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RESUMEN DEL LIBRO ETICA PARA EL MUNDO REAL


Enviado por   •  23 de Mayo de 2013  •  1.964 Palabras (8 Páginas)  •  1.210 Visitas

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ÉTICA PARA EL MUNDO REAL

Autores: Ronald A. Howard y Clinton D. Korver

Sinopsis

Siempre solemos encontrar “buenas” razones para justificar nuestros desaciertos éticos: le mentimos a un cliente porque así nos lo pidió el jefe o exageramos nuestros logros para conseguir un empleo, etc. Las tentaciones nos enceguecen y terminamos haciendo cosas que después lamentamos.

Las faltas menores pueden parecer inofensivas, pero terminan por desarrollar en nosotros el hábito de distorsionar nuestro pensamiento. Las justificaciones racionales ahogan nuestra voz interior y terminamos modificando las reglas a conveniencia.

Howard y Korver explican cómo aprender a dominar el arte de tomar decisiones éticas. Algunos de los temas tratados son: aprender a identificar compromisos, clarificar nuestro pensamiento ético, asumir de antemano principios éticos, etc.

➢ Herramienta Clave: Hacer el inventario

Cuando nos sentimos tentados en la vida diaria, nuestro razonamiento ético se puede ofuscar. Hay cosas que no son tan graves. Por ejemplo embolsillarse condimentos de más en el puesto de hamburguesas, simular que estamos enfermos para no ir al trabajo o quedarnos con más vuelto porque el dependiente de la tienda no contó bien. Pero las racionalizaciones y las pequeñas fechorías pueden nublar nuestro juicio hasta el punto en que, cuando se nos presenten las verdaderas tentaciones, terminaremos por convencernos de que no le estamos haciendo daño a nadie, y resbalaremos por una pendiente ética.

La ética se aplica cuando nuestras acciones afectan a otro ser humano. Si no analizamos metódicamente nuestro comportamiento, sufriremos una gran escalada de pequeños fraudes. Se requiere de mucha práctica para aprender a tomar decisiones éticas.

Hasta los profesionales más competentes caen en la tentación y terminan pensando de un modo “casi ético”. Tomemos por caso los investigadores que publican un estudio sobre un fármaco y que luego son repudiados porque no habían dicho que sus fondos provenían del propio fabricante de la medicina.

Tres tipos de fechorías éticas

1. Fraude: mentir y confundir intencionalmente a los demás, sea de palabra, de acción o por omisión, es un fraude. La falta de sinceridad es un problema en todas las profesiones, Ejemplos:

➢ Hombres de negocio que inflan el pronóstico de ganancias, vendedores que confunden al posible cliente o atletas que aprovechan los efectos revigorizantes de ciertas sustancias.

➢ Más de 70% de los miles de estudiantes que participaron en un estudio señalaron que habían hecho trampa en los exámenes, y más de 40% admitió haber cometido plagio. Cuando alguien descubre que hemos mentido, nuestra reputación queda empañada inmediatamente.

➢ Las mentiras blancas, que normalmente se consideran benignas, pueden ser insidiosas porque suponen la retención de información potencialmente útil. Por ejemplo, si estamos enfermos, pero nadie nos dice la verdad para no alarmarnos, dejaremos de buscar ayuda médica apropiada. Antes de mentir debemos tomar en cuenta cómo se sentirá el receptor de la mentira. Los secretos también pueden ser peligrosos porque nos pueden forzar a mentir.

2. Robo: los robos no sólo se hacen a mano armada. Hay muchos tipos de robo: apropiarse de una cuenta bancaria ajena, copiar información o música protegida por derechos de autor, cobrar de más a un cliente o robar material de oficina (según un estudio, esto lo hace la mitad de los oficinistas). Buena parte de los rateros se consuelan diciendo que sus víctimas no se dan cuenta de lo que está pasando o, aún peor, se lo merecen, si bien las víctimas nunca estarían de acuerdo con esto.

3. Daño físico: la mayoría de la gente no le daría un batazo en la cabeza a otra persona. Pero tal vez sí aceptaría empleo en una fábrica de metralletas o hacerse la vista gorda en situaciones que podrían herir a una persona. Por ejemplo, ciertos cirujanos están dispuestos a callar sobre aquellos casos en los que un colega incompetente ha herido a un paciente. Ciertos experimentos psicológicos han demostrado que, bajo ciertas circunstancias, estamos dispuestos a hacerles daño a los demás. Cuando nos habituamos a evitar los sentimientos ajenos, empezamos a desensibilizarnos. Este fenómeno les funciona muy bien a los soldados durante la guerra. Pero también les sirvió a los médicos nazis que hicieron experimentos con individuos inocentes y a los ingenieros nazis que diseñaron las estructuras de ejecución masiva.

1. AGUZAR EL PENSAMIENTO

La gente suele racionalizar sus comportamientos poco éticos con el fin de que estos parezcan menos graves. El problema ético suele quedar enmascarado tras los sentimientos, las obligaciones, las limitaciones legales o las preferencias personales. El vocabulario que utilizamos para describir una situación influye en la percepción que tenemos de esta misma. Por ejemplo, cuando sustituimos el término “bebé que aún no ha nacido” por “feto”, provocamos una reacción emocional que puede influir en nuestra opinión sobre el aborto. Utilizar eufemismos o palabras que suavizan un poco la situación es una forma de fraude. Y otro tanto podemos decir cuando utilizamos “cacofemismos”; es decir, palabras que exageran el lado negativo de las cosas.

Nuestras decisiones prácticas también pueden depender de factores “legales” o “prudenciales”. Una pregunta prudencial explora la posibilidad de que ciertas acciones nos convengan o no. Por ejemplo, “¿tal acción nos valdrá dinero, amigos, salud o romance?” Los intereses prudenciales pueden interferir con las decisiones éticas. Aceptar un soborno o sostener un romance ilícito puede ser muy tentador y, a la vez, poco ético. En otros casos, seguir la vía ética supone asumir riesgos personales o financieros. Por ejemplo, los delatores corporativos toman decisiones éticas en vista de posibles penalidades prudenciales.

La dimensión legal de una decisión tiene que ver con el hecho de que la acción se ajuste o no a la ley. De acuerdo con la ley, algunos engaños son legales. Tomemos por caso la diferencia entre la ética negativa (“no robaré”) y la ética positiva (“me ocuparé del hambre”). La ética negativa evita o prohíbe que hagamos ciertas cosas. Esta es la razón por la que se la toma más en cuenta. En cambio, la ética positiva es tan amplia e imprecisa que termina por hacernos sentir responsables de la miseria mundial.

Cuando racionalizamos una decisión ética (por ejemplo, justificar o minimizar el posible impacto de nuestras acciones), distorsionamos

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