LA REALIDAD SOCIAL: UNA CONJUNCIÓN DE ELEMENTOS MULTIDIMENSIONALES

LA REALIDAD SOCIAL: UNA CONJUNCIÓN DE ELEMENTOS MULTIDIMENSIONALES

“La realidad  se establece como consecuencia de un proceso  dialéctico entre   relaciones sociales,  hábitos tipificados y estructuras  sociales, mirado desde un punto de vista social.”

Peter L. Berger Y Thomas Luckmann^[1]

Para poder hablar de actitudes, influencia y representaciones sociales debemos indudablemente retomar las nociones de la psicología social en Latinoamérica que aparece en los años 60 constituyéndose en una herramienta de liberación dado el contexto social, político e histórico de los pueblos que la componen, y que aún permanecen marcados por la opresión, la discriminación y la distribución inequitativa de los recursos, por esta razón que se denominó Psicología Social de la Liberación (PSL).

“Las sociedades de América Latina tienen una identidad específica, que se caracteriza por una mayor extensión de la pobreza y por una exclusión social endémica. En muchos casos, esto afecta a la mayoría de la población y es resultado de la dependencia de sus economías.”^[2]

Dichos antecedentes hacen de estos territorios escenarios propensos al desarrollo de una cultura de violencia arraigada en el comportamiento, la manera de pensar y sentir de las comunidades y en una memoria histórica convertida en la continuación de una tradición acostumbrada a la muerte, el desplazamiento y el abandono del estado, situación que ha tenido una incidencia determinante mucho más allá de 52 años de registro de conflicto armado en Colombia. “Cada situación conflictiva tiene unos rasgos que la caracterizan y la diferencian de los demás (...) Existen diferentes respuestas ante una misma situación conflictiva…cada parte la puede percibir de una manera particular y  reaccionar frente a ella de distinta forma”.^[3]

A lo largo de este análisis pudimos reconocer los diversos paradigmas, imaginarios, y puntos de vista de un grupo de personas frente al proceso de paz en Colombia, teniendo en cuenta múltiples dimensiones, que aun cuando se estudian de manera aislada, coexisten y se relacionan entre si estableciendo un ‘todo’ que finalmente construye su realidad social. Se evidencian actitudes comportamentales, emocionales y cognitivas  que van consolidando el sentir generalizado de un pueblo en su sueño por vivir en un país en paz. Sin embargo, a este deseo se ha visto permeado por convicciones afincadas a lo largo de años de intentos fallidos por alcanzar la tan anhelada paz.

Una de dichas convicciones se presenta en la reiterativa desconfianza hacia las instituciones del gobierno y sus programas, desconfianza que no surge de manera espontánea sino que ha ido fortaleciéndose gracias a la corrupción, la falta de reconocimiento a la democracia y el abandono del estado no sólo a territorios denominados ‘olvidados’, sino en áreas determinantes para el adecuado desarrollo de los individuos, como lo son la salud, la educación y el trabajo.  

Sandra Araya aclara que “el concepto de actitud implica la existencia de un estímulo ‘ya constituido’ hacia el cual se reacciona según el tipo de disposición interna que se haya construido hacia él”.^[4] En este orden de ideas podemos inferir que quienes mejor actitud tienen -frente al proceso de paz y lo que viene luego de la firma de los acuerdos- son indiscutiblemente las víctimas directas del conflicto armado, ratificado por los resultados obtenidos dentro del presente análisis, en el que la mayoría de los encuestados reconocen la capacidad que tiene las víctimas para sobreponerse al daño, lo cual los convierte en comunidades resilientes. De este modo se observa una mayor facilidad para el perdón entre las comunidades afectadas que el resto de la población cuya actitud se ve influenciada por factores exógenos más que una relación íntima y directa con los hechos.

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