claro que las cuestiones no son tan
unilaterales como se presentan aquí. Pero lo que he escrito en otra parte del libro, sobre la
planificación y el papel del análisis en general y los aspectos funcionales de la burocracia, entre
otras cosas, trazan las líneas generales de mis puntos de vista con más equilibrio. Esta
presentación final quiere ser polémica.
Una vez, el decano de una escuela empresarial comentó que mientras que a los
consultores se les paga por las respuestas, a los académicos se les paga por las preguntas.
¡Esto sí que me parece una división del trabajo sensata! Es cierto, no obstante, que este
artículo se detiene más en los problemas que en las soluciones. Pero al final hago unas
cuantas sugerencias (un colega se las arregló para identificar trece propuestas enterradas
aquí). Las ofrezco, sin embargo, para estimular la meditación sobre estos asuntos. Este no es
un artículo acabado sino un paso intermedio en el camino hacia la comprensión y el hacer
frente a los que considero que son algunos problemas graves. Sospecho que nunca acabaré
de escribir este artículo, no importa cuántas veces lo intente.
En el análisis final, me gustaría creer que el tono de este artículo es realmente optimista.
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Tan sólo si pudiéramos comprender cómo funcionan nuestras organizaciones, cómo y por qué
se descontrolan, y por qué a menudo nuestras intervenciones convencionales de dirección han
agravado estas cosas, entonces podríamos ser capaces de trabajar por la resolución de estos
problemas. Nuestras organizaciones nos tienen que servir, como trabajadores, consumidores y
ciudadanos, utilizando y reflejando lo mejor de nuestras cualidades personales -nuestras
capacidades, intuitivas y emocionales así como analíticas, y nuestro espíritu fundamental.
Tenemos que dirigir las organizaciones de forma que hagan que nuestra sociedad sea
gobernable.
En tiempos pasados, los cazadores Inuit1 podían encontrar su camino a través de docenas
de kilómetros de tundra lisa y blanca, para visitar el campamento de un amigo, guiados sólo por
su intuición. Hace unos pocos años, la motonieve de tres jóvenes Inuit se estropeó a tan sólo
unos pocos kilómetros de su casa y murieron congelados porque no pudieron encontrar el
camino de regreso.
Esta historia me inquietó, y desde entonces ha acabado por simbolizarme los problemas de
nuestra sociedad. Creo que estamos en peligro de morir congelados por la misma razón:
nuestra maquinaria, en el sentido más amplio, no sólo de nuestras tecnologías, sino de nuestros
sistemas sociales y especialmente nuestras organizaciones, también ha entorpecido
nuestros sentidos, excluyendo nuestra intuición y haciendo cada vez más difícil encontrar la
salida a nuestros problemas. Mi tesis, concretamente, es que la sociedad se ha hecho
ingobernable a consecuencia de la dirección.
Soy un teórico de la organización, interesado en cómo funcionan en realidad las
organizaciones y los procesos de dirección que subyacen en ellas. Comencé mi carrera
investigadora estudiando el trabajo de los directivos que dirigen las organizaciones. Descubrí
que había tremendas presiones sobre ellos que les hacían ser superficiales y concluí que los
directivos tenían que aprender a ser eficaces en su superficialidad. Desde entonces comencé a
cuestionarme esa conclusión, a preguntarme con cuánta eficacia puede cualquier persona
dirigir una organización grande y compleja.
Después de eso, comencé a investigar los procesos por medio de los cuales las
organizaciones elaboran sus estrategias -cómo establecen las direcciones básicas para sí
mismas. En mi trabajo y el de otros, esto resultó ser mucho más complicado de lo que
generalmente se había pensado. De hecho, el enfoque que se había preferido durante mucho
tiempo, llamado «planificación estratégica», resultó ser un mito: resultó que no había una forma
sistemática de crear la estrategia. Y así llegué a describir dos enfoques menos sistemáticos,
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