Las tres columnas del desarrollo económico

Las tres columnas del desarrollo económico

Jose Vargas

Joseantv1989@gmail.com

Institucionalidad

Establecer una relación determinista en término de desarrollo socio-económico puede ser una osadía, una aberración (si se quiere), mientras observaciones efectivas no demuestren lo contrario. Esto porque, por definición, el propio concepto de desarrollo sugiere ver fenómenos o indicadores que se conjugan. Por ejemplo, es de consenso general entre los estudiosos de la economía, y la sociedad en general, la idea de que crecimiento económico no es igual a desarrollo. Esto se aplica a todos los aspectos del desarrollo. Ningún indicador por sí solo es considerado como bienestar. Siendo así ¿Por qué podemos considerar a las instituciones como factor determinante del desarrollo?

Pues bien, la sociedad es un conjunto de instituciones que interactúan entre sí. Son las reglas que organizan y rigen a la sociedad. La forma en que las personas tendrán acceso a los recursos (así como su alcance); las condiciones del ambiente social; la forma en que se relacionan los individuos y las organizaciones y entre ellos; en fin, todos los aspectos de una sociedad están, sino determina, condicionados, por ellas. En este sentido hay que ver a la sociedad como un gran conjunto formado por instituciones. Por ende, cualquier mejoramiento de una parte de ese conjunto se debe considerar como una mejora del universo. Si una institución avanza la sociedad debe hacerlo, de algún modo.

Educación, educación…

Sin miedo a errar, me atrevo a afirmar que la educación es factor poderoso del desarrollo social. Solo hay que ver que una persona con un alto nivel de capacitación es una mayor presión para el cambio político. Un individuo que pueda evaluar de forma critica las acciones de los políticos es un potencial voto-castigo, ante un mal periodo de gobierno, de un político en particular, así como de su partido (esto cambia en función de la cultura de los países y otros intereses, digamos que en promedio). Así, una persona más educada esta llamada a ser socialmente más útil, a actual de forma correcta frente a las instituciones y debe estar más preparado para aprovechar nuevas oportunidades.

Ahora bien, ¿es la formación que recibimos la que necesitamos, la adecuada? En bastantes casos no. Muchas veces no existe la orientación adecuada para que los ingresados a las universidades, por ejemplo, sepan cual es la carrera que deben elegir o si lo mejor es no hacerlo. Hay persona que por lo fine perseguidos y sus propias capacidades lo que les he más conveniente es optar por una preparación técnica que es menos cotosa (en tiempo y dinero). Por otro lado, están las condiciones del mercado laborar en relación a los programas académicos. En una diversidad de aspecto, los cursos que se imparten en las carreras universitarias y el contenido de los programas de educación básica y media (principalmente publica) no se corresponden con las exigencias efectivas de las empresas. Esto es apreciable en el bajo uso de tecnología de comunicaciones en las aulas y la ausencia de herramientas de este tipo en programas académicos, como manejo de internet y procesadores de texto, por ejemplo. En este sentido, la ausencia de idiomas es aún más notoria. Hoy en día las empresas demandan trabajadores bilingües con mucha frecuencia y, esto es verdaderamente cierto para los países con mayor pobreza y con economías orientadas al servicio. También debe considerarse la calidad de la educación que se recibe y no solo su alcance geográfico de esta. Por los generar se tiende a evaluar la educación por la cantidad de años de que, promedio, logran los países, olvidando que, si más tiempo de clase no generan mayor innovación, pensamiento de calidad, mayor capacidad para resolver problemas, de nada, o de muy poco, sirven.

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