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Hay una movida desde la neurobiología que sostiene la posible existencia de componentes exógenos que disparan el autismo, por supuesto en chicos que tengan una base genética


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2015  •  Trabajo  •  1.955 Palabras (8 Páginas)  •  267 Visitas

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El Autismo


Introducción:

Autismo, Una epidemia silenciosa.

En  Argentina, los especialistas calculan que hay entre 230.000 y 350.000 personas que padecen este síndrome. Un informe del instituto Tobar García sostiene que la ausencia de datos epidemiológicos ayudo a invisibilizar una problemática en la que frente al aumento de la demanda de niños con este tipo de psicopatías graves las respuestas sanitarias resultan insuficientes.

El autismo tiene una base genética que puede manifestarse desde el nacimiento. Pero desde la comunidad médica hay un grupo de especialistas que desde hace treinta años, mira el ambiente, los pesticidas, ciertos elementos presentes en las vacunas, que pueden generar un estrés biológico y disparar esa predisposición, que traen los genes. Incluso se está estudiando una teoría preconcepcional que tendría su origen en la codificación de los genes en los espermatozoides, pero es avanzar a pasos agigantados. Mientras la teoría oficial dice que hoy se detectan más casos por que los padres están más atentos a las conductas de sus hijos.

Hay una movida desde la neurobiología que sostiene la posible existencia de componentes  exógenos que disparan el autismo, por supuesto en chicos que tengan una base genética.

Antes a estos casos se los trataba como psicóticos, pero también hay muchos diagnósticos de TGD que no lo son.

Se esta superando una etapa de transición. Por otro lado los padres tienen más información y consultan antes.

Desarrollo:

El autismo es caracterizado por graves déficits del desarrollo. Este síndrome es más frecuente en los niños que en las niñas. Aparece en familias de nivel profesional elevado y de inteligencia superior.

El niño, de apariencia normal en el momento del nacimiento, es a veces despierto y de gran vitalidad, otras veces apático y llorón. El bebé autista puede pasar desapercibido hasta el cuarto mes de vida; a partir de ahí, la evolución lingüística queda estancada, no hay interacción con el interlocutor, no aparecen las primeras conductas de comunicación intencionadas (miradas, señalar, tirar los brazos…). Por otra parte, se manifiestan “hábitos motores” importantes sobre un fondo de apatía y de desinterés hacia los demás, se encierra cada vez más en juegos ritualizados. La creencia común de que los autistas no tienen sentimientos no tiene una base real. Los autistas parecen ser bastantes sensibles en muchos sentidos. La dificultad se presenta en la expresión de los sentimientos, que se interpreta como una falta de los mismos. Los padres empiezan a inquietarse por la falta de reacciones frente a los acontecimientos que se producen a su alrededor.

Este vive en un mundo de objetos, que utiliza de forma estereotipada, a veces explora el mundo que lo rodea, con la finalidad de fijarse en objetos o en grupos de objetos definidos, de apropiárselos, de manejarlos, sin ninguna actividad constructiva real. Reacciona poco a los movimientos o a las reacciones del mundo animado. A las personas no les dirige ninguna mirada de interés, pasa por su lado sin intentar establecer una comunicación. No muestra ninguna reacción frente a la desaparición de los padres y parece que los ignora. Una de las características de estos niños es su preocupación obsesiva por lo idéntico o lo inmutable, es decir intentan siempre preservar determinados ambientes, determinados tipos de situación o determinados desarrollos de acciones.

En general, estos niños son buenos y dulces, dóciles y fáciles de dirigir, y sólo salen de su pasividad cuando se entorpece su actividad monótona y estereotipada, en algunos casos, pueden ser rebeldes y agitados, y en otros estar en constante movimientos y tocándolo todo, dando vueltas sin cesar en un mundo que sólo asimilan de forma parcial y del que no utilizan las posibilidades que le ofrece. El campo de exploración de estos niños está generalmente reducido al espacio inmediato, pero a veces, durante sus desplazamientos, buscan objetos particulares, como llaves que quieren utilizar.

Los trastornos del lenguaje forman parte de la sintomatología del autismo y su estadio permite incluso realizar un pronóstico sobre el futuro de la personalidad del niño autista. La gravedad de estos trastornos varía según los casos, puede ocurrir que el lenguaje no se desarrolle,  que aparezca precozmente pero sea poco comunicativo, o que aparezca con retraso, más o menos alterado y pobre. De forma llamativa y constante, faltan las palabras “yo” y “sí” generalmente hasta el sexto o séptimo año y van aprendiendo gradualmente a hablar en primera persona y a referirse al interlocutor en segunda; durante este período de transición muchas veces vuelven a la forma anterior o hablan de sí mismos en tercera persona, “vosotros” o “tú” se emplean en lugar del “yo”. “Sí” es indicado repitiendo varias veces la pregunta.

A veces el niño puede comunicarse mediante el dibujo de figuras geométricas que tienen para él un valor en el contexto de los mecanismos de defensa que le permiten anular o destruir símbolos que tienen un carácter de permanencia.

A pesar de que los estudios indican que el autismo es sumamente heredable, parecen también indicar que el nivel de funcionamiento de las personas autistas puede ser afectado por algún factor ambiental. Se han propuesto varios factores ambientales que podrían afectar el desarrollo de una persona genéticamente predispuesta al autismo:

  • Intoxicación por metales pesados

La intoxicación por mercurio presenta síntomas similares a los del autismo. Las personas con autismo tienen una baja capacidad para expulsar el mercurio de sus órganos. El análisis de orina en personas con autismo parece mostrar signos de intoxicación por mercurio. Es muy probable que exista una correlación entre la tasa de autismo en una población y la importancia de la contaminación por mercurio.

  • El debate sobre las vacunas

Muchas personas asocian la aparición de la enfermedad a la vacuna Sarampión-Paperas-Rubéola, y al mercurio que contenían hasta el año 2001, esta teoría fue invalidada por varios estudios. Algunos estudios muestran un vínculo entre el thimerosal (un aditivo, cuya base es un metal pesado, que fue incluido en las primeras generaciones de la vacuna) y los trastornos del espectro autista, algunos todavía creen que los informes científicos niegan un vínculo entre thimerosal y el autismo ya que han sido influenciados por las compañías farmacéuticas.

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