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LA RELACIÓN ENTRE LOS CONFLICTOS INTERPERSONALES Y EL TRASTORNO DEPRESIVO EN ADOLESCENTES


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2021  •  Trabajo  •  10.407 Palabras (42 Páginas)  •  109 Visitas

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LA RELACIÓN ENTRE LOS CONFLICTOS INTERPERSONALES Y EL TRASTORNO DEPRESIVO EN ADOLESCENTES

Lila Maria Ruiz U Universidad de la Sabana

Chia, Enero de 2006

Resumen

El presente artículo tiene como fin describir la posible relación que existe entre   los conflictos interpersonales que viven los adolescentes y el trastorno depresivo. Para esto se empezará describiendo los síntomas del trastorno, las causas y  los tipos en cuanto al origen. Posteriormente se aclarará el concepto de conflicto para así  empezar a describir las relaciones interpersonales de los adolescentes como  son la familia, los pares y la pareja resaltando el conflicto que se puede dar  en estas y finalmente determinar si existe o no una relación entre los conflictos interpersonales y el trastorno depresivo en adolescentes.

Palabras claves: Depresión, adolescente, relación, amigos, familia, pares,  conflicto

Abstract

The currently article has the purpose to describe the eventually relationship between the personals conflicts that the adolescents live and the depressive disorder. For this, the present document will start describing the symptoms of the disorder, the causes and the different types regarding to the origin; after this, the conflict concept will be clarified and then to start describing the personal relationships between adolescents such as: family, peers and couples, pointing out the conflicts that could happened between those relationships, and then to determine if is there any relationship or not between the personal conflicts and the depression in adolescents.

Key words: Depression, adolescent, relationships, friends, family, peers, conflict

LA RELACIÓN ENTRE LOS CONFLICTOS INTERPERSONALES Y EL TRASTORNO DEPRESIVO EN ADOLESCENTES

Teniendo en cuenta la magnitud e implicaciones del trastorno depresivo en adolescentes y la importancia que tienen los conflictos interpersonales en el desarrollo de este trastorno, se hace pertinente realizar una revisión teórica dirigida a determinar si existe o no una relación entre estas dos variables.

Los criterios del DSM IV indican que el trastorno depresivo implica un estado de ánimo en exceso decaído que dura al menos dos semanas e incluye síntomas cognoscitivos ( sensaciones de poca valía e indecisión), y funciones físicas perturbadas (patrones de sueño alterados, pérdida de apetito y de peso o de energía muy notable) (Barlow & Durand, 2001).

La depresión en términos generales  es un  trastorno que  se caracteriza  por un  estado de  ánimo triste, pero sentirse triste no es suficiente para afirmar que se padece de  depresión  (Cervera, 2003). Por esto a lo largo del artículo se describirá más detalladamente en que consiste este trastorno, cuáles son las posibles causas y que tipos existen en cuanto al origen.

Posteriormente. Se describirán los conflictos interpersonales que vive el adolescente y su relación con la depresión, teniendo en cuenta que las relaciones interpersonales son consideradas un factor de riesgo para el inicio de la depresión (Milne & Lancaster, 2001 citados en Sander, 2004).

Los conflictos a los que se hará referencia en este artículo son inherentes a la interacción humana, más específicamente los concernientes a las relaciones que rodean al adolescente como son la familia, los pares y la pareja.

La Depresión

En la nomenclatura psiquiátrica moderna, la depresión hace parte de los trastornos del ánimo, entidades cuyos rasgos característicos consisten en tristeza y disminución en la capacidad para experimentar placer, acompañados por manifestaciones psíquicas y neurovegetativas que alteran  el funcionamiento del individuo en la esfera personal, familiar, social y laboral (Sánchez, 2003).

Dentro de las diversas patologías que pueden desarrollarse en los adolescentes, se ha confirmado la existencia de un trastorno depresivo (Martínez & Meneghello, 2000). Este  se  da con mayor frecuencia durante la adolescencia, más que en la edad adulta o la niñez (Barlow & Durand, 2001).

Para Strock (2001), la depresión es un trastorno que afecta a todo  el  organismo  en  su totalidad, es decir, afecta el   cerebro, el ánimo, la manera de pensar,   los hábitos alimenticios y   de sueño y la forma en que la persona se valora a sí misma. Un trastorno  depresivo no  es lo mismo que un estado pasajero de tristeza y tampoco indica debilidad personal, no es una  condición de la cual el adolescente pueda liberarse a voluntad.

Los adolescentes, al igual que los adultos pueden deprimirse; sin embargo, la enfermedad se puede presentar de diversas formas con grados y duración variados. Se habla del trastorno depresivo cuando la condición depresiva persiste e interfiere con las capacidades y acción de la persona (Pauchard, 2002).

Como se ha mencionado hasta el momento la depresión es un trastorno que se  puede  desarrollar en cualquier etapa de la vida; sin embargo, es importante mencionar porqué en la adolescencia se es más vulnerable.

Puesto que la adolescencia es un periodo de cambios físicos y psicológicos, puede pensarse   que esta población representa una alta vulnerabilidad a padecer de depresión, siendo la

construcción sociocultural de género una variable alta de predicción donde la población femenina es más propensa a desarrollar este trastorno (Cantoral, Méndez & Nazar, 2002).

Twenge & Hoeksema (2002), reseñan lo encontrado en algunos estudios cualitativos, y confirman los planteamientos acerca de que los síntomas depresivos en las mujeres aumentan con la llegada de la adolescencia. Siendo las tasas de depresión para las mujeres cerca del doble de la de los hombres (Michel & Crowley, 2002 citado en Sander, 2004).

A menudo es difícil diagnosticar la verdadera depresión en adolescentes, pero hay que prestar atención cuando la sintomatología depresiva persiste e interfiere con  su  desenvolvimiento  normal. Algunos de los síntomas más comunes en el trastorno depresivo son: estado de ánimo triste, ansioso o "vacío" en forma persistente, pensamientos o expresiones suicidas o actuaciones autodestructivas, desesperanza, aburrimiento persistente y falta de energía, pérdida de interés en  las actividades favoritas, alteración notoria en los patrones sueño y alimentación,  quejas  frecuentes de enfermedades físicas, problemas de concentración, deterioro en los estudios y ausencias frecuentes a la escuela, aislamiento social, comunicación pobre, problemas para relacionarse, ataques de rabia u hostilidad persistente, baja autoestima, sentimientos de culpabilidad, y alta sensibilidad al fracaso y al rechazo (Pauchard, 2002).

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