Ética y moral: Operación Víveres
Enviado por MelissaGarJua • 11 de Febrero de 2016 • Síntesis • 1.240 Palabras (5 Páginas) • 296 Visitas
Cuando la Segunda Guerra Mundial terminó, Alemania y su capital se dividieron entre los aliados occidentales y la Unión Soviética. Luego en un arrebato de poder Stalin bloqueó el transporte terrestre a la ciudad. Así que para preservar la libertad y evitar que dos y medio millones de Berlineses occidentales murieran de hambre, los EEUU y Gran Bretaña comenzaron a transportar alimentos y otros suministros básicos por vía aérea.
Gail Halvorsen un piloto de un C-54 de veintisiete años fue uno de los cientos de estadounidenses que participaron en el histórico puente aéreo de Berlín que se llamó ¨Operación Víveres¨.
Había estado de pie al final de la pista de aterrizaje de Tempelhof grabando vídeos caseros de aterrizaje de aviones cuando se dio cuenta de una treintena de niños en una franja de césped justo más allá de una cerca de alambre de púas. En inglés entre cortado, le preguntaron acerca de los aviones, de la cantidad de harina que cada uno llevaba y si el puente aéreo continuaría. Aunque los niños habían estado con escasas raciones, estaban más preocupados por la libertad que por la harina. Querían lo que Gail había tenido siempre, la oportunidad de perseguir sus sueños. Así que por casi una hora Gail respondió sus preguntas antes de decir adiós. Al retirarse, una pregunta permaneció en su mente: ¿Qué es lo que hace a estos niños diferentes? En todo el mundo los niños son conocidos por pedir dulces a los soldados estadounidenses. Estos niños tenían poco para comer y ningún dulce en lo absoluto, sin embargo, estaban agradecidos por lo que el puente aéreo les había dado y no pidieron nada. Su gratitud derritió el corazón de Halvorsen. Instintivamente, él quiso dar algo a cambio. Buscando en sus bolsillos, encontró sólo dos gomas de mascar. Dando tan poco para tantos podría causar una riña, razonó. Pero una tranquila voz dentro de él lo impulsó. Entonces, Hal rompió las gomas en cuatro pedazos y se los pasó a través de la cerca. Sin decir una palabra, los cuatro niños rasgaron los envoltorios de chicle en tiras y se los pasaron a los demás. Uno por uno, cada pequeña nariz se acercó al papel, respirando el olor a menta. Nunca él había visto tal expresión de alegría y asombro. Mientras Hal miraba con asombro, su mente daba vueltas, ¨Si sólo tuviera más para dar¨, pensaba. Él tenía sus propias raciones de goma y chocolate. Tal vez sus amigos estarían dispuestos a donar los suyos, justo en ese momento otro C-54 pasó por encima de su cabeza y una idea se le vino a la mente. -¨Podría lanzar dulces desde el aire¨ se dijo. Rápidamente explicó su plan a los niños. Cuando le preguntaron cómo habían de reconocer su avión, se recordó cuando volaba sobre la granja de su familia. ¨Aletearé con mi alas¨, anunció, extendiendo sus largos brazos y moviéndolos hacia arriba y abajo. Los niños rieron de alegría. ¨Sólo prométanme que van a compartir los dulces¨, dijo. Todos asintieron con la cabeza.
Al día siguiente, Hal había enlistado secretamente a su tripulación para donar sus porciones y para hacer paracaídas con pañuelos para que los dulces no cayeran bruscamente sobre los niños. Al aproximarse el avión de Hal a la pista de aterrizaje y el césped, se dejó ver, él aleteó con sus alas. Un grupo de niños explotó de felicidad corriendo y saltando en el aire.
Con la precisión de un bombardero, los aviadores lanzaron los dulces desde el avión y paracaídas blancos flotaban a tierra. Treinta niños corrían con brazos abiertos para atrapar los tesoros. Hal y sus amigos estaban tan entusiasmados como los niños. La emoción de dar era irresistible. Pronto, empezaron a lanzar paracaídas todos los días. Cientos de ellos.
La prensa se enteró, se publicaron artículos. Correspondencia para el tío que aleteaba las alas se comenzaron a acumular en la base de operaciones. Luego, Hal se encontró frente a sus superiores, con miedo por haber ido contra las ordenes y bajo amenaza de consejo de guerra, esperando una corte marcial por hacer movimientos sospechosos, pero el coronel lo sorprendió. Le dijo que el General pensaba que era buena idea.
Pronto, cientos de aviadores empezaron a donar sus porciones. La operación Pequeños Víveres, rápidamente capturó la imaginación de personas en todas partes. Dulces y pañuelos llegaron desde todo el mundo. Hal se hizo conocido como el ¨Bombardero de Dulces¨ y el ¨Piloto de chocolate¨. A lo largo de Berlín Occidental, los niños se reunían para atrapar los paracaídas y compartir los dulces. Y enviaron cientos de cartas de agradecimiento. Día a día los paracaídas traían paz y los dulces renovaban la esperanza. Los niños se hicieron amigos de sus antiguos enemigos, y los corazones de sus padres se ablandaron. Las heridas de la guerra comenzaron a sanar. Para diciembre, la Operación Pequeños Víveres había reunido dieciocho toneladas de dulces de fabricantes de dulces americanos y otras tres toneladas de donantes privados.
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