EL ARTE DE AMAR - ERICH FROMM

EL ARTE DE AMAR - ERICH FROMM

En esta obra, Fromm reflexiona sobre el amor propio, el amor a Dios, el amor en las sociedades occidentales y la práctica del amor.

Ante la pregunta de si es igual el amor propio que el egoísmo, Erich Fromm explica que es un pecado amarse a sí mismo, aunque es un acto honrado amar a otros. La creencia de que el auto-amor era egoísta ha sido considerada en el Oeste, tal y como Freud creía.

Fromm no está de acuerdo con esta postura ya que dice que “el amor por mí mismo está inseparablemente conectado con el amor hacia cualquier otra persona.” El amor es una actitud y una acción.

Cuando nos referimos al amor como la habilidad para amar, es evidente que no es nada egoísta. Los egoístas solamente piensan en sí mismos, no en los demás, y ven el mundo exterior analizando el provecho que pueden sacar. Fromm explica que el egoísmo y el amor propio son en realidad opuestos el uno del otro.

Si bien es cierto que las personas egoístas no son capaces de amar a otros, también es cierto que son incapaces de amarse a sí mismas. El círculo se cierra cuando consideramos las similitudes entre las personas egoístas y las personas no egoístas neuróticas. Ambos comparten una preocupación materialista hacia los demás. Fromm pone como ejemplo a la madre sobreprotectora. Mientras que ella cree que es particularmente afectiva con sus hijos, en realidad tiene una profunda hostilidad hacia el objeto de su preocupación. Está demasiado preocupada, pero no porque ama demasiado a sus hijos, sino porque tiene que compensar su falta de capacidad para amarlos.

Fromm concluye diciendo que no hay nada más beneficioso que darle a un niño la posibilidad de que experimente qué es el amor, la alegría y la felicidad de ser amado por una madre que se ama a sí misma. La madre es un buen modelo de auto-amor que le enseña a su hijo a través de su ejemplo.

Para Fromm, el amor a Dios surge de la necesidad de sobreponerse a la separa8dad y alcanzar la unión. Esto se puede lograr de maneras similares al amor humano. Según el autor, todas las religiones que creen en Dios, consideran que Dios es el valor más alto que hay, el bien más deseado.

Si nos remontamos al desarrollo de la especie humana, sabemos que el hombre encuentra la unidad al ser uno con el mundo natural. En ese momento de la historia se identificaba con los árboles y con los animales a los que adoraba como un Dios. A medida que el hombre se va volviendo más consciente de sí mismo, los dioses adquieren formas más humanas y se empieza a hablar de religiones centradas en el padre o la madre. En la etapa matriarcal, tenemos a la madre como el ser más elevado, ella es la diosa, la autoridad en la familia y en la sociedad. La esencia de la religión matriarcal es similar a la esencia del amor maternal: incondicional y protectora.

La siguiente etapa es la etapa patriarcal. Aquí es el padre el ser supremo, tanto a nivel religioso como a nivel de la sociedad. Se establecen principios y leyes y la sociedad se organiza de una manera jerárquica. Lo que se pide es obediencia y fe.

Posteriormente, Dios es transformado desde una figura patriarcal hacia un símbolo de sus principios: de justicia, verdad y amor. Esto se observa en la manera en que Dios está representado y descrito, como la figura de un padre benevolente.

Fromm relaciona el proceso de las diferentes etapas con relación a Dios con el desarrollo del amor maduro. Es en este momento cuando expresa que nuestro pensamiento sobre Dios, sobre la fe y sobre el ser divino que nos protege, no es más que una fijación de la etapa infantil que aún no hemos superado.

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