Creencias y deseos en Epicuro
Enviado por Joss Floores • 17 de Mayo de 2016 • Apuntes • 13.706 Palabras (55 Páginas) • 247 Visitas
- Creencias y deseos en Epicuro
- Fundamentos de las creencias, emociones y deseos en Epicuro
La filosofía como arte del buen vivir, fue la concepción de filosofías del periodo helenístico (como la epicúrea, la estoica y la escéptica) principalmente, pero la analogía que se hacía entre la filosofía y la medicina se extiende en un periodo de tiempo más largo que el helenístico. Demócrito mencionaba: «La medicina cura las enfermedades de los cuerpos; pero la sabiduría [oocpu] (sophíe)] libra al alma de sus sufrimientos [náOri (páthe)]».[1] Como también menciona el orador Isócrates: «Para las enfermedades del cuerpo, los médicos han descubierto muchas y variadas formas de tratamiento terapéutico; pero para las almas enfermas [...] no hay más medicamento que el logos, que golpeará con fuerza a quienes están en el error».[2]
La filosofía en este sentido es comparable analógicamente a la medicina por sus fines prácticos y terapéuticos. Aristóteles sostendrá que la reflexión y enseñanza filosófica sobre ética y política tendrán fines prácticos y no sólo teóricos,[3] lo cual lo llevará a profundizar hasta qué punto la filosofía es análoga a la medicina y hasta qué punto no. Así pues, la medicina como la enseñanza ética posee objetivos prácticos,[4] es relativa a valores, es decir, está delimitada a cierta concepción de especie, de salud, de posibilidad de ser vivido[5] y posee capacidad de responder a cada caso particular.[6] Esto en cuanto a la manera en que sí es comparable analógicamente la filosofía ética y la medicina, pero en cuanto a los criterios que no la hacen comparable encontramos: la enseñanza ética no deja de lado la dimensión racional, cosa que sí sucede en medicina. Para Aristóteles el loco y el niño no tienen bases racionales para comprender la enseñanza ética: «No tienen necesidad de argumentos, sino unos, tiempo para crecer y cambiar, otros, corrección médica o política (pues el empleo de remedios, no menos que los azotes, es una forma de corrección)».[7] Es entonces necesario para la cura ética tener capacidad racional de debate, de crítica y de análisis, razón por la cual los muy jóvenes y no cuerdos quedan excluidos de la enseñanza.[8] Otro de los criterios que no hacen posible la analogía entre la enseñanza ética y la práctica médica es que para Aristóteles el fin ético no es individual sino político. Mientras que la medicina se aboca al alivio del cuerpo de un individuo, la enseñanza ética pretende proyectarse hacia la generalidad socio-política.[9] Además, la práctica médica posee un carácter meramente instrumental, mientras que el carácter ético se enfoca en inquietudes humanas y es valioso en sí mismo,[10] aunque Aristóteles aporta otras razones por las cuales la analogía médica no es aplicable a la enseñanza ética.
Se entiende que dentro de la filosofía de Aristóteles encontramos que la reflexión ética es análoga –hasta cierto punto– con la terapia médica. Así como el médico cura los males del cuerpo, el filósofo ético cura los del alma. Pero la indagación de Aristóteles acerca de buen vivir que trae la enseñanza ética no se limita únicamente a la indagación sobre las semejanzas y diferencias de la analogía médico-filosófica, sino que llega hasta la indagación sobre el carácter y fundamento de las emociones. El orador –para Aristóteles– era aquel que podía hacer sentir emociones al público mediante su habla: cólera, miedo, compasión y amistad.[11] El objetivo del orador era poder llevar al público a cierto fin, el cual era trazado mediante las emociones que se iban configurando.
Como se ha visto, Aristóteles considera que el fin de la filosofía ética es comparable al fin terapéutico de la medicina en el sentido en el que pueda la reflexión ética servir para la virtud. El ser humano virtuoso se ocupa del buen gobierno de los apetitos corporales, lo cual representa un estado emocional satisfactorio.[12] Podemos decir entonces que la ética aristotélica es el conjunto de normas que moderan la conducta humana, lo cual significa vivir adecuadamente, vivir bien y en cuanto al bien.[13] Sin embargo, es fundamental –para comenzar el entendimiento de la significación de las emociones en Aristóteles– distinguir entre miedo y susto o estar sobresaltado.[14] Para Aristóteles el ser humano y el animal pueden ser sobresaltados por un ruido fuerte, pero esto no llega al punto del miedo verdadero.
En un punto tenemos a la apariencia (phantasía) y por otro el deseo, aspiración o apetencia (órexis).[15] Una cosa puede ser mostrada o aparecida frente a uno y de ello sobresaltarse, pero otra muy distinta es temerle a la cosa aparecida, es entonces que la emoción es una subclase de órexis. No se puede producir una emoción como el miedo si no hay en ello intencionalidad o deseo que la apariencia produce. Dado que la apariencia sola no produce una emoción, la apariencia es susceptible a interpretación. Por lo tanto, de la apariencia, el ser humano puede configurar distintas significaciones de la misma.
Aristóteles utiliza el ejemplo del Sol, en donde la apariencia de éste puede resultar para el ojo que la ve, de un pie de ancho, mientras también se cree que es más grande que el mundo deshabitado.[16] Aunque en Aristóteles no existe la ciencia hermenéutica como la conocemos hoy en día, si existe un análisis sobre el signo que se interpreta. Para Aristóteles una cosa es la apariencia y otra cosa la creencia, la segunda es predicación de lo mostrado aparentemente. En conclusión, las creencias pueden ser en muchos casos condición necesaria para exista una emoción. Y es precisamente en este punto en donde se encuentra la génesis de la terapia epicúrea que trataremos aquí, ya que la terapia epicúrea tiene en su base el análisis de los deseos, los cuales al ser moderados llevan al ser humano al florecimiento humano o la felicidad (eudaimonia).[17]
Aunque la terapia epicúrea no trata en especifico las emociones como sus contemporáneos los estoicos,[18] si entra dentro de la terapia epicúrea el concepto de las emociones. Pero antes de exponer la concepción de los deseos en Epicuro, es bueno mencionar que Aristóteles nunca llega a la pretensión filosófico-terapéutica como tal que sí tiene la filosofía epicúrea. Para Aristóteles –como ya he dicho anteriormente– el fin ético sí tiene una intensión práctica, la cual decanta en un régimen de buena conducta, que a su vez representa el buen vivir, pero este fin ético no es igual al de Epicuro. Epicuro menciona: «Vana es la palabra del filósofo que no cura los sufrimientos del hombre. Pues de la misma manera que no es útil la medicina si no cura las enfermedades del cuerpo, tampoco lo es la filosofía si no sirve para suprimir las enfermedades del alma.»[19] Este argumento epicúreo debe de ser llevado a sus últimas consecuencias, ya que lo que significa éste, es un cambio radical a la filosofía de Aristóteles.
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