ELECTIVA CP – PSICOLOGÍA DE LA SALUD NRC: 1350
Enviado por Daniela Castillo Amaya • 4 de Agosto de 2021 • Apuntes • 3.420 Palabras (14 Páginas) • 110 Visitas
HÁBITOS SALUDABLES
HÁBITOS SALUDABLES
LAURA MARINA MENDEZ SIERRA ID: 569433
ELECTIVA CP – PSICOLOGÍA DE LA SALUD NRC: 1350
PSICOLOGÍA - SEMESTRE IX
CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS
REGIONAL ORINOQUÍA
2020
HÁBITOS SALUDABLES
LAURA MARINA MENDEZ SIERRA ID: 569433
Trabajo presentado como Hábitos Saludables para el curso Electiva CP – Psicología de la Salud al docente: BELSY YOHANA BETANCOURT SANTAMARIA
CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES
PROGRAMA DE PSICOLOGÍA
VILLAVICENCIO
Definición: Alimentación saludable.
La alimentación como concepto individual, se refiere a la ingesta de alimentos para satisfacer las necesidades básicas del cuerpo, sin embargo, no todo lo que se ingiere contiene los nutrientes necesarios para el organismo. Aquí surge el concepto principal de este documento, mediante el cual se establece que “La alimentación es saludable cuando favorece el buen estado de salud y disminuye el riesgo de enfermedades crónicas relacionadas con ella.” (Calañas & Bellido, 2006, p.152). Por esto, un equilibrio nutricional mejora la salud física e influye directamente en los aspectos emocionales del sujeto.
Justificación:
¿Por qué la alimentación no saludable es un problema desde la perspectiva de salud pública?
Durante los últimos años, los cambios en las estructuras sociales han ocasionado modificaciones en diferentes áreas de la vida diaria, entre ellas, la alimentación de los seres humanos. Desde este punto de vista, es importante considerar “El nexo existente entre alimentación, mantenimiento de la salud y desarrollo de enfermedades crónicas” (Calañas & Bellido, 2006, p.152), ya que la evidencia establece que una alimentación desequilibrada, es decir, que no logra suplir los requerimientos básicos de nutrición en el cuerpo, puede actuar como factor de riesgo ante enfermedades como la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo e incluso, se puede asociar directamente con el consumo de alcohol, así “Una alimentación poco saludable y no practicar actividad física con regularidad son las principales causas de las enfermedades crónicas más importantes” (Calañas & Bellido, 2006, p.153).
Es inevitable considerar que los hábitos alimenticios se adquieren durante la infancia, como aprendizaje del círculo social donde el sujeto se desarrolla en primera instancia, es decir, la familia. Sin embargo, esto no es un carácter aprendido que se mantenga fijo en el tiempo, durante la época de la adolescencia, “La dieta de los jóvenes y en especial de los estudiantes universitarios plantea un importante reto, ya que puede suponer cambios importantes en su estilo de vida” (Cervera, Serrano, Vico, Milla & García, 2013, p.439), durante esta etapa los factores emocionales y fisiológicos resultan ser los principales responsables de su alimentación, seguido de los factores sociales, económicos y las preferencias alimentarias que en conjunto recrean un nuevo patrón de alimentación que posee más probabilidad de mantenerse en el tiempo (Cervera et al., 2013).
Desde el marco social, la alimentación puede estar relacionada con diversos factores como los mencionados anteriormente y el Colombia “como en otros países latinoamericanos, la alimentación se caracteriza por baja proporción de alimentos vegetales y alto contenido de grasa, sal y azucares simples” (Gómez, Gamboa & García, 2006, p.181). Una perspectiva desalentadora, asume que la alimentación está revestida de factores sociales y psicológicos, más específicamente la regularidad de ingresos económicos, la conservación de los hábitos alimenticios a nivel intrafamiliar, la información sobre el valor nutricional y la influencia de los medios de comunicación en el consumo de alimentos específicos. Muchos pensarían que la solución estaría en los procesos de promoción de hábitos saludables, mediante los cuales la información se transmite a la población identificada buscando resultados favorables, sin embargo, “Algunos estudios epidemiológicos muestran que aunque en ocasiones la población está informada y conoce los conceptos básicos de una dieta saludable, estos conocimientos no se traducen en consumos reales de alimentos que formen parte de una dieta equilibrada” (Montero, Úbeda & García, 2006, p.467). Aunque la adquisición de conocimientos se dé correctamente, no repercute de la misma forma en la conducta relacionada con la alimentación saludable, al parecer no es suficiente con la información suministrada sino que “es necesario también que se produzca la modificación o abandono de estos hábitos alimentarios insanos y erróneos, para poder conseguir una dieta sana y equilibrada.” (Montero, Úbeda & García, 2006, p.467).
Por otro lado, desde la psicología, los trastornos de la conducta alimentaria también representan un problema que merece atención, teniendo en cuenta que pueden afectar directamente la salud física y psicológica de quien lo padece. Teóricamente, “Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son un grupo de psicopatologías caracterizadas por serios disturbios en la ingesta, como restricción de alimentos, episodios de apetito voraz (atracones), excesiva preocupación por la figura corporal y/o por el peso” (Fandiño, Giraldo, Martínez, Aux & Espinosa, 2007, p.345). Como se mencionaba anteriormente, las repercusiones de los desórdenes alimenticios pueden llevar incluso a la muerte, por ello es importante tomarlo como problema de la salud pública, además, en Colombia su frecuencia es poco conocida y a través de los años, se ha buscado un aumento en los informes clínicos y estudios universitarios relacionados (Fandiño et al., 345).
A partir de esta conceptualización, se justifica la utilización de la alimentación no saludable como habito a modificar durante el seguimiento de conducta evidenciado posteriormente. Conociendo sus implicaciones físicas, sociales y psicológicas, se busca un cambio desde la parte intrínseca, basando en la información teórica, hacia la parte conductual favoreciendo así el mantenimiento de las modificaciones ejecutadas con el fin de manejar la alimentación como factor de protección y no como elemento de riesgo.
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