Tiempos de tensión: La minería ilegal e informal en América del Sur
Enviado por edson_32 • 27 de Septiembre de 2013 • Documentos de Investigación • 2.399 Palabras (10 Páginas) • 489 Visitas
Tiempos de tensión: La minería ilegal e informal en América del Sur
La historia de Juan Mamani es una historia de éxito. Él comenzó a trabajar con su padre extrayendo oro de los ríos de la Amazonía en la región de Madre de Dios, en Perú, cuando tenía seis años. Su familia nunca pudo mandarlo a la escuela. Ahora, cerca de los 40 años, él es dueño de su propio equipo de minería fluvial y espera que la renta obtenida con el polvo de oro le permita mantener a su hijo de seis años en la escuela.
El éxito de Mamani tuvo lugar en medio de la tragedia. Los campamentos mineros ilegales están esparciéndose por la orilla del Amazonas creando focos de prostitución forzada y niveles astronómicos de polución. Los trabajadores trabajan en pozos de lodo contaminado y terminan el día respirando vapor de mercurio mientras purifican el oro extraído en barriles de petróleo abiertos. A pesar de tanto sufrimiento, Mamani está entre los muchos mineros que defienden esa "minería artesanal" como una de las pocas alternativas a la pobreza rural en América del Sur.
Mamani y sus compañeros representan una doble amenaza para la industria formal de la minería, en la medida en que ésta busca aumentar la producción de oro, plata y cobre. Ellos no sólo contribuyen a la fama de la minería como algo sucio y peligroso, sino también crean un desafío de relaciones públicas para las minas mayores. Además, forman un importante contingente político capaz de detener una multinacional.
Lentamente, sin embargo, empresas, organizaciones no gubernamentales y gobiernos están aprendiendo a transformar la producción mineral de empresas que operan a pequeña escala en operaciones de mayor tamaño, más fáciles de regular. Ellos trabajan con grupos numerosos de personas que excavan la cuenca del Amazonas, con los mineros que golpean la roca bruta extrayendo el oro y la plata incrustados en las montañas de los Andes, y con los pequeños mineros del desierto de Atacama, en Chile, que tienen en el cobre su sustento.
Informal e ilegal
América del Sur está repleta de lecciones sobre empresas que trabajan con materias primas y desean cambiar. Los esfuerzos de los gobiernos para "formalizar" a los mineros han tenido como resultado diferentes grados de éxito. Las empresas privadas, aunque dependan tradicionalmente de la fuerza policial y militar para imponer sus proyectos a las comunidades locales, adoptaron en los últimos tiempos estrategias de cooperación que, a pesar de ser lentas, podrán generar relaciones más saludables que las existentes con la comunidad de mineros.
Tomándose por base el kilogramo del metal, las minas informales e ilegales son más peligrosas para el trabajador y más perjudiciales para el medio ambiente que las minas grandes, cuyo tamaño hace que se adopten con más facilidad las normas del sector. En las actividades mineras que se hacen en los ríos de la floresta tropical amazónica, las minas informales se exploran durante poco tiempo y luego se abandonan. El área de preservación en torno a la Reserva Nacional Tambopata, en Perú, una región de floresta tropical protegida, ha perdido 1.400 hectáreas en los diez meses cumplidos en septiembre debido a actividades de minería, según estudios de CICRA, sociedad de conservación y de protección del Amazonas, cuyos descubrimientos se basan en fotografías por satélite. El ministerio de la Minería de Perú informó que la región de Madre de Dios, repleta de minas ilegales, produjo 18 toneladas de oro en los primeros nueve meses de este año. Para hacerse una idea de lo que representa esta cantidad tan solo hay que mirar a la producción de Chaupiloma, la mayor mina formal del país, que es explotada por la Minera Yanacocha, empresa cuya propiedad mayoritaria está en manos de Newmont Mining, de Colorado. Chaupiloma produjo 29 toneladas de oro hasta septiembre en una propiedad de 10.000 hectáreas que explota todo el año.
Eso no significa que no existan polémicas en la minería formal. El intento de Yanacocha de construir una nueva mina —Conga— en el mismo Estado de Cajamarca donde se encuentra Chaupiloma, fue blanco de las protestas y llevó a la colocación de barreras en las carreteras. Los manifestantes dicen que la agricultura se vería perjudicada por la falta de agua, lo que llevó al presidente Ollanta Humala a declarar el estado de emergencia en la región el 5 de diciembre.
El aumento del precio del oro en los últimos cinco años ha llevado al despegue de la minería informal, otra forma de minería a pequeña escala cuyas prácticas antiguas se remontan al siglo XIX. En Colombia, los nativos de la región pasaron siglos extrayendo pepitas de oro de los Andes, generalmente sin título de posesión de tierras. Recientemente, los mineros han acudido en masa a las laderas montañosas explotadas desde hace tiempo del departamento de Antioquia, cuya capital es Medellín.
"Antioquia es el lugar más contaminado que he visto en mi vida", dice Marcello Veiga, profesor del Instituto N. B. Keevil de Ingeniería de Minas de la University of British Columbia. Los mineros de todo el país, ilegales e informales, constituyen una fuerza de 200.000 trabajadores que producen 30 toneladas de oro al año, observó Keevil en un reciente ensayo del que es coautor y publicado por el periódico Science of the Total Environment. La producción total del país es de cerca de 50 toneladas al año, según datos de la web "Sistema de Informaciones sobre Minería en Colombia" [http://tinyurl.con/d2s65lun 5].
"La minería a pequeña escala es un problema mucho mayor de lo que gran parte de las personas imagina", dice Logan Hennessy, profesor de Estudios liberales de la Universidad Provincial de San Francisco y autor de una investigación sobre ese tipo de minería en la Guyana. "Se localiza una mina de gran tamaño [...] Los riesgos son elevados, las personas están sujetas a la exposición agresiva de un derrumbamiento o de una fuga. Pero la minería a pequeña escala es un problema porque está dispersa. Pueden pasar semanas o incluso meses sin que nadie sepa de su existencia hasta ser finalmente detectada".
Una larga lista de preocupaciones
Hay una fiebre del oro en estos momentos en la llanura amazónica, de la Guyana a Perú. Los equipos de trabajadores usan bombas a diesel para la succión de los lechos y de los márgenes de los ríos, volcando la mezcla en diques que retienen los granos más grandes de oro. Al final del día, el oro se purifica cocinándolo en mercurio. Se usa de dos a tres gramos de mercurio por cada gramo de oro. La mayor parte de eso acaba contaminando el medio ambiente y el cuerpo de los trabajadores.
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