Reflexiones Sobre Cultura Organizacional E Instituciones En El Mundo Actual
Enviado por brunodd • 6 de Septiembre de 2011 • 3.779 Palabras (16 Páginas) • 1.942 Visitas
Desarrollo
Los finales del siglo XX y los inicios del XXI han presentado al hombre cambios que se materializan en todas las esferas de la vida: económica, social, política, culturales, en los modos de vida y convivencia, en las concepciones del mundo, en la psicología, en fin, en cada esfera humana. Al introducirse a la vida cotidiana del hombre los adelantos científicos, esto implicó impactos en la esfera de las comunicaciones, en los mecanismos de comercio, en el sistema financiero, etc. Junto con las nuevas tecnologías aparecieron nuevas formas de organización, denominadas transnacionales, nuevas formas de relacionarse las naciones expresados en tratados, convenios, acuerdos de distinto tipo. Puede resumirse que se forja una nueva sociedad.
Considerando que el ser humano, en su carácter social se ha desarrollado desde la interacción, descubriendo en el trabajo coordinado la posibilidad de satisfacer sus necesidades, garantizando su subsistencia, paulatinamente ha construido un mundo de organizaciones, e históricamente ellas han tenido diversas formas: pensar en relaciones humanas, en actividades sociales, en la vida cotidiana en general, es pensar en organizaciones, porque ellas son el eslabón fundamental de mantenimiento y desarrollo de cualquier sociedad.
Es fácil comprender entonces el interés que han despertado en diversas ciencias la definición y el estudio de las organizaciones, sus principales características, funciones, los principios que rigen su desarrollo, etc. Aunque no se puede hablar de consenso entre las diferentes posturas asumidas ante este fenómeno, en la actualidad está ampliamente difundida la concepción de entenderlas como culturas, lo cual implica observarlas como forma de expresión y manifestación de la conciencia humana, de manera que, trascendiendo las perspectivas de estudios económicos, se focalicen sus aspectos subjetivos, ideológicos, simbólicos, así como su componente imaginario, construido por el hombre, esto acorde con sus necesidades en un momento histórico social.
En este sentido, resulta paradigmática la concepción teórico-metodológica que sostiene Edgar Schein (1985), quien explica la cultura organizacional como "el conjunto de presupuestos básicos que un grupo crea, descubre y desarrolla en el proceso de aprendizaje de cómo lidiar con los problemas de adaptación externa e interna y que funcionan al menos lo suficientemente bien para que sean considerados válidos y enseñados a los miembros como una forma correcta de percibir, pensar y sentir en relación con esos problemas". Reconoce en ella diferentes niveles, que define como: nivel de artefactos visibles, nivel de los valores y nivel de las presunciones subyacentes básicas.
Estos niveles tienen carácter jerárquico y están estrechamente articulados, de manera que al modificar uno de ellos se deben producir progresivamente cambios en los demás: al aparecer cambios en los artefactos, se modifican los valores y a más largo plazo se pueden llegar a modificar las presunciones. Este proceso también puede generarse en el sentido contrario, aunque, por lo general, son los más "superficiales" los de mayor dinamismo
Esta concepción de las organizaciones no implica una ruptura total con anteriores definiciones, ni impide el reconocimiento de la importancia de elementos de carácter económico en su estudio; de hecho, el propio autor define como elementos distintivos en las organizaciones: la coordinación racional de esfuerzos, el logro o alcance de algunos objetivos o finalidades comunes a través de la coordinación de actividades, la división del trabajo y la necesidad de jerarquización de la autoridad, que se encuentra generalmente incorporada a una compleja jerarquía de posiciones o rangos, que tienden a definir un área de responsabilidad.
La clave de concebir las organizaciones como culturas no está, como se indica anteriormente, en negar que ella supone elementos de orden pragmático, incluso de carácter formal, material; no niega el reconocimiento de los resultados y determinantes económicos de la actividad humana, sino que destaca el análisis de otros procesos: la riqueza en la producción de imaginarios individuales y grupales (propuestos básicamente como valores y presunciones), que son también productos de la actividad organizacional y se constituyen a su vez en sus propios determinantes.
La educación, al igual que la economía, la salud, el deporte y, en general, las más importantes áreas de actuación humanas, se realizan de manera organizada, coordinada e intencional. De ahí que existan diferentes tipos de organizaciones, en función de las particularidades de sus misiones, de su encargo social: organizaciones productivas, sociales, educativas, entre otras.
En sentido general, las organizaciones educativas, se han caracterizado (independientemente del nivel de enseñanza en que se especialicen) por actuar como escenarios que aseguran orden y reproducción de los sistemas sociales en que están inmersas. Si bien todo tipo de organización en una sociedad reproduce en buena medida la cultura a la que pertenece: las normas, valores y presunciones socialmente compartidas; la educativa ha tenido históricamente esta actividad como su misión fundamental, su encargo social, el objeto que justifica su existencia.
La organización escolar es el espacio de la socialización que trabaja con el conocimiento que la sociedad requiere para consolidarse en el tiempo, aunque no puede considerarse que ésta sea una reproducción pasiva, lineal, exenta de crisis: debemos tener presente que la propia escuela es una construcción histórica orientada a resolver el problema de la transmisión cultural hacia las nuevas generaciones, por lo que también en ella se reflejan y gestan muchos de los cambios o puntos de ruptura del orden social: es reproductora y a su vez productora de cultura, formadora por excelencia de los miembros de cualquier sociedad, esa ha sido y es su misión, independientemente de las formas concretas que asuma para conseguirlo.
Otra característica que tradicionalmente ha identificado a estas organizaciones, y que pautó en buena medida su surgimiento, es su relación con los saberes: el reconocimiento social de la escuela (acepción más difundida para las organizaciones educativas) como institución más legítima de transmisión del conocimiento, que incluso estatalmente se intenta validar más que otros espacios que pueden cumplir funciones similares, como la familia, la iglesia, etc. Esta particularidad marcó, en alguna medida, la representación de las organizaciones educativas como espacios un tanto cerrados,
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