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ADOLESCENCIA Surgimiento de la adolescencia

LILIJHApuntes12 de Octubre de 2015

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ADOLESCENCIA

Surgimiento de la adolescencia

Los y las adolescentes han sido concebidos de distintas manera a lo largo de la historia y, por lo tanto han sido tratados de modos distintos.

Durante la Edad media no se conocía este término. Se reconocía un estado especial hasta los  siete años, pasado esta edad niño y adulto vestían semejantemente, compartían similares objetivos, y no se diferenciaban por su desarrollo psicológico.

Toro (2010) realiza la siguiente pregunta: ¿Qué pudiera ser eso que llamamos adolescencia?

Una primera alusión a este término se encuentra en unas tablas de yeso, halladas en el ámbito de la cultura summeria, entre 4.000 y 3.000 a.c, se describía un caso de delincuencia juvenil.

Echando una mirada histórica se observa que los adolescentes han sido considerados desde la encarnación de la belleza y la gracia, la ilusionante esperanza de un futuro mejor, hasta fuente de conflictos, subversiones, y atentados a los cimientos de la sociedad.

Según el Oxford English Dictionary, la palabra adolescence no hace su aparición en el idioma ingles hasta bien entrado el siglo XV, determinada por la ya aludida adulecere.

En 1749, el francés Buffon, señalo que el niño al acercarse a la pubertad, experimenta un crecimiento súbito, que le sitúa en su talla definitiva.

En 1830, Quetelet describió ese incremento de talla localizándose a los 12- 14 a los en las niñas y a los 13- 15 en los varones, Sin embargo solo quedo como algo descrito mas no estudiado científicamente.

Se trataba de un hecho que quedaba perdido entre las tablas dedicadas a describir la evolución del peso y altura en niños y adultos

En el ámbito de la psicología, en 1904, el primero en reconocer y conceptualizar la adolescencia fue Stanley Hall, a través de los dos volúmenes a ella que ha dedicado. Hall veía la adolescencia como una etapa tormentosa y estresante.

Definición de  adolescencia

“La palabra adolescente viene del latín adolescens, adolescentis y significa ‘que está en período de crecimiento, que está creciendo’. Frecuentemente se confunde con adolecer cuyo significado es ‘tener o padecer alguna carencia, dolencia, enfermedad’”. (Arroyo et al, 2010,p 27)

Según la Real Academia Española, adolescencia es la ‘edad que sucede a la niñez y que transcurre desde la pubertad hasta el completo desarrollo del organismo’.

Según (Krauskopf en Arroyo et al, 2010), es un período crucial del ciclo vital en que los individuos toman una nueva dirección en su desarrollo, alcanzan su madurez sexual, se apoyan en los recursos psicológicos y sociales que poseen, asumen para sí las funciones que les permiten elaborar su identidad y plantearse un proyecto de vida propio.

Según  (Viñar en Arroyo et al, 2010), es un tiempo transformacional de progresos y retrocesos, de logros y fracasos, cuyo tiempo de comienzo coincide con los primeros cambios puberales, y la fecha de cierre se ha estirado favorecida por el aumento de la expectativa de vida al nacer, y, en los grupos cultos, por la extensión casi al infinito de estudios y diplomas de capacitación. Señala, también, que el tránsito adolescente no es madurativo sino que es transformacional, es algo que se logra, se conquista con trabajo psíquico y cultural, o se estanca y se fracasa.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adolescencia es la etapa de la vida, comprendida entre los 10 y los 19 años, en la cual tiene lugar el empuje de crecimiento puberal y el desarrollo de las características sexuales secundarias, así como la adquisición de nuevas habilidades sociales, cognitivas y emocionales. Este proceso se caracteriza por rápidos y múltiples cambios en los aspectos físicos, psicológicos, sociales y espirituales.

Desarrollo Cerebral

Hasta hace unos quince años se creía que el mayor desarrollo cerebral ocurría en los primeros años de vida. En la última década, debido principalmente a los avances  tecnológicos  en estudios de imagen cerebral como las imágenes de resonancia magnética (IRM) los neurocientíficos han comenzado a mirar dentro del cerebro humano vivo de todas las edades, y hacer seguimiento de los cambios en la estructura y funciones cerebrales. La adolescencia se caracteriza por el crecimiento físico y psicológico de la persona. Es la fase del desarrollo humano entre la infancia y la edad adulta.  Para comprender mejor cómo y por qué se producen estos cambios, se debe analizar el proceso de maduración cerebral en el adolescente.

 El cerebro sigue desarrollándose de forma gradual durante la infancia y madura en la adolescencia (por maduración se debe entender la conversión de sustancia gris en sustancia blanca), por áreas, siguiendo un proceso ordenado, que comienza en la nuca y avanza hacia la frente. El patrón de formación y maduración de las diversas áreas depende del sexo, ya que todas las células del cerebro o llevan el par de cromosomas XX o el par XY.

A pesar de que el número de neuronas no experimenta cambios importantes, desde el mismo momento del nacimiento comienzan a establecerse nuevas conexiones entre estas. Se trata de un proceso de arborización o sinaptogénesis que va a crear un número excesivo de conexiones, de tal forma que a los pocos meses este número será muy superior al de las existentes en el cerebro adulto. Este periodo temprano de proliferación sináptica, de varios meses de duración, es seguido por otro que se prolonga hasta el final de la infancia y en el que se eliminan aquellas conexiones que no se usan, quedando reducido el número de sinapsis a los niveles propios de la adultez.

La supresión de conexiones inactivas se complementa con la mielinización o fortalecimiento de las sinapsis que se mantienen y utilizan, mediante el recubrimiento del axón neuronal con una sustancia blanca aislante -mielina- que incrementa la velocidad y la eficacia en la transmisión de los impulsos eléctricos de una neurona a otra (Blakemore y Choudhury, 2006). Todo este proceso no es independiente del contexto, y se verá influido por las experiencias vividas por el sujeto, lo que refleja la enorme plasticidad del cerebro humano para adaptarse a las circunstancias ambientales existentes en un determinado momento.

Maduración de la corteza prefrontal

Hasta hace bien poco se pensaba que los cambios arriba descritos tenían lugar durante la primera década de la vida, de forma que la arquitectura cerebral estaba definida al llegar la pubertad. Sin embargo, hoy día en numerosos trabajos científicos se indica que si bien esto es cierto para muchas zonas cerebrales, otras continúan desarrollándose durante la adolescencia. Los primeros estudios llevados a cabo con cerebros postmorten indicaron que la corteza prefrontal experimentaba cambios importantes tras la pubertad, ya que existían importantes diferencias en esta zona entre los cerebros de niños, adolescentes y personas adultas (Huttenlocher, 1979).

Más recientemente, la utilización de técnicas de resonancia magnética ha apoyado los resultados de los estudios postmortem, indicando un desarrollo o maduración tardía de algunas zonas cerebrales, fundamentalmente de la corteza prefrontal, que no culmina hasta la adultez temprana (Giedd et al., 1999). Estos estudios encuentran que en la zona prefrontal la sustancia gris aumenta hasta los 11 años en las chicas y los 12 en los chicos para disminuir después, lo que sin duda está reflejando el establecimiento de nuevas sinapsis en esa zona en la etapa inmediatamente anterior a la pubertad y su posterior recorte, en una secuencia que va desde la corteza occipital hasta la frontal (Gogtay et al., 2004) y que afecta principalmente a conexiones de tipo excitatorio (Spear, 2007b). Junto a este proceso de poda, el aumento lineal de la sustancia blanca a lo largo de la adolescencia indica la mielinización progresiva de las conexiones neuronales, tanto en la corteza frontal como en las vías que la unen a otras zonas cerebrales.

         Todos estos cambios en el córtex prefrontal conllevan una activación menos difusa y más eficiente en esta zona durante la realización de tareas cognitivas (Durston et al., 2006). Por lo tanto, las zonas cerebrales más modernas desde el punto de vista filogenético (historia evolutiva), como la corteza prefrontal, son también las últimas en completar su desarrollo ontogenético (desarrollo individual del organismo), que no concluye hasta la tercera década de la vida.  En cambio, aquellas que soportan funciones más básicas, como las motoras o sensoriales, maduran en los primeros años de la infancia (Gogtay et al., 2004). Si tenemos en cuenta el importante papel que la corteza prefrontal tiene como soporte de la función ejecutiva y de la autorregulación de la conducta (Spear, 2000; Rubia, 2004; Weinberger, Elvevag y Giedd, 2005), es razonable pensar en una relación causal entre estos procesos de desarrollo cerebral y muchos de los comportamientos propios de la adolescencia, como las conductas de asunción de riesgos y de búsqueda de sensaciones.

Por otra parte, resulta evidente el valor adaptativo que tiene el hecho de que durante la adolescencia se produzca un recorte acusado de conexiones neuronales y que la plasticidad cerebral sea importante durante estos años. Esto implica un modelado casi definitivo del cerebro para adaptarlo a las circunstancias ambientales presentes en esta etapa, que pueden diferir de las de la infancia y ser más parecidas a aquellas que van a acompañar al sujeto a lo largo de la vida adulta (Spear, 2007b).

Corteza prefrontal y estructuras límbicas

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