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La eficiencia en el sentido de Pareto y el individualismo


Enviado por   •  2 de Febrero de 2016  •  Apuntes  •  5.048 Palabras (21 Páginas)  •  719 Visitas

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4.2.1. La eficiencia en el sentido de Pareto y el individualismo  

El criterio de la eficiencia de Pareto tiene una importante propiedad que debe comentarse. Es individualista en dos sentidos. En primer lugar, sólo le preocupa el bienestar de cada persona y no el bienestar relativo de diferentes personas. No le preocupa explícitamente la desigualdad. Así, por ejemplo, un cambio que mejorar la situación de los ricos pero no alterara la de los pobres sería, aun así, una mejora en el sentido de Pareto. Sin embargo, algunas personas creen que no es bueno aumentar las diferencias entre los ricos y los pobres. Piensas que crea, por ejemplo, tensiones sociales negativas. Muchos países menos desarrollados atraviesan frecuentemente períodos de rápido crecimiento durante los cuales mejora la situación de todos los grandes sectores de la sociedad, pero la renta de los ricos aumenta más deprisa que la de los pobres. Para valorar estos cambios. ¿Basta decir simplemente que ha mejorado la situación de todo el mundo? No existe acuerdo sobre la respuesta.

 En segundo lugar, es la percepción que cada individuo tiene de su propio bienestar la que cuenta. Esta idea es coherente con el principio general de la soberanía del consumido, según el cual es la propia persona la que mejor juzga sus necesidades y sus deseos, quien mejor sabe que la redunda en su propio interés.  

4.2.2. Soberanía del consumidor y paternalismo  Muchas personas creen firmemente en la soberanía del consumidor; sin embargo, deben señalarse algunas limitaciones importantes. Los padres a menudo creen que saben qué es lo mejo para sus hijos. Creen – y existen daos que parecen confirmarlo – que éstos no son conscientes de todas las consecuencias de sus actos y/o que no las tienen totalmente en cuenta; que suelen ser miopes y que prestan demasiada atención a los placeres a coto plazo en relación con los costes o los beneficios a largo plazo. A veces deciden irse al cine en lugar de estudiar para un importante examen de economía o abandonar los estudios para poder comprarse un automóvil, poniendo así en peligro su futuro. Aunque el Estado poco puede hacer para resolver el primer problema, sí trata de hacer algo para resolver el segundo: en la mayoría de los países, la enseñanza es obligatoria hasta los catorce o los dieciséis años de edad.  

En el capítulo 3 señalamos que la creencia de que los adultos pueden ser cortos de miras y necesitan que los orientes el Estado se denomina paternalismo. Esta creencia constituye la base de oda una variedad de intervenciones del Estado que suelen ser controvertidas, entre las cuales se encuentra la provisión de determinados bienes, llamados bienes preferentes.  

Aunque se presupone en cierta medida que la mayoría de los programas públicos deben evaluarse individualmente, es decir, señalando cómo afectan a los diferentes individuos, utilizando sus propias percepciones sobre los beneficios que les reportan, hay algunos casos importantes en los que casi todo el mundo está de acuerdo en que la conveniencia de un programa público debe juzgarse desde una perspectiva más general, teniendo encuentra explícitamente una gama más amplia de objetivos sociales. El gran número de leyes que restringen las prácticas discriminatorias – vivienda justa, igualdad de oportunidades en el empleo, etc. – es quizás el ejemplo más importante.    

4.3. LA DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA  

La limitación más grave del principio de Pareto es el hecho de que no da ninguna orientación en lo referente a la distribución de la renta. La mayoría de los programas gubernamentales (cuando se tienen en cuenta sus costes) beneficia a unas personas a expensas de otras.  

4.3.1. La función de utilidad y la utilidad marginal  

A menudo los cambios que genera una política son complejos. Supongamos que el gobierno eleva los impuestos para suministrar un servicio público. Es posible que la gente trabaje más (que disminuya su ocio) y consuma menos, por lo que esos cambios empeorarán su bienestar; al mismo tiempo, mejorará porque podrá acceder al servicio público. Estos cambios se resumen en función del efecto que producen en el bienestar o utilidad del individuo. Si mejoran el bienestar de una persona, lo que significa que éstas prefiere la nueva situación a la anterior, decimos que ha aumentado su utilidad.  

Así pues, a medida que transferimos más naranjas a Viernes, aumenta su utilidad. La relación entre el número de naranjas y su nivel de utilidad, se denomina función de utilidad. La utilidad adicional que le reporta una naranja

adicional se llama utilidad marginal. En ambos casos, la utilidad marginal es la pendiente de las funciones de utilidad, que es el cociente entre la variación del valor de la utilidad y la variación del número de naranjas.  

A medida que una persona pose una mejor cantidad de un bien, éste es, en el margen, menos valioso; es decir, disminuye la ganancia adicional que reporta una unidad adicional de dicho bien. A los economistas les preocupan a menudo las ventajas adicionales que se derivan de destinar una unidad más de un recurso a un uso o a otro; en otras palabras, les preocupan los beneficios marginales. El análisis de las consecuencias de transferir una unidad de recursos de un uso a otro se conoce como análisis marginal).  

Conforme transferimos naranjas de Crusoe a Viernes, aumenta la utilidad del segundo y disminuye la del primero. Este hecho puede representarse mediante una curva de posibilidades de utilidad.  

Este ejemplo es excesivamente sencillo, ya que la política gubernamental normalmente afecta a la utilidad no sólo de dos personas, sino de grupos enteros de personas, y los programas públicos son más complejos que la mera transferencia de naranjas de una persona a ora. Aun así, la curva de posibilidades de utilidad constituye un buen marco conceptual para analizarlos.  

Si los recursos no se han asignado eficientemente, la economía se encontrará en un punto como el I, situado por debajo de la curva. Todo cambio que lleve a la economía a un punto como el I’ (situado por encima y a la derecha de I) es una mejora en el sentido de Pareto, ya que mejora la situación de amos grupos de la sociedad. Todos los puntos de la curva de posibilidades de utilidad corresponden a una asignación de los recursos óptima o eficiente en el sentido de Pareo. Nadie puede salir ganando sin que alguna otra persona resulte perjudicada.  

Así pues, lo primero que debemos preguntarnos cuando evaluamos un programa público es si representa un desplazamiento de un punto ineficiente, situado por debajo de la curva de posibilidades de utilidad, a un punto eficiente, situado en (o al menos más cerca de) ella; o simplemente un desplazamiento a lo largo de la curva, beneficiando a una persona (o grupo de personas) y perjudicando a ora persona (o grupo de personas).  

Parece que el presidente Reagan creía que la reducción de los impuestos de 1981 y la reforma fiscal de 1986 eran un desplazamiento como el de I a I’. Aunque los impuestos de las personas de renta alta disminuyeron proporcionalmente más, creía que el efecto estimulante de la reducción seria tan grande que beneficiaría a todo el mundo. En cambio, el debate sobre la conveniencia de reducir las prestaciones actuales de la seguridad social o las futuras se refiere esencialmente a un desplazamiento a lo largo de la curva de posibilidades de utilidad, como el de A a B la disyuntiva es entre el bienestar de los jubilados actuales y el de los futuros.  

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