La depresión en los adolescentes universitarios y las consecuencias en su vida académica

La depresión en los adolescentes universitarios y las consecuencias en su vida académica

La etapa de cambio que atraviesan los estudiantes de la secundaria a la universidad puede no ser igual para todos ya que algunos pueden adaptarse fácilmente como otros que se tardan mucho más en esta transición pero mientras el sentimiento de adaptación a un nuevo entorno sucede pueden aparecer factores que hagan que un estudiante se sienta abrumado con frecuentes cambios de humor en tanto a la ira, rabia, tristeza, frustración, melancolía, etc. Siendo causas que lleguen a afectar su rendimiento académico de una forma directa o indirecta.

Los adolescentes adultos sufren frecuentemente desafíos al llegar a una vida universitaria dado que el modelo de educación que han recibido durante su trayecto entre la primaria y la educación media superior cambia en el concepto de que los profesores ya no los reprimen en la obligación estricta de estudiar o en su manera de vestir. En la universidad los docentes no hacen más que impartir sus conocimientos a los jóvenes pero está en cada uno de ellos el sentimiento de responsabilidad; los jóvenes deciden si quieren ir a clases o no, si quieren presentar sus tareas o no ya que en este punto el futuro de los mismos está en juego y los docentes se mantiene al margen. Y esto es algo que los estudiantes tienen que acoger y como ya bien sabemos cada persona es un mundo distinto y así como hay casos de una rápida habituación al sistema universitario también acontecen sus contrarios.

Existen circunstancias que pueden llevar a aquellos estudiantes que aun buscan su sentido de pertenencia y control dentro de la educación superior, a padecer cambios en su estado de ánimo los cuales conjuntamente con el estrés generado en las aulas tanto por el sentimiento de fracaso o de competencia presente en el ambiente debido a que

La institución que conocemos como Universidad se ha desarrollado en base a la concepción moderno-industrial de la educación como una cadena de producción y distribución del conocimiento. Esta idea asume el supuesto de que mientras entreguemos a los estudiantes un conjunto de datos y habilidades éstos lograrán crear un relato suficientemente coherente de la realidad para poder transformarla. Sin embargo, la complejidad del mundo de hoy enfrenta a los jóvenes a enormes cantidades de información que resulta difícil asimilar, exigiendo mayor flexibilidad emocional, cognitiva y relacional para adaptarse a cambios acelerados. (Jiménez, 2019, parr.12)

Y todo esto ocasiona que el estudiante pueda ser arrastrando hacia un abismo llamado depresión la cual “se define como un grupo heterogéneo de trastornos afectivos cuyas características son un estado de ánimo deprimido, disminución del disfrute, apatía y pérdida de interés en el trabajo asociado a insomnio, anorexia e ideación suicida”(Rodas,2010,p.9). Siendo así algo más que preocupante, en efecto ya volviéndose algo alarmante tanto a nivel nacional como a nivel global

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de la depresión alcanza el 8 % en las personas jóvenes y cerca de 100 000 personas por año padecen depresión en algún momento de su vida; adicionalmente el 80 % de los pacientes con enfermedades crónicas sufren depresión en algún momento de su vida. Sin embargo, solo un pequeño porcentaje es diagnosticado, debido a la falta de capacitación en el personal de salud o al desconocimiento de los síntomas por parte de los pacientes. La depresión podría llegar a ser considerada en el año 2020 la segunda causa de discapacidad en los países industrializados. Múltiples estudios han encontrado que la prevalencia de depresión leve oscila entre 9 % y 24 %, la depresión moderada ente el 5 % y el 15 % y la severa entre el 2 % y el 6,3 %. En todos los estudios es evidente el predominio del género femenino. (Rodas, 2010, p.9)

Las cifras nos demuestran que la depresión tanto en los jóvenes como en el resto de personas en nuestra sociedad va en ascenso, y a pesar de ser un problema reconocido no existe la suficiente atención profesional y aún más para el caso de estudiantes universitarios que no suelen expresar sus sentimientos en relación a este tema por el miedo al rechazo o al qué dirán resultando aún más difícil el acceso a la ayuda necesaria.

Los síntomas que repercuten en la salud como son el dolor muscular, dolor de cabeza, perdida de energía, fatiga, pesadez, insomnio, pérdida de apetito o aumento de peso claramente repercuten además en la salud mental y emocional siendo así que el estudiante presente perdida de interés tanto en sus actividades recreativas como en sus obligaciones (tareas-evaluaciones) académicas pues “no son pocas las voces que han sostenido que la carga académica, largas horas de estudio y numerosas noches sin dormir serían el principal factor que afecta la salud mental de los estudiantes” (Jiménez, 2019, parr.8). Sobre todo la dificultad para concentrarse, recordar o simplemente tomar decisiones abruma de sobremanera generando un claro impacto en el ámbito académico ya que “aumentan el riesgo de abandono de las carreras y actúan insidiosamente en la percepción que las personas tienen de sí mismas y en sus relaciones sociales” (Jiménez, 2019, parr.13). Es decir que el vínculo entre la educación y la patología mencionada destruye más al estudiante que no ha llegado a tratarse con ayuda profesional el cual incluso puede llevar a consecuencias desesperadas como el suicidio; que aquel que ya está recibiendo un tratamiento y tiene claro su problema además de su mejorara.

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