AGRESIÓN

TEMA 6. LA AGRESIÓN

La agresión puede definirse como toda aquella conducta dirigida a dañar a otro

individuo (Archer, 2009). Moyer (1968, en DeCatanzaro, 1999) distingue entre siete

diferentes formas de agresión: a) predadora, producida habitualmente entre especies

para obtener comida; b) entre machos, relacionada con la dominancia social y la

distribución de recursos; c) territorial, similar a la anterior, pero más vinculada a la

propiedad del espacio físico; d) defensiva, desencadenada por el miedo a recibir un

ataque; e) materna, llevada a cabo por un animal en defensa de su prole; f) irritable,

provocada por frustración o dolor; g) instrumental, de carácter menos emocional que las

anteriores y desarrollada por condicionamiento.

6.1. LA AGRESIÓN COMO SOLUCIÓN A PROBLEMAS ADAPTATIVOS

Los conflictos entre seres humanos han sido frecuentes a lo largo de toda nuestra

historia evolutiva, e infligir daño a otros ha constituido una estrategia recurrente para

resolverlos (p.ej., Chagnon, 1988; Duntley & Shackelford, 2008). En 2008, se

registraron en E.E.U.U. más de 16,000 asesinatos y de 830,000 asaltos con agravantes

(Neuberg, Kenrick y Schaller, 2011). Se ha estimado que, para cuando completa su

escuela elemental, un niño estadounidense medio ha presenciado la representación en

TV de en torno a 8,000 asesinatos (Huston et al., 1992, en Dar-Nimrod, 2012).

No obstante, y en contra de la creencia generalizada acerca de que la violencia es

un problema especialmente agravado en las modernas sociedades occidentales, los

índices de agresión también han sido tradicionalmente elevados en muchas sociedades

primitivas (Buss y Duntley, 2006). Por ejemplo, entre los indios yanomami de

Venezuela, casi un tercio de los varones mueren asesinados (Chagnon, 1988). Desde un

punto de vista evolucionista, la agresión entre seres humanos podría constituir en

origen, un procedimiento eficaz para conseguir objetivos inalcanzables por otros

medios, como la obtención de recursos económicos o la promoción en la escala social

(Buss & Duntley, 2006). En la actualidad, las sociedades modernas todavía mantienen

esta funcionalidad, pero reduciendo relativamente las consecuencias indeseables que

tradicionalmente ha conllevado el uso de la violencia. Por ejemplo, en los combates de

boxeo, los púgiles triunfantes reciben importantes sumas de dinero y experimentan una

elevación en su prestigio social (Buss & Duntley, 2006).

Por el contrario, una conducta socialmente inaceptable, en la que la agresión se

utiliza como procedimiento para alcanzar determinados fines, es la relacionada con la

violencia criminal. Grayson y Stein (1981) demostraron cómo la vulnerabilidad

aparente de las víctimas potenciales puede ser un factor a considerar por parte de los

agresores. Los autores filmaron a diversas personas elegidas al azar que caminaban por

calles de Nueva York, y presentaron después las imágenes a un grupo de criminales

convictos por asalto, para que juzgasen a partir de los movimientos de las personas que

aparecían en los films, la probabilidad que tendrían de ser atacadas. Los hombres

ancianos recibieron las puntuaciones de vulnerabilidad más altas, seguidos por las

mujeres ancianas. En comparación con las personas que no fueron juzgadas como

víctimas probables, las que lo fueron se desplazaban con zancadas demasiado largas o

cortas, y por medio de movimientos corporales más unilaterales y limitados, y menos

fluidos (Grayson y Stein, 1981).6.1.1. Características morfológicas y agresividad

La morfología facial proporciona información a los individuos sobre otras

personas y el tipo de interacción que podría establecerse con ellas. La relación entre la

anchura y la longitud del rostro (facial width-to-height ratio o fWHR) es una

característica fisonómica relacionada con la testosterona cuya vinculación con la

propensión a la práctica de deportes agresivos y a la violencia se ha estudiado en

diversas investigaciones. En una de ellas, Shattuck, Goetz, Weisfeld y Carré (2014)

encontraron que el fWHR correlacionaba positivamente con la conducta agresiva en

estudiantes universitarios, pero solo entre aquellos que informaban de un estatus social

relativamente bajo. En un segundo estudio, el fWHR correlacionó positivamente con los

minutos de penalización en jugadores profesionales de hockey, pero solo entre aquellos

que ganaban salarios relativamente bajos. Estos estudios proporcionan evidencia del

papel moderador del estatus social o el nivel de ingresos en la relación entre fWHR y

agresión (Shattuck et al., 2014).

En otra investigación, Třebický et al. (2014) registraron puntuaciones de

agresividad percibida, habilidad en la lucha y éxito en confrontaciones físicas a

luchadores de artes marciales mixtas. Esas puntuaciones fueron analizadas junto con

medidas corporales que incluían el fWHR, para investigar si la influencia de este índice

podía ser un subproducto de un efecto general del tamaño corporal. Los resultados

mostraron una asociación positiva del fWHR con la habilidad en la lucha y la

agresividad percibida, independientemente de cualquier efecto de tamaño corporal.

6.1.2. Sesgos asociados a la agresión: la atención en el arma

La atención en el arma (weapon focus) se refiere al procesamiento preferencial

que los testigos de un crimen asignan al arma del criminal, sustrayéndola de otros

aspectos de la escena como, por ejemplo, la propia identidad del delincuente (Steblay,

1992). En un estudio, Loftus, Loftus y Messo (1987) presentaban una serie de imágenes

a unos observadores, en algunas de las cuales se mostraba a un individuo apuntando con

una pistola a la cajera de un restaurante, mientras que en otras se veía al mismo

individuo dándole un billete. En un primer experimento, el registro de movimientos

oculares indicó que los observadores realizaban más fijaciones visuales y de más larga

duración en el arma que en el billete. En un segundo experimento, unos observadores

que vieron las escenas con el arma fueron menos precisos que otros observadores que

vieron las escenas con el billete, al responder a preguntas sobre el individuo que

sostenía esos objetos o al intentar identificarlo entre otras personas.

El efecto de atención en el arma ha demostrado

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