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La Tirania Del Exito


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  2.322 Palabras (10 Páginas)  •  278 Visitas

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TIRANÍA DEL ÉXITO: UN PROBLEMA ANTIGUO

Los administradores, al tratar de enfrentar la competencia variada, las nuevas tecnologías y el mercado cambiante, a menudo creen toparse con retos a los que jamás se enfrentaron sus predecesores. En parte tienen razón y en parte no. Tienen razón en que los mercados y las tecnologías varían, con frecuencia en formas nuevas e impredecibles; pero, en gran medida, la dinámica fundamental de estos cambios es la misma en todas las industrias, países y épocas. De modo que, aunque los aspectos específicos del entorno competitivo sean únicos, la forma en que afectan a los administradores y a las organizaciones no lo es.

Empecemos la exploración de la dinámica de la innovación y el cambio organizacional no mediante el estudio de los descubrimien¬tos más recientes en biotecnología, o la supercarretera de la informa¬ción en la década de los 90, sino regresando 100 años en el tiempo a uno de los ejemplos más antiguos de los que tenemos constancia de cómo reaccionaron los administradores cuando tuvieron que enfren¬tarse al reto de la innovación y el cambio. A medida que lea el siguiente relato, imagine cómo es factible aplicar la historia a su organización en la actualidad.

Elting Morison no era ni un administrador ni un profesor de ad¬ministración. Fue un historiador de la tecnología. Ni siquiera le interesaban los negocios. Sin embargo, su relato pormenorizado de cómo la Marina de Estados Unidos llegó a diseñar y a adoptar una innovación relativamente sencilla podría convertirse en una pará¬bola de la innovación en muchas organizaciones actuales. Morison describe cómo el fuego de artillería continuo al blanco, una nueva forma de apuntar y disparar los cañones navales, se introdujo en la Marina de Estados Unidos a finales del siglo. Esta innovación con¬llevó mejoras espectaculares en la capacidad de la Armada para cum¬plir con una de sus tareas más importantes: dar con precisión en el blanco y destruir a los barcos enemigos. Sin embargo, esta innova¬ción casi no ocurre.

En 1898, la artillería en el mar era notoriamente imprecisa. En una investigación, el Burean of Ordnance (el grupo de investigación y de¬sarrollo de la Marina) concluyó que de 9,500 tiros disparados, ¡sólo 121 daban en el blanco! Disparar un cañón sujeto a la cubierta de un barco que cabecea y se bambolea, y atinar a otra nave también en movimiento, no resulta fácil. Sin embrago, se consideraba que la Ar¬mada se desempeñaba bien. Acababa de ayudar a ganar la guerra entre España y Estados Unidos y cualquier promedio de precisión y tasa de impacto habría demostrado que la Marina estadounidense era el están¬dar de excelencia. Era factible responder a todas las críticas acerca de su "imprecisión" haciendo notar que simplemente no había una armada que se desempeñara mejor en esta área.

La imprecisión se aceptaba como parte de la complejidad de las batallas navales y continuó hasta que el almirante Percy Scott, de la armada británica, advirtió que un artillero de su barco era mucho más preciso que los demás. Al observar con mayor atención, Scott se dio cuenta de que el artillero aprovechaba, inconscientemente, el bambo¬leo de la nave para ayudarse a apuntar. De modo que el almirante equi¬pó al cañón con aditamentos ascensores, que facilitaban más el ajuste, y añadió una mira telescópica. Con esta nueva técnica (el cañón y los subsistemas asociados), la tasa de impacto de la artillería del barco de Scott aumentó en más de 3,000 %.

El almirante Scott era un inventor por naturaleza, no un paladín de productos. Readaptó su nave, pero no tenía ningún interés en per¬suadir a los demás en la Marina británica de que realizaran el cambio. Sin embargo, compartió su innovación con un joven oficial de la Ma¬rina estadounidense, el teniente Sims. Éste cumplía su servicio a bordo de una nave que patrullaba el Mar de Sur de la China. Sims era un joven oficial concienzudo que tenía interés en mejorar la precisión de sus arti¬lleros. Pronto se convenció de que el nuevo método de Scott era vital para la Marina de Estados Unidos. ¿Quién objetaría una mejora de 3,000 por ciento en la precisión del fuego de artillería? Procedió a convertirse en el paladín de la innovación recopilando datos exhaustivos sobre su eficiencia y precisión. Sims reunió con cuidado toda la información y envió informes detallados al Department of Navy y al Bureau of Ord-nance en Washington, D. C. Esperaba una respuesta rápida y positiva.

Se desilusionó. Sims esperó, pero no recibió noticias de Washing¬ton. La respuesta de la Marina y del Burean of Ordnance al nuevo pro¬ducto de Sims fue, en un principio, no hacer nada. Simplemente hicieron caso omiso de sus informes. Al final de cuentas, ¿acaso un teniente de rango menor, que se encontraba a casi 12,000 kilómetros de distancia del cuartel general, sabía más acerca de artillería naval que los oficiales superiores y expertos en pertrechos de guerra? Negándose a permitir que su propuesta se extinguiera, Sims continuó recopilando más datos y enviando más informes a la oficina naval y a toda la comunidad militar en Washington. De acuerdo con su punto de vista, cualquier persona racional tenía que darse cuenta de los beneficios del fuego continuo a blancos. Al creer que los expertos del Burean of Ord¬nance reaccionarían ante los datos, Sims envió todavía más informes que documentaban la eficacia de la innovación. A pesar de todo, no lo tomaron en cuenta.

En vista de este silencio, Sims redobló sus esfuerzos. Escribió en un tono más violento. Empezó a distribuir sus informes de manera gene¬ral entre los otros oficiales de artillería. Pronto se convirtió en una molestia demasiado grande para no tomarla en cuenta. Mucha gente conocía sus aseveraciones extravagantes, de modo que el Bureau of Ordnance se vio obligado a responder. Primero, señaló de manera ra¬zonable por qué no era posible que la innovación funcionara de la manera que Sims aseguraba. Además, declaró, no había ningún pro¬blema con la precisión de la Marina de Estados Unidos, ya que contaba con la mejor tecnología en el mundo y la había utilizado en fechas recientes para ganar una guerra. Si existía algún problema, era con los' artilleros y su entrenamiento, no con el equipo.

Esta respuesta enfureció a Sims, así que echó leña al fuego con más datos, informes y lenguaje mordaz. En vista de esta controversia cada vez más pública, el Bureau se vio obligado a comprobar la idea de Sims del fuego continuo. Para el experimento, se utilizó una plataforma de artillería colocada en tierra firme.

Debido a que no se calculó el bamboleo de una nave en el mar, de manera predecible,

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