Principio Y Normas De La Contabilidad
Enviado por edgarly • 10 de Marzo de 2012 • 6.097 Palabras (25 Páginas) • 976 Visitas
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Edgarly Garrido Márquez
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AUDITORIA
Principio de la contabilidad generalmente aceptado
Los Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados conocidos como (PCGA) son un conjunto de reglas generales y normas que sirven de guía contable para formular criterios referidos a la medición del patrimonio y a la información de los elementos patrimoniales y económicos de un ente. Los PCGA constituyen parámetros para que la confección de los estados financieros sea sobre la base de métodos uniformes de técnica contable.
Se aprobaron durante la 7ª Conferencia Interamericana de Contabilidad y la 7ª Asamblea Nacional de Graduados en Ciencias Económicas, que se celebraron en Mar del Plata en 1965.
Principio del costo
La literatura de la contabilidad ha tenido mucho que decir acerca del “principio del costo'', que puede enunciarse como sigue: con sujeción a excepciones generalmente reconocidas, y excluyendo el efectivo y las partidas a cobrar, el costo es la base apropiada para contabilizar el activo y los gastos, y los registros de la contabilidad deben reflejar los costos de adquisición, como asimismo la transformación, la corriente y la expiración de esos costos.
La base de costo para fines de registro y de información es a veces criticada por quienes creen que los informes serian más elocuente sé todo el activo se presentara a base de valores de realización o a los costos de reemplazo en la fecha del informe. Es de dudar si tales bases de valoración serian más significativas que la base del costo. El uso de los valores realizables en los inventarios podría tener como resultado la anticipación de ganancias y posiblemente el falseamiento o deformación de las ganancias si el volumen de producción supera al volumen de las ventas. Por lo general, no existe la intención de convertir inmediatamente el activo fijo en dinero, por lo tanto, la información relativa a sus valores realizables o de mercado no es de gran importancia, excepto quizá para determinados acreedores, y, en todo caso, la información puede presentarse entre paréntesis en el balance general, o en cedulas o estados anexos o complementarios, sin abandonar la base del costo en los propios registros. La pertinencia del costo de reemplazo de un activo está sujeta a dudas. Con bastante frecuencia, la dirección no estaría interesada en sustituir un activo por otro de su clase, posiblemente a causa de los cambios tecnológicos. Debe también reconocerse que el cálculo de los costos de sustitución exige el uso de supuestos sobre factores claves, como los costos indirectos de fabricación ~ o carga fabril ~ y el volumen de producción. Además, el costo de sustitución a menudo es un pobre indicador del valor. Se dispone de evidencia más definida y objetiva para la determinación del costo que para determinar los valores realizables y los costos de sustitución, que en muchos casos serian materia de pura conjetura. El menor uso del costo haría que la contabilidad fuera de carácter más subjetivo.
Principio de objetividad
Los cambios en los saldos de las cuentas deben basarse en pruebas suficientes. Los asientos de contabilidad basados en la simple imaginación o capricho no serian tolerados por un contador. De igual modo, un asiento en el que se elevara el valor de un activo tan solo porque la gerencia opinaba que el activo en cuestión valía más ahora que cuando fue adquirido no sería aceptable para un contador. Debe haber suficiente apoyo objetivo para los importes del activo, pasivo y capital contable que se registran en las cuentas y se muestran en los estados financieros.
Los contadores hacen uso de distintas clases de pruebas para formular los asientos en las cuentas. Contratos legales, facturas de ventas, cheques pagados cancelados, tarjeta de tiempo de los empleados, precios de mercado (utilizados al aplicar el método de inventario del precio más bajo, costo o mercado), y los actos formales emprendidos por el consejo directivo, son algunos ejemplos. El tipo de prueba puede variar en calidad, desde la que es subjetiva (como la opinión de alguien, por ejemplo) hasta la objetiva (como una operación cerrada con un cliente. Existen muchos grados de pruebas, y a menudo más de una sola clase de ellas en relación con los asientos contables. La mejor a los ojos del contador es la que sea más objetiva; esto es: la que se halle menos influida por la opinión y el juicio personales. Sin embargo, no es conveniente ni posible eliminar el juicio y la opinión en el proceso contable; pero el juicio y la opinión no debe prevalecer ante una prueba más convincente y objetiva. Se espera que un contador pueda evaluar las distintas clases de comprobación para los asientos de contabilidad, rechazando las que carezcan de suficiente objetividad para justificar un asiento contable.
La confianza en los estados financieros se vería seriamente socavada si los principios de contabilidad no reconocieran en forma adecuada la necesidad de una comprobación convincente de las cifras de valores que se muestran en los estados financieros. Este aspecto de la contabilidad es notorio en muchos de los principios encontrados en las prácticas contables en la actualidad.
Principio de consistencia
Otro importante principio de contabilidad es la consistencia en el método. La contabilidad no está formada por un conjunto de reglas que prescriben el “único camino'' a seguir para hacer las cosas. Por ejemplo: existen varios procedimientos para calcular la depreciación periódica. El contador debe procurar aplicar el método que mejor se adapte a cada caso particular, y es de primordial importancia que el método escogido se aplique consecuentemente año tras año, pues si el contador cambiase continuamente el método para contabilización de ciertos activos o gastos, cada método aisladamente podría ser aceptable, pero los sucesivos estados financieros periódicos no serian comparables. Por ejemplo: al cambiar los métodos de depreciación podría alterarse la utilidad neta, y tal vez en forma considerable. El lector de un estado podría confundirse y pensar que las utilidades habían mejorado, cuando en realidad el aumento se debió a un cambio en el procedimiento de la contabilidad. Los cambios en la utilidad neta, mostrados en estados sucesivos, deben justificarse por correspondientes alteraciones en las condiciones generales de los negocios o en la eficiencia de la administración, pero no deben ser motivados simplemente por variación en los métodos
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