Policía Nacional del Perú
Enviado por maffuz • 20 de Noviembre de 2013 • Tesis • 2.638 Palabras (11 Páginas) • 397 Visitas
Si bien es entendido que la intencionalidad de este escrito gira en torno al análisis de las alternativas de comprensión y diálogo frente al dilema ético que ofrece el uso de cultivos genéticamente modificados para la Bioética, reiteramos que en un primer momento se abordará un acercamiento sistemático y reflexivo de cara a las posibles virtudes y beneficios de los cultivos genéticamente modificados, junto con algunos de los argumentos académicos y científicos empleados en beneficio del sostenimiento de muchas de sus interpretaciones. Así también y en un segundo momento, se abordará desde sus propios argumentos e investigaciones, lo que hemos optado por llamar una segunda postura. Ésta, un tanto más inquieta y prevenida con respecto al uso y manipulación de dichos cultivos genéticamente modificados.
Se puede afirmar que el hombre, entre los muchos usos que ha dado a los organismos vivos, ha practicado su introducción en el control de los sistemas tanto agrícola, médica e industrial, con el fin de satisfacer muchas de sus necesidades básicas (Roldán, 2007). Esta es una primera en la que resultar evidente que la vida humana no sería posible sin algún grado de intervención permisible en el curso natural de las cosas. A tal punto y gracias a los avances de la biotecnología y la ingeniería genética, con la recombinación del ADN, la transgénesis y la clonación, que ofrecen la posibilidad de contar con variedades mejoradas, adaptables o tolerantes a factores adversos, se cifran nuevas esperanzas relacionadas fundamentalmente con el aumento de la cantidad y calidad nutritiva y medicinal de los alimentos de origen vegetal o animal, así como la posibilidad de producir macro y microorganismos que absorban y degraden sustancias contaminantes. En palabras de Freyre Roach, "se espera que este avance de la ingeniería genética ofrezca la posibilidad de rescatar y conservar recursos agrogenéticos en perspectiva de extensión" (2008).
En atención a lo anterior, no se puede desconocer que con algunos datos históricos, los primeros agricultores hicieron uso claro de variedades genéticas, guardando modo semillas de plantas que poseían características deseables. Esta "selección" por parte de los agricultores fue, en efecto, el gran comienzo de cultivo de plantas que rápidamente condujeron a cambios significativos en las cosechas expuestas a esta selección.
Sin embargo, tal y como lo plantearon Steve Hughes y John Bryant,
El establecimiento, a principios del siglo XX, de la genética como ciencia bajo la influencia de Bateson y Biffen, y el "redescubrimiento" del trabajo del Mendel condujeron a un progreso mucho más acelerado en la citogenética, particularmente porque los cultivadores empezaron a realizar cruces, híbridos, entre diferentes variedades locales de plantas. Estos primeros días de cultivos filogenéticamente basados conllevaron a significativos avances en el desempeño de las cosechas, tales como la resistencia ante enfermedades propias de la planta (Hughes & Bryant, 2002).
Dichos avances llegarían hasta finales del siglo XVIII en donde los naturalistas comenzarán a practicar grandes cruces de variedades vegetales diferentes. Luego, como se sabe, en 1856 el monje checo Gregor Mendel culminara sus estudios sobre las características específicas de multitud de plantas según las sucesivas secuencias de su linaje, basándose en algunas leyes establecidas por una herencia. A lo que se suma el logro del científico Pasteur al identificar el papel de los microorganismos en las transformaciones biológicas sentando las bases de la microbiología. Todo en aras de una tecnología capaz de adecuarse a las exigencias de rendimiento y satisfacción necesarias para la subsistencia y el mejoramiento de variadas especies de animales y vegetales (en general, sin pretender sustituir los postulados darwinistas o mendelianos, sino más bien destinados a coadyuvar en su complementariedad).
En un segundo momento, aparecen nuevos técnicas en la obtención de plantas transgénicas con ventajas respecto a otras técnicas convencionales. Técnicas que son relativas a i) la incorporación de genes de cualquier procedencia sin necesidad de que se encuentren en plantas que puedan ser hibridadas entre sí; ii) la introducción de un único gen nuevo con lo que se preservan de su descendencia el resto de los genes de la planta original; y iii) el aceleramiento de tiempo de dicho proceso de modificación genético de manera más amplia, precisa y rápida.
Puesto de este modo, se advierte, con respecto al uso de cultivos genéticamente modificados, una falta de conocimiento sobre la biotecnología propiciada por verdades a medias, la omisión de detalles y la exageración de los problemas. Como sostiene Ramón Tamames (citando a Cristina Reichert y Esteban Alcalde), existen múltiples mitos que esencialmente reflejan el estado de la discusión. Consignaremos en lo que sigue tales mitos en conformidad con el autor bajo la reiterada necesidad de explícitar las fuenteas de este escrito (Tamames, 2003).
1° Las plantas modificadas genéticamente no están reguladas.
2° No existen datos suficientes como para aceptar los productos modificados genéticamente.
3° No existen beneficios de la biotecnología.
4° Los organismos genéticamente modificados generan daños para la salud y el medio ambiente.
5° Ningún producto transgénico está etiquetado. 6° Las plantas modificadas genéticamente provocan pérdida de Biodiversidad.
Finalmente, y atendiendo a los grandes estudios reseñados por el DrTamames, podemos atender a cuatro argumentos ofrecidos no sólo en favor de una provocativa posición frente al uso de los cultivos genéticamente modificados sino también por mor de una visión prospectiva de una mayor calidad de vida de la sociedad y su correspondiente ventura por la alimentación humana.
a. Aumento de la productividad
Sostiene el autor, que para hacernos a una mayor idea de lo que, en términos de productividad, representan los cultivos genéticamente modificados o transgénicos, podríamos afirmar que durante los últimos años el coste de productividad, al menos en España y bajo el ejemplo del maíz, ha pasado de un máximo de tiempo invertido a un mínimo de tiempo de trabajo.
En este sentido, las innovaciones de la ingeniería genética relacionadas con la obtención de plantas transgénicas resistentes a herbicidas, microorganismos patógenos y plagas de insectos inciden sobre el rendimiento, al evitar pérdidas importantes en cultivos y cosechas. Y al disminuir los costos de producción por ahorrar mano de obra y productos químicos.
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