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La administración del cambio es una actividad esporádica


Enviado por   •  10 de Agosto de 2019  •  Trabajo  •  1.710 Palabras (7 Páginas)  •  72 Visitas

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1.- Elija con cuál de las opciones se identifica más a través de una explicación amplia.

Sin lugar a duda la idea del cambio como un fenómeno constante es una definición más que adecuada.

De hecho, es, en mi opinión, exacta. Si tuviera que definir las propiedades del cambio diría que:

  1. Es constante
  2. Afecta a todo y a todos
  3. No es que sea difícil de predecir, porque siempre está ahí, es más bien difícil de percibir y medir.

Es un error negar la existencia de un fenómeno por el, nada despreciable, hecho de que, como humanos, tenemos limitaciones para percibirlo, medirlo, entenderlo o explicarlo. Obviamente si no podemos percibirlo no podemos aceptarlo como un hecho, pero esto no nos exime del error.

Ya sea porque carecemos de la experiencia, del conocimiento, la tecnología o el interés, algunos fenómenos pasan desapercibidos y su existencia completamente ignorada.

Son algunas de estas razones las que en los años 50 y 60 propiciaron la idea de que el cambio era esporádico, un evento extraordinario, una excepción de la regla, un lapsus del equilibrio, un fallo de la matriz[1]. Es importante tomar con una pizca de sal los enfoques de décadas tan lejanas como las de mediados del siglo pasado. Una lejanía no sólo obvia en el tiempo sino en los recursos, la tecnología y la forma de pensar.

Yo diría que en el campo de los negocios la realidad es totalmente contraria a la que nos propone el concepto de cambio esporádico. No es esporádico el cambio sino la calma y el equilibrio. Son la calma y el equilibrio la excepción de la regla, la eventualidad y el evento ocasional, no el cambio. El cambio es la constante con la que las organizaciones de hoy en día deben aprender a trabajar.

Las organizaciones deben tomar decisiones constantemente y anticiparse cuánto les sea posible al entorno. Deben estar en constante movimiento puesto que la contemplación, relajación y la inacción puede costarles muy caro.

Todo lo que una empresa es hoy debe ponerse a prueba mañana. Todo éxito conseguido es irrelevante para los retos del futuro. En los negocios como en el fútbol no se gana con el peso de la camiseta. Por supuesto que el conocimiento, la experiencia, la cultura organizacional, el factor humano y todo cuanto la empresa haya acumulado a lo largo de los años representa una fortaleza indiscutible pero todo ello en la medida en que sea congruente con la realidad del mercado, las necesidades y preferencias de sus clientes, su capacidad de hacer frente a la demanda y su perseverancia en el aprendizaje y mejora continua.

El mundo en el que vivimos parece una fuente inagotable de conocimiento, innovación y cambio. Todos estamos conectados de manera tal que el conocimiento fluye y las ideas junto a él. Nada parece permanecer estático por mucho tiempo y en un abrir y cerrar de ojos lo que es novedoso deja de serlo para convertirse en cosa del pasado.

Para quienes buscan el éxito, a nivel personal u organizacional, la pregunta es ¿cómo afrontar el presente y estar preparados para el futuro a la vez?

La respuesta es reconocer que es imposible eludir el cambio ergo es imprescindible incorporarlo en cada meta propuesta, cada objetivo declarado y en todo acto de gestión y planeación estratégica

“Cambia lo superficial

Cambia también lo profundo

Cambia el modo de pensar

Cambia todo en este mundo.

Cambia, todo cambia”[2]

Esta canción de Julio Navarro es una verdadera Oda al cambio, y nosotros no podemos más que asumirlo y afrontarlo aun cuando eso implica correr riesgos porque sabemos que no actuar es, de hecho, mucho más riesgoso.

2.- Ejemplifique con una analogía similar a la del buque y las canoas, el cambio organizacional y cómo transcurre este.

Tengo la analogía perfecta para ejemplificar el cambio organizacional, aunque su naturaleza subyace en una capa más profunda y menos obvia a la del buque y las canoas. Está analogía es la del juego infinito.[3]

Existen dos tipos de juego: el juego finito y el juego infinito. Al jugador de un juego finito lo denominaremos jugador A y al jugador de un juego infinito lo nombraremos jugador 1. La razón por la cual no los nombro A y B o 1 y 2 es para no crear la sensación de que uno está por delante o por detrás del otro. Simplemente son diferentes.

El juego finito se caracteriza por tener rivales conocidos, reglas específicas y un objetivo claro que tras ser conseguido normalmente resulta en el final del juego coronando a un ganador. En otras palabras, el juego tiene un inicio, un medio y un final.

En un juego infinito existen rivales conocidos y desconocidos, las reglas cambian constantemente y el objetivo es perpetuar el juego o permanecer en el juego el mayor tiempo posible. No existe un ganador o un perdedor y los jugadores participan en el juego mientras tengan los recursos necesarios para continuar o hasta que pierdan el interés.

La mentalidad de un jugador A es diferente a la de un jugador 1. Básicamente el primero juega para ganar y el segundo juego para seguir jugando. Esto resulta en una selección de estrategias totalmente diferentes.

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