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Personalidad Jung Bases Biológicas del Comportamiento.


Enviado por   •  8 de Abril de 2018  •  Ensayo  •  2.293 Palabras (10 Páginas)  •  161 Visitas

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Bases Biológicas del Comportamiento.

El ser humano, tiene la capacidad de controlar a voluntad sus tendencias comportamentales, manejándolas, según sea su  libertad de decisión, esa libertad que  los seres humanos poseen; es entonces cuando  la biología toma parte en el comportamiento,  categorizando y seleccionan dichas tendencias comportamentales, y no solo eso, sino  también dando explicación a la conducta del hombre, que, como decía anteriormente, puede ser respaldada por la biología.  

         Se debe tener en cuenta que la biología del comportamiento no rebaja al hombre solamente a un planteamiento científico, ya que lo  propone como un ser de la naturaleza y de la cultura (Hassenstein, 1979) ocupándose entonces, de estos dos componentes principalmente. Es importante resaltar que al tocar estas dos características en las que está inmerso el hombre, se ayuda a la humanización de la conducta: se ve al hombre como en una totalidad, que depende de muchos factores y que no debe ser separado de ninguna parte; esto contribuye a dejar de lado las imágenes ideales de  creer que los seres humanos son espirituales, o individuos condicionados, dando una postura muy reduccionista que no profundizan en las capacidades verdaderas y factibles de todo sujeto.

        Ahora bien, el hombre hace parte de la naturaleza por compartir con los animales no humanos, ciertas características que hacen que tengan una relación estrecha que facilita el entendimiento de los individuos humanos comparando con el de los animales; muchos de los medicamentos que operan en los hombres fueron antes probado en animales de laboratorio, y nos dan un abordaje de las posibles reacciones, consecuencias, entre otras, que puede implicar usar tales medicamentos en el cuerpo humano.  Se podría usar las similitudes entre pares a favor del entendimiento del comportamiento, biológicamente hablando, estableciendo analogías que provean elementos que expliquen satisfactoriamente el comportamiento.

De ahí la importancia de la psicología comparada,  ya que es considerada un estudio científico del comportamiento, en general, que brinda importantes logros, avances y métodos bien definidos (Ardila, 1986)  los cuales  aportan de sobremanera a la comprensión del comportamiento humano, desde una perspectiva biológica.

        La necesidad de la psicología de establecerse como una ciencia, da paso a otras ciencias para fundamentar teóricamente sus postulados. La física, la matemática y la técnica son claro ejemplo de lo planteado anteriormente, y estos son capaces de hacer proporciones confiables acerca de las relaciones entre objetivos, y medios para lograr dichos objetivos (Hassenstein, 1979);  la conducta del hombre puede orientarse, entonces, por tendencias comportamentales biológicamente condicionadas como es el caso del hambre, o la necesidad de dormir; cuanto más fuertes son las tendencias biológicas, más pronto se pueden ver manifestadas en el individuo por medio de su conducta, dando una orientación comportamental precisa. Entonces, si es importante el estudio de las tendencias comportamentales en seres humanos, el estudio en animales de sus tendencias biológicas pueden dar también una explicación que no puede dejarse de lado, pues indirectamente dan una amplia gama de posibilidades para la explicación biológica de la conducta humana.

Cabe aclarar que, la importancia social de las ciencias de la conducta, se basa esencialmente en la prevención de posibles peligros, generando una advertencia que se mide por medio del producto matemático de multiplicar la peligrosidad del riesgo por la posibilidad de que ocurra el caso (Hassenstein, 1979).

Analicemos entonces, la conducta de un infante; ¿Cambia de alguna forma la relación de los padres con los hijos cuando estos llegan a la edad adulta? Efectivamente, pero esto depende de la especie; como nos muestra el libro, algunos mamíferos abandonan a su pequeños incluso cuando estos no llegan a la edad adulta, sin embargo otros mantienen una relación cercana, obviamente diferente, incluso con la llegada de un nuevo pequeñuelo; en los seres humanos pasa algo similar, es común que con la madurez el hijo abandone el seno de sus progenitores y empiece a formar una familia propia, esto varia en edad, hay casos en que los padres echan a sus hijos a una edad muy temprana, pero lo usual es que sea cuando estos ya tienen la capacidad de sostenerse por si mismos.

Pero el proceso del desarrollo humano es tanto complejo como lento, el infante requiere constante cuidado desde su nacimiento, uno de tales cuidados es la alimentación; las madres, inmediatamente después del alumbramiento, empiezan a producir leche como algo intrínseco en su anatomía, amamantar al neonato es importante, no solo por su valioso suplemento alimenticio sino porque como indica (Stern, 1998) es el primer acercamiento entre una madre y su hijo; se ha demostrado en diversos estudios que el amamanto resulta relevante para afianzar el vínculo maternal y cuando esta no se presenta,  la relación de los mismos se ve notoriamente afectada en la adolescencia y adultez. La conducta alimentaria del neonato es puramente instintiva, debido a reflejos innatos como la succión o chupeteo, darwiniano o de paracaídas; en este caso, el rose del pezón con los labios activa el chupeteo y es común que el niño, mientras mama, se aferre fuertemente al dedo de la madre.

Lo anterior resulta relevante pues el pequeñuelo es considerado como un ser social y la organización madre-hijo es su primera relación social, esta organización a su vez forma parte de un grupo más grande, la familia. De cada miembro salen señales que el otro debe interpretar y responder, influyendo en su comportamiento y garantizando la unión de uno con el otro. Una primera señal del lactante es por supuesto el llanto, este puede ser interpretado como hambre, temor, dolor o atención; esta señal suele cesar cuando este advierte la presencia de un cuidador.

Se ha comprobado que durante el amamantamiento, el bebé no fijo su mirada en el pezón sino en el rostro de su cuidador, en este punto surge una segunda señal social, la sonrisa, también una pauta comportamental innata, puesto que incluso los niños ciegos y sordos quienes no podrían adquirirla por imitación sonríen; esta señal se puede observar a los pocos días de nacido. Este es un mecanismo de respuesta perfectamente expresiva a la aparición del rostro humano, y solo cuando se le presenta de frente, siendo esta una señal de aprobación al contacto amistoso. Con su sonrisa el bebé nos permite observar el paso de la vinculación no individual a la individual; con el paso del tiempo el bebé va aprendiendo a reconocer facciones en los rostros y posteriormente rechazar los desconocidos y sentirse cohibidos o temerosos ante los extraños, siendo esto un recurso de supervivencia.

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