Masculinidades

MASCULINIDADES

Se hace necesario el día de hoy, aprender a reconstruir la masculinidad, tomar nuestros recuerdos, esos que se van recogiendo de los escombros de la infancia y que nos darán confianza o no en nosotros mismos; el secreto es, tomarlos con delicadeza, que no violentos. Quitarles la basura que se les ha ido pegando con el tiempo. Luego, sin morder palabras, comenzar a verbalizar la experiencia de la autovaloración de su propia dignidad.

Erradicando la violencia, dejarla de ver como principio de igualdad o criterio clasificatorio que permite asimilar y excluir, basado en el no reconocimiento de las diferencias. Se deben descontaminar las construcciones sociales culturales dominantes hacer a un lado la máscara de la norma neutral, abstracta y universal.

En consecuencia, se debe privilegiar la dignidad de las personas, familias, pueblos, naciones, quitando la vieja practica de denostar a sus actores e integrantes e interesarnos en el diálogo como medio eficaz de solución de conflictos, toda vez que emana de escuchar y comprender a las partes y posturas con las que interactúan.

Por ello, se habla de masculinidades, toda vez que son construcciones sociales que han ido modificándose a través de los siglos; la doctrina del hombre feo, fuerte y formal, el que no llora y se aguanta como los machos ha sido cuestionada y se rescata al ser humano que posee sentimientos y es capaz de expresarlos, que disfruta y esmera en su arreglo personal.

Es aquel ser que no se confronta con el otro género, sino, que ambos comienzan a ser empáticos, a responsabilizarse de sus actos y consecuencias, dejando de culpar al de al lado o enfrente.

En esta nueva relación de género, aprendieron a ser más abiertos, expresando más fácil sus emociones y ampliando los espacios para estar con los hijos y con sus parejas, sin renunciar a ser ellos mismos.

Hombres y mujeres deben ponderar por conseguir una mayor flexibilidad laboral, promover permisos de paternidad, compartir el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos.

En suma, debemos construir nuevas masculinidades, libres, plurales; dejar de lado el constructo cultural que vinculó a la mujer al cuidado de los hijos y de la familia, configurándola como espejo de las necesidades del hombre como señala Amelia Valcárcel.

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