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Psicologia sistemica


Enviado por   •  24 de Junio de 2022  •  Informe  •  7.481 Palabras (30 Páginas)  •  101 Visitas

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CAPÍTULO IV.

LA ENTREVISTA INICIAL

El objetivo primordial del terapeuta a lo largo de la entrevista inicial consiste en recoger la adecuada información sobre los factores que consideramos esenciales para cada caso: naturaleza de la enfermedad, cómo se está enfrentando el problema, objetivos mínimos del cliente, y actitud y lenguaje del cliente. Por información adecuada entendemos aquella que es clara, explícita y que se manifiesta en términos de conductas, es decir, qué hacen y dicen los individuos concretos cuando se da el problema y cuando intentan afrontarlo, más bien que enunciados generales o interpretaciones explicativas del tipo "no nos comunicamos", "Johnny tiene fobia a la escuela" o "me falta confianza en mí mismo porque mi madre me despreciaba". La adecuada información constituye un requisito imprescindible para llevar a cabo un tratamiento breve pero efectivo, puesto que sirve de fundamento sobre el cual se planifican y se realizan las intervenciones. Para conseguir tal información tal vez se requieran un tiempo, un esfuerzo y una perseverancia considerables, pero valdrá la pena. Es mucho más positivo avanzar al principio lentamente que no apresurarse a realizar una intervención activa_ "hacer algo"_ antes de que el problema y el modo de tratarlo se hayan aclarado y explicitado.

¿Cómo se obtiene dicha información? Por lo general, habría que comenzar preguntándose simplemente: "¿Cuál es el problema que le trae aquí?" Con esto, queremos dar a entender el problema actual. No concedemos mucha importancia a la historia de los problemas, si bien resulta útil disponer de alguna información acerca del tiempo que se lleva afectado por el problema y sobre si se ha estado sometido anteriormente a algún tratamiento, básicamente porque esto puede influir sobre las expectativas del paciente con respecto a la terapia actual. En consecuencia, si un cliente inicia un prolongado relato de carácter histórico, le indicaremos que nuestra preocupación básica se centra en el estado actual del problema: "En cierto modo me resulta más fácil de comprender la cuestión si primero me explica usted cómo se hallan ahora las cosas y después avanzamos hacia atrás en el tiempo que si procedemos al revés." La mayoría de los pacientes lo aceptarán, porque de esta manera el terapeuta no menosprecia la importancia de la historia pasada. Hay algunos pacientes, no obstante, que insisten en sumergirse en el pasado. En tal eventualidad, lo mejor que puede hacer el terapeuta es escuchar pacientemente, y esperar un poco para conseguir una formulación clara del problema en sus términos presentes, sin necesidad de ponerse a discutir sobre la cuestión.

Además de centrarse en lo que está sucediendo ahora, en este momento, nuestra indagación está enfocada sobre la dolencia o las dolencias principales de quienes buscan ayuda, en términos de conducta: " ¿Quién está haciendo que esto (lo que sea) represente un problema? ¿Para quién y cómo constituye tal conducta un problema?" Por supuesto, el terapeuta no planteará de inmediato estas complicadas preguntas; pero el mejor camino para comenzar consiste en una interrogación directa, elemento por elemento. En el ejemplo siguiente, una madre trae a su hija como paciente a la entrevista inicial:

Terapeuta: Podríamos empezar describiéndome ustedes el problema que las trae hoy aquí. Quisiera oírlas a ambas, de manera que empiece a hablar cualquiera de las dos...

Madre: Es una larga historia. No lo sé, pero me da la sensación de que siempre ha sido así, de veras. Si hago memoria, nunca me dijo nadie qué era lo que le pasaba a Bárbara. Sé que no está mejorando. Se siente segura en el hospital del Estado donde la atienden.

Terapeuta: ¿Cuánto tiempo lleva allí?

Hija: ¿Fue en junio o en julio? Ahora no lo recuerdo...

Madre: Si, ésta es su segunda internación allí, en los doce meses últimos, creo. Se trata siempre de un período breve, cuatro meses aproximadamente. Dos meses,. Pero entonces allá se siente... muy bien, y piensa que está preparada para salir y... Puede hacer vida normal, según nosotros hemos descubierto, durante unas tres semanas; luego empieza un ciclo descendente. Se deprime mucho y , para citar sus palabras, dice: " Mamá, me vuelvo paranoide. Primero tengo la sensación de que la gente me está mirando; después creo que la gente me va a atacar, y me siento obligada a hacer algo al respecto." Lo que ella hace entonces es tomar un cuchillo o un trozo de cristal y cortarse.

Terapeuta: ¿Cortarse?

Madre: Sí, y mucho. Ella tiene cortes en los brazos. O también ataca a otra persona, lo cual por desgracia... Cuando la policía tuvo que intervenir ella ya había tenido tres incidentes de esta clase.

Terapeuta: ¿Ha herido seriamente a alguien durante estos accesos?

Madre: Bueno, gravemente no; pero lo bastante para producir una hemorragia, y esto es algo que siempre me preocupa. Cuando no está en el hospital, cada vez que suena el teléfono me pongo a temblar, ¿sabe? ¿Qué habrá pasado?

Terapeuta: ¿A quién ha atacado?

Madre: Ha atacado a consejeros psicológicos. Ha atacado a su hermana. Nunca me ha atacado a mi directamente. Una vez se sentó frente a mi con un destornillador en una mano y un cuchillo en la otra. Pero no me agredió. Sí atacó a su hermana. Y en ese momento me di que era demasiado peligroso que viviera...

Terapeuta: La mayoría de las veces, sin embargo, ¿es a sí misma a quien ataca?

Madre: La mayoría de las veces se ataca a sí misma.

Si la respuesta no es clara y concreta, el terapeuta no debe proceder como si lo fuera; en cambio, debe decir: "No lo veo claro", responsabilizándose él mismo de modo manifiesto En vez de afirmar: "Usted es demasiado impreciso"), y pedir una nueva formulación de la frase. Tal método de interrogación a menudo debe ser persistente y firme, si bien no tiene por qué resultar descortés. El solicitar un ejemplo del problema suele ser el mejor camino para obtener información concreta y definida acerca de la conducta en cuestión. Más de un "quién" puede estar implicado en un problema (por ejemplo, dos niños difíciles en una misma familia); puede haber diversas formas del "qué" (por ejemplo, distintas acciones extrañas de un esquizofrénico); y también la conducta puede constituir un problema para más de una persona (para ambos padres de un hijo difícil, o para todo el personal que debe hacer frente a un paciente institucionalizado). Tal multiplicidad, no obstante, hay que resumirla en tipos sencillos de conductas y de personas. Si el terapeuta no puede realizar una formulación clara y breve que abarque todos los elementos que intervienen en la dolencia actual (quién, qué, a quién y cómo), ello se debe a una de dos causas: o no posee la información adecuada acerca de dicha dolencia, o bien no ha asimilado lo suficiente dicha información. Continuar avanzando sin una clara formulación del problema no sería nada conveniente. Básicamente, estaría trabajando sin una imagen clara, y a medida que se vaya acumulando más y más variada información a lo largo de las entrevistas posteriores, cada vez resultará más difícil formular de modo conciso el problema.

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